Marcela Dobal Directora de Forbes Uruguay
El interior, dice Lucas Sugo, no es uno solo, pero marca un sentimiento de pertenencia que lo obliga a volver. Nacido en Tacuarembó e hijo de una maestra rural, empezó a cantar, y a trabajar, a los 14 años. También rápido aprendió del error: aquella primera "bandita" que sonó mal en un baile modesto le demostró la importancia de prepararse.
Esa ética se consolidó en sus 10 años de trayectoria con Sonido Profesional y en una salida como solista que no fue una quijotada, sino un plan de años: agenda cerrada y metas claras. En 2014 "Cinco minutos" fue un hit, pero el verdadero desafío fue mantenerse vigente.
La prosperidad, advierte, es efímera. Por eso primero aseguró un techo para su madre y ordenó sus finanzas. En Forbes Insurance Summit contó cómo un accidente con un caballo reforzó su mirada sobre la gestión del riesgo. Hoy, con base en la zona rural, su norte es mantenerse conectado con los suyos. La música es el medio; el fin, afirma, es que sus hijos vean "huellas prolijas".
¿Cómo fue ese crecimiento de ir dándote a conocer con Sonido Profesional antes de ser solista?
El interior no es uno solo, pero son muchos que hacen a un sentimiento de pertenencia muy arraigado. Tengo que recorrer 1.000 kilómetros para estar aquí y eso genera un desgaste muy grande, pero ese sentimiento de pertenencia hace que uno tenga la necesidad emocional de volver. Allá es donde están las pilas emocionales, donde está mi norte, no solamente el geográfico, sino el emocional que nos permite justamente emprender cualquier tipo de camino.
¿Seguís viviendo en una zona rural?
Sí, vivo en la zona rural. Nací en Tacuarembó, mi madre es maestra rural. Hubo una crianza con las necesidades básicas cubiertas, pero también con carencias. Y después cuando las cosas se fueron dando en mi carrera, que demoró, y felizmente demoró, porque fue muy didáctica esa espera, hubo muchas cachetadas. Eso hace que uno valore ahora y que pueda tener ciertas opciones como la posibilidad de vivir ya hace como 10 años en la zona rural porque es algo que me gusta mucho.
¿Cuáles fueron las cachetadas que más te dolieron?
Muchas. Me acuerdo que era adolescente y quería armar una banda. Empecé a cantar y a trabajar, o sea, a percibir un ingreso desde los 14 años. Tenía la decisión muy firme de querer emprender un camino artístico, y también de dar una ayuda en el hogar. Armamos una bandita y salimos a cantar. Logramos un toque, pero nos preparamos mal. Era un lugar muy modesto, hasta menos que modesto. Sonamos muy mal. Así es que se aprende, lo tengo bien grabado a fuego de que me tengo que preparar para todo lo que uno pueda emprender. Desde ahí siempre ensayé bastante, siempre me preparé bastante y traté de sonar bien, desde el Solís y el estadio Centenario hasta en un baile de campaña.
¿Qué es lo más difícil llegar al hit o sostener el éxito?
Lo más difícil es retener la vigencia, todos queremos eso. La canción "Cinco minutos" fue un golpe de suerte. Pero es como dicen, "que el golpe de suerte te agarre preparado". Porque laburando vos podes sacarle bastante jugo. Para hacer esa canción hice miles de canciones y no pasaba nada. En 2014, cuando salió la canción empecé a venir a Montevideo a hacer teatros. Agotamos cuatro teatros Metro y como vimos que se agotó en el día, redoblamos la apuesta y fuimos a hacer un Teatro de Verano. Terminamos haciendo dos.
¿Ya eres consciente en ese momento del éxito?
Sí. Esa conciencia me generaba presión, tremenda mochila saber que todo es efímero. Ya en el 2015, cuando decidí hacer un Velódromo felizmente vi que la gente empezó a respaldar el combo artístico y no solamente la canción.
¿Qué fue lo primero que hiciste cuando comenzaste a tener ingresos más estables con la música?
Vengo de un contexto modesto, entonces nosotros no teníamos ni para pasar discos, yo iba a la casa de un vecino a escuchar. Cuando empecé a trabajar a los 14 años, lo primero que hice fue comprar un reproductor de música, esos con forma de "huevito", y quedaba extasiado. Con mamá lo que queríamos era acceder a una casa propia. Y eso me quedó latente, entonces cuando empecé a percibir ingresos relativamente importantes, lo primero que hice fue ayudar a mamá y tener una casa propia. Me esforcé mucho en tratar de administrar las cosas, administrar mi vida, administrar mis ingresos, porque sabemos que la música puede ser efímera.
¿Sos más conservador o más arriesgado en general?
Muy conservador. Estuve 10 años en una banda, Sonido Profesional, muy conocida en el interior. Y en los últimos cuatro yo ya había tomado la decisión de salir como solista. Lo hice con todo pronto, con una agenda de un año. Lo único que tenía era el peso de no defraudar a toda esa gente. No fue una quijotada, de "vamos a ver qué pasa". No, hubo toda una programación de muchos años, de mucha seriedad, siguiendo por aquello de que algunas cosas se lograban pero el nivel de vida seguía siendo igual. Esos son valores adquiridos desde el hogar que me permitieron justamente disfrutar, sí, de las luces, utilizarlas también, pero no dejarme encandilar por ellas.
El año pasado sufriste un accidente con un caballo. ¿Qué lección te dejó?
Fue un momento de mucha mala suerte, y una cantidad de buena suerte después muy grande también. Ya que estamos hablando de seguros, hubo un quiebre también en mi vida por ese lado. Hoy tengo cierta estabilidad, pero como mencionaba hace un rato, estuve muchos años donde no la tuve. Lo que me ha tocado vivir es muy raro en lo que hace a la parte material. Por eso digo, uno tiene que cambiar el chip y empezar a hablar más con los pares, para tratar de que la gente tenga más consciencia de que esto lo podés tener hoy, pero lo podés perder. Tiene que haber más seriedad, tiene que haber más preparación. Uno las tiene que manejar con mesura, con prudencia y con seguridad.
Después de tanto éxito, ¿con qué soñás ahora?
Lo hablábamos cuando hicimos el Estadio Centenario, y esa era la interrogante, ¿y ahora qué queda por hacer? El circuito es muy chico. La proyección a nivel internacional, en mi caso no es muy grande. En Argentina hicimos un Luna Park, hicimos dos Gran Rex, un Teatro Ópera. Hemos viajado a muchos países, pero todo con esfuerzo.
¿Y qué es lo que quiero ahora? Lo que voy a hacer ahora en un ratito, volver al club donde me vieron crecer y volver con los míos. Que los míos disfruten también de esto lindo. Es un privilegio estar acá, es especial, no es mi zona de confort. Pero tengo una necesidad ahora de volver a ellos, de festejarles y de cantarles. Quiero llevar adelante acciones sociales.
¿Qué legado querés dejar en la música?
¿En la música? Ninguno. Me estoy esforzando para la pulcritud de las huellas. Lo que me mueve no es musical, es otra cosa, es la conexión con la gente. La música es una herramienta pura y exclusiva para conectarme con la gente, para intercambiar, para motivar, para generar estados emocionales. Lo que quiero que quede principalmente, y ahora mucho más, es que mis hijos vean lo prolijo de las huellas. Porque estoy seguro que mis hijos son los primeros que están mirando cuando yo levanto el pie a ver si la huella está prolija. La música viene y va, pero los valores quedan.