Los socialistas modernos están en un avance sin freno, y van por más
La aparición de nuevas regulaciones supuestamente inducidas por el calentamiento global y la sustentabilidad son una forma en la que los gobiernos de izquierda buscan perpetuarse en el poder y atentan contra la eficiencia del libre mercado.

La extrema izquierda de hoy se ha vuelto absolutamente loca en lo que respecta a la regulación. Lo sorprendente es que tantos políticos, expertos en medios y los llamados líderes intelectuales e influencers están de acuerdo. 

Los socialistas modernos están en una Marcha Implacable. Hace años comprendieron que, a diferencia de los marxistas de antaño que pensaban que el gobierno necesitaba poseer los medios de producción, pueden lograr el control a través de una regulación extensiva. Es posible que no sean dueños formalmente de su negocio, pero pueden hacer que su supervivencia dependa de sus caprichos. 

Pero no son solo las empresas e industrias como la automotriz, la alta tecnología, la salud, las finanzas, los servicios públicos, los ferrocarriles y otras las que buscan. También los electrodomésticos y alimentos que mejoran la vida están en el punto de mira de la extrema izquierda. La lista crece casi a diario: estufas de gas, aires acondicionados, lavavajillas, lavarropas, heladeras, aspiradoras, cortadoras de césped, sopladores de hojas, quitanieves, secadores de pelo, cabezales de ducha. 

Ahora van tras los calentadores de agua, ventiladores de techo, bombillas y generadores portátiles. Estos dispositivos cotidianos que salvan el trabajo y mejoran la vida no se prohibirán formalmente. Los izquierdistas que de hecho están dirigiendo el Gobierno del cada vez más desafortunado Joe Biden aprendieron una lección hace meses frente al retroceso de sus movimientos para prohibir las estufas de gas: simplemente introducen nuevas regulaciones que las hacen casi inútiles o imposibles de fabricar
 

Las regulaciones excesivas atentan contra la eficiencia de los mercados libres

Las nuevas regulaciones del Departamento de Energía sobre las estufas de gas harían ilegales a casi todas las actuales. No son solo electrodomésticos: la carne está bajo ataque, porque las vacas producen metano. Irlanda y Holanda quieren que cientos de miles de vacas salgan de los rebaños para ayudar a combatir el cambio climático. En la ciudad de Nueva York, se eliminarán los duraznos producidos en hornos tradicionales de leña y carbón. 

Este atracón regulatorio similar a una prohibición se persigue en nombre de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y el ahorro de energía. El motivo más insultante que dan frente a estas medidas es que harán que la gente ahorre dinero. No, no lo harán. Estos dispositivos serán más caros: ya que serán menos eficientes, los usuarios consumirán más energía. 

Una forma en la que ahorrarán dinero: la gente simplemente no se molestará en comprar cosas que no funcionan. Toda esta locura muestra que los socialistas modernos simplemente no quieren mercados libres. Cuando se le permite funcionar bien, el capitalismo reduce los costos mientras aumenta la eficiencia. Se llama la curva de aprendizaje. 

El mejor ejemplo son los teléfonos móviles. El primer celular, a principios de la década de 1980, costaba US$ 3.995, tenía una duración de batería de apenas una hora, era del tamaño de una caja de zapatos, pesaba como un ladrillo y brindaba solo servicio telefónico de voz. En cambio, los dispositivos de hoy son supercomputadoras virtuales.