Cuánto cuesta la alegría: Estos son los negocios que mueve la industria del carnaval
La economía del carnaval se motoriza cada año en ciudades como Gualeguaychú y Corrientes, donde proyectan recibir más de medio millón de visitantes este año con un gasto promedio por noche de $10.000 por persona. El detrás de escena de las plumas.


"Las primeras noches de carnaval nos han arrojado datos muy positivos. El 80% de los turistas viene con amigos o familia y tienen un gasto promedio arriba de los $8.000, $9.000 por noche por persona; esto incluye la entrada, estacionamiento, después la consumición interna y más del 75% se mueve en vehículo particular y un 20% utiliza el transporte público", señaló el responsable del Observatorio Turístico de la provincia de Corrientes, Roberto Bezos, en diálogo con Télam.

En este sentido, Bezos explicó que para dimensionar el movimiento económico que generan los festejos de carnaval es necesario trascender la capital correntina, "porque en más de 20 localidades de la provincia se realizan carnavales de gran envergadura y, además de los carnavales que se están desarrollando en el corredor sur de Paso de los Libres, por ejemplo, que tienen mucha influencia de Brasil, son espectaculares".

"En este momento se presenta un movimiento prácticamente todo el año, porque acá trabajan desde talleristas que se dedican a los estandartes, gente que borda los trajes, gente que está en la industria de las plumas de faisanes, para tener plumas para los carnavales, hasta el zapatero que se dedica a hacer las botas y los zapatos bordados", señaló Bezos.

De la misma manera la presidenta del Comité Mixto de Turismo de Entre Ríos, Pía Gavagnin, conversó con Télam y sostuvo que "el Carnaval es el producto estrella de Gualeguaychú, es el producto por el que Gualeguaychú se convirtió más en referencia a nivel país, turísticamente hablando, que es una de las de las actividades económicas más importantes del verano, que no solamente genera movimiento económico durante la temporada de verano, sino también, durante todo el año el carnaval".

Carnaval en Corrientes

"En el cálculo que sacamos para el primer fin de semana de enero, cuando nosotros tuvimos la Fiesta del Pescado y el Vino Entrerriano, y tiene entrada libre y gratuita, son cuatro noches, este año coincidió con el fin de semana del inicio del carnaval, entonces se hizo durante tres días. Ese fin de semana estimamos un gasto aproximado entre alojamiento, comida y esparcimiento para los turistas de $10.000 por persona", indicó Gavagnin.

En ambas localidades los carnavales tienen una duración de diez noches y los precios de las entradas al corsódromo, para febrero, van desde los $1.100 a $3.300 para las tribunas en la ciudad de Corrientes, y de $3.600 a $4.200 en Gualeguaychú con acceso a las tribunas populares.

"Vienen siendo noches muy buenas de un promedio de 20.000 espectadores por noche. El corsódromo tiene aproximadamente una capacidad de 25.000 personas. Cada fin de semana de enero es un precio y en febrero aumenta un poco y después, el fin de semana largo de carnaval, aumenta un poco más", dijo Gavagnin.

También destacó que el mes de enero "fue muy bueno", y agregó que "el fuerte de Gualeguaychú es el mes de febrero y este verano se dio que ya enero fue muy positivo. El fin de semana pasado tuvimos ocupación plena y ahora las reservas vienen muy bien y para el fin de semana de carnaval prácticamente no queda alojamiento disponible, así que entendemos que va a terminar siendo una temporada buena"

El espectáculo Carnaval del País de Gualeguaychú integra la presentación de cinco comparsas, 1.200 artistas y bailarines en escena, trajes confeccionados a mano con pedrería, más de 70.000 plumas y 15 carrozas en movimiento.

Por su parte, Bezos manifestó que la llegada de 100.000 visitantes en las noches del carnaval de la ciudad de Corrientes tendrá un impacto económico directo en el sector hotelero y gastronómico de la localidad, aunque medir lo que conlleva todo el negocio del carnaval trasciende a estos sectores.

Carnaval en Gualeguaychú

"Medir todo lo que conlleva el carnaval es mucho más, hay trajes de millones de pesos porque llevan piedras. ¿Cómo explicarte lo que una comparsa de más de 500 integrantes gasta en elaborar un traje? Un traje sencillo hoy no baja de $200.000, porque son elaboraciones artesanales de piedra, ya casi no se usa el bordado, es todo strass, piedras preciosas, plumas, todo una artesanía son esos trajes", explicó.

Los desfiles en la capital nacional del carnaval tienen lugar en el Corsódromo "Nolo Alías", con capacidad de 30 mil personas. Las comparsas más grandes del país se encuentran aquí, con más de 1.500 integrantes y es considerado uno de los más lujosos del mundo.

En plena temporada, los talleres de las cinco comparsas de Gualeguaychú ajustan detalles y despliegan tareas de mantenimiento entre unas 50.000 plumas de todos los colores, montañas de telgopor, cientos de flota flota y carrozas de doce metros de altura.

Los talleres del carnaval

En una recorrida por los galpones que ocupan cuadras enteras, sus trabajadores contaron a Télam los secretos para dar vida al Carnaval del País, el espectáculo teatral a cielo abierto más grande de Argentina, que espera alcanzar su récord de turistas el próximo fin de semana largo.

Durante diez noches de enero y febrero un jurado evalúa los ítems de vestuario, carrozas, música y desplazamiento para consagrar una ganadora.

En esta edición vuelven las cinco comparsas de Gualeguaychú a la pasarela: Papelitos, del Club Deportivo Juventud Unida; O'Bahía, del Club de Pescadores; Ará Yeví, del Tiro Federal; Kamarr, del Centro Sirio Libanés; y Marí Marí del Club Central Entrerriano, todas fundadas por mujeres entre 1977 y 1981.

A tres cuadras del corsódromo funciona una de las cinco fábricas que arman el Carnaval del País, espectáculo que este verano ya superó los 100.000 espectadores y se espera que bata récords en febrero.

Juan Villagra, director de Papelitos.

En una jornada de semana a media mañana brotan chispas desde el fondo del galpón de casi 90 metros de largo de la comparsa Papelitos, donde Juan Carlos Urrels suelda el hierro de un espaldar que tiene plumas de gallo blancas. Cada varilla debe quedar con la inclinación perfecta y eso solo se puede saber a ojo.

"Esto me cambió la vida porque yo trabajaba en una metalúrgica. Acá todos los días hay un trabajo distinto, eso es lo bueno porque la rutina aburre", asegura el hombre.

El momento de mayor actividad es diciembre, cuando alrededor de 50 personas en cada una de las comparsas trabajan hasta en Navidad para llegar al primer sábado de carnaval. A esa altura del año, el turno de ocho horas se vuelve difuso y el horario se puede extender hasta la madrugada.

Una de las tareas más comunes es la reparación de los espaldares que cargan los integrantes de las comparsas sobre sus hombros, que se pueden romper porque se hacen con un hierro muy fino para que sean livianos a la hora de bailar. Los más pesados rondan los 30 kilos y una falla en la confección o un mal ajuste pueden dejar en carne viva la piel de cualquier bailarín.

"El arreglo es más difícil que hacerlo nuevo. Hay que trabajar con las plumas y tener cuidado de que no se quemen. Cada profesión tiene sus secretos", sigue Juan Carlos.

Y lo peor que puede pasar es que se prendan fuego. "Hoy en día el mayor capital que tienen los clubes son las plumas", dice a Télam Juan Villagra, director de Papelitos, rodeado de plumas amarillas y azules que contrastan con su chomba gris.

"Un faisán lady de 110 centímetros está más o menos 3.500 pesos cada pluma. Y el espaldar de una bastonera tiene 350 de esas que vienen todas de afuera", detalla el diseñador gráfico.

Carnaval

Las plumas de faisán son las más caras y se venden por centímetros, mientras que las de avestruz, pavo real o gallo se comercializan por kilos. Cuando termina el carnaval, se guardan todas en bolsas con naftalina o en tubos para que no se quiebren. Y así pueden llegar a durar unos diez años.

Más tarde, en los galpones de enfrente, el director de Marí Marí, Emanuel Pérez, revelará más secretos: "Las plumas nos llegan de color natural o blancas y después se las va cambiando a un color más oscuro porque se ensucian o pierden calidad. Y cuando la pluma llega a su final se tiñe de negro".

En promedio, cada comparsa tiene alrededor de 50.000 plumas, aunque confiesan que es imposible contabilizarlas con exactitud.

El galpón de Marí Marí tiene 60 metros de largo por 40 de ancho y con el sol del mediodía las chapas parecen hervir. Pero al director de la comparsa más ganadora de la historia parece no importarle el aire caliente que se respira: "Estoy en mi lugar. Está es la industria del carnaval, pero a su vez es mi segunda casa", afirma sonriendo.

Fabian Scovenna

Sobre los tiempos que lleva plasmar una temática, Pérez explica que antes trabajaban diez meses, pero que ahora, con la profesionalización de muchos oficios, suele demorar entre seis y ocho meses. "Es todo más intenso", advierte.

Sobre la calle Estrada que bordea el corsódromo, ubicado en el predio de la antigua estación de trenes de la ciudad, se encuentran los galpones de Ará Yeví, O´Bahía y Kamarr.

En el primer piso del galpón de Ará Yeví los talleres de costura, materiales y depósitos se suceden en un pasillo infinito donde cada puerta se abre y emerge un mundo formado por rollos de telas, máscaras, alambres, montañas de planchas de telgopor que esperan ser reutilizadas y estanterías con gemas de plástico que van desde el piso hasta el techo.

Al costado de una de las grandes mesas rectangulares de confección, dos hombres empluman un espaldar mientras toman mate y suena de fondo "La Isla Bonita" de Madonna.

"Están pinchando las plumas en el flota flota", explica a Télam Leandro Rosviar, el director que ganó cuatro de los cinco campeonatos que tiene Ará Yeví. Y detalla: "Se forra el medio flota flota, se le hace un agujero con un punzón y la pluma se pincha con silicona. Por eso, quedan como en forma de explosión".

 

Leandro Rosviar, director de Ara Yevi.

Este año cada comparsa debe tener por reglamento entre 220 y 240 integrantes y se les da una hora para desfilar por los 500 metros de la pasarela, con cinco minutos de tolerancia antes del descuento de puntos.

Otra de las áreas más demandantes de la producción es el vestuario. En la mayoría de los trajes se utiliza la técnica de matelaseado, una costura que une varias capas de telas formando un dibujo específico.

Para dar volumen a los trajes, se coloca entre las telas goma espuma o membrana bajo teja, material aislante que se utiliza en la construcción sobre el cielorraso.

En cambio, una de las técnicas que se dejó de lado es el bordado a mano de lentejuela por lentejuela por la cantidad de tiempo que demanda. Ahora, se pegan gemas y piedras brillantes con adhesivos de contacto.

Desde el galpón de Kamarr, María Laura Silva, encargada del taller de costura, dice que para ella lo más importante es la prolijidad. "No me gusta que queden hilos ni la tela arrugada. Soy obsesiva con eso", cuenta riendo.

Con 61 años, Laura viste un delantal azul y tiene manos suaves y mullidas por las que deben haber pasado más de 8.000 trajes en sus 26 años como costurera del carnaval.

"Paso más tiempo acá que en mi casa. Me encanta esto y es un orgullo ver a los bailarines con los trajes", agrega y su voz se mezcla con el tema de Gilda "Pasito a pasito" que inunda el salón.

Contiguo al taller de costura se despliega el galpón donde descansan tres carrozas y cientos de espaldares entre penumbras. Ya son las 20 y afuera llueve. El olor a pintura se mezcla con el de tierra mojada y los carnavaleros hacen juramentos al cielo para que no llueva el sábado.

Las carrozas son gigantes construidos en base a hierro, telgopor y madera que tienen unos 12 metros de alto por 15 de largo y pueden llegar a un máximo de 6,5 metros de ancho por las limitaciones del corsódromo.

El equipo de Marí Marí

"La estructura es de hierros y caños. Luego se talla telgopor y se lo pule. Después se empapela todo para darle rigidez y protección. Se le dan diferentes manos de pintura y por último se decora", explica Mario Martínez, director de Kamarr, y cuenta que todo el proceso puede demorar unos tres meses.

"Este lugar es caóticamente alegre; mirás por todos lados y encontrás plumas y brillos junto con una parte que es todo fierros, donde suceden las cosas en realidad. Acá se crean cosas hermosas dentro de este caos", afirma Milagros Reyes, la reina de Kamarr, de 23 años, mientras empiezan a retumbar en el galpón los primeros repiques del ensayo de la batucada.

Milagros Reyes, la reina de Kamarr

A diferencia de las otras comparsas, O´Bahía traslada su taller de costura a fines de diciembre a la escuela "José María Ruperto Gelós" del Club de Pescadores. Cada aula es invadida por trajes que se apoyan en los pupitres y por hojas A4 con diseños de maquillajes que se pegan en los pizarrones.

En una de las aulas, el director de la comparsa, Fabián Scovenna, pega cordones plateados alrededor de unos bastones negros que portan el símbolo de la paz en alusión a Los Beatles.

Ante la pregunta de qué es el carnaval, dice: "Es una forma de vivir. No hay una noche que no queramos estar. No nos importa acostarnos tarde por terminar un vestuario", una respuesta que se repite en cada taller y galpón.

 

Mientras que para quienes viven fuera de Gualeguaychú el carnaval se reduce a un fin de semana largo, esa ciudad entrerriana vive todo el año fabricando carnaval para que en diez noches de fiesta los integrantes de las cinco comparsas les saquen chispas a la pasarela más famosa del país.

  • Por María Laura Da Silva y Milagros Alonso para Télam