Cómo mantener la calma frente a compañeros de trabajo que son conflictivos
Ignorar roces o entrar en cada discusión puede volverse un riesgo. Estrategias para manejar a quienes tensan el ambiente sin que eso afecte tu reputación ni tu futuro en la empresa.

Sho Dewan Colaborador

A lo largo de cualquier carrera o dentro de una organización, es casi inevitable cruzarse con un compañero de equipo complicado. Puede ser alguien que nunca entrega a tiempo, que mantiene una actitud negativa o que siempre genera roces con el resto. Lo más probable es que, en algún momento, tengas que convivir con alguien así en tu camino laboral. En vez de dejar que esas situaciones te bajen la moral o afecten el rendimiento del equipo, lo mejor es encararlas con madurez y algo de estrategia.

Saber cómo manejar a personas difíciles muestra inteligencia emocional y también profesionalismo. Resolver tensiones dentro del grupo sin armar escándalos habla de tu capacidad de liderazgo, algo que suele pesar mucho cuando la gerencia evalúa posibles ascensos.

5 formas de lidiar con un compañero difícil sin entrar en conflicto

Fijate si hay un patrón en su forma de actuar

El primer paso para tratar con un compañero difícil es no apurarse a sacar conclusiones. Es fácil ponerle la etiqueta de "complicado" a alguien después de un par de cruces, sobre todo en momentos de tensión. En lugar de eso, tomá un poco de distancia y prestá atención: ¿se comporta así todo el tiempo o fue algo puntual? ¿Tiene problemas con todos o solo con vos?

Entender si esa actitud es constante o si responde a situaciones puntuales te va a ayudar a decidir cómo reaccionar. A veces, lo que parece mala onda o desinterés puede tener otra explicación. Capaz esa persona está atravesando un momento complicado o tiene problemas fuera del trabajo. Mantener una mirada objetiva evita peleas innecesarias y te permite entender mejor qué está pasando.

Si podés, evitá el choque

No todo se resuelve a los gritos ni hace falta encarar cada problema de frente. Evitar el conflicto no es hacerse el distraído, sino saber cuándo vale la pena meterse y cuándo conviene dejar pasar. Elegir bien tus batallas te ayuda a cuidar la energía y a mantener un buen clima en el equipo.

En algunas situaciones, lo más efectivo es evitar los roces innecesarios. Si hay alguien que siempre discute en las reuniones o se altera por pavadas, lo mejor es reducir al mínimo el trato directo. En vez de engancharte, enfocáte en cumplir con tu parte del laburo y mantené una comunicación clara y profesional. Esquivando discusiones sin sentido o juegos de poder, vas a cuidar tu equilibrio y mantener el foco en lo importante.

Mostrá empatía cuando hablás de los problemas

Si la actitud de ese compañero empieza a complicar el trabajo del grupo, ahí sí hay que hablarlo. Pero la forma en que lo encares puede marcar la diferencia.

En vez de señalar con el dedo o empezar con reproches, lo mejor es mostrar empatía y enfocarse en que al equipo le vaya bien. No arranques la charla con críticas, sino con frases del estilo: "Noté que últimamente parecés un poco abrumado" o "Quería saber cómo podemos trabajar mejor juntos".

Mostrar interés genuino puede abrir la puerta a un diálogo más sincero y generar un poco de confianza. Tener empatía no significa justificar las malas actitudes, sino buscar un clima más sano para encarar los problemas.

Si nada cambia, planteá una charla grupal

Si ya intentaste entender la situación y evitar el conflicto pero no hubo mejoras, el paso siguiente es hablarlo de frente con el equipo. En vez de ir directo a tu jefe sin que la otra persona se entere, podés proponer una reunión con todos los involucrados.

La charla en grupo permite que cada uno diga lo que piensa con claridad y sin vueltas.

Esa charla en grupo permite que cada uno diga lo que piensa con claridad y sin vueltas. Además, ayuda a que el compañero difícil entienda cómo sus actitudes afectan a los demás. Y de paso, evitás que todo se reduzca a un "yo dije, vos dijiste". Lo importante es mantener un tono respetuoso, enfocarse en los hechos y tratar de encontrar una salida que le sirva a todo el grupo.

Elevá el tema solo si es grave

Llevar el problema más arriba tiene que ser la última opción. Pero si la actitud del otro cruza un límite —si es violento, discrimina o sabotea el laburo del equipo a pesar de que ya hablaste varias veces—, entonces sí, hay que escalar el asunto. También si rompe con las normas de la empresa. En esos casos, no queda otra.

En esos casos, lo mejor es involucrar a Recursos Humanos o a alguien de mayor jerarquía, pero solo después de dejar asentados los episodios concretos y de haber intentado resolver el problema de forma informal. Cuando plantees la situación, hacelo con respeto y profesionalismo. Pedí una reunión con todas las partes —incluido Recursos Humanos o algún tercero neutral— para que haya imparcialidad y quede claro que no se trata de un reclamo personal.

Saber cómo convivir con un compañero difícil es una habilidad clave en cualquier trabajo. Muestra que sabés manejar conflictos, comunicarte bien y que te importa más el resultado del equipo que tus enojos personales. Estos cinco pasos no solo te van a servir para sobrellevar situaciones complicadas, también pueden marcar la diferencia cuando te evalúan como futuro líder. Cómo respondés ante los problemas dice mucho de vos. Y tratar con respeto y profesionalismo a quienes complican el clima laboral puede terminar fortaleciendo tu posición dentro de la empresa.

 

Nota publicada por Forbes US