Daniel Davrieux combina dos territorios que rara vez se encuentran con tanta naturalidad: dirige el Centro de Psicoterapia Di Mauro Davrieux y compite como atleta paralímpico no vidente. Desde ambos lugares repite como idea central que la vida se ordena cuando uno encuentra sentido, se permite sentir y, sobre todo, aprende a pedir ayuda.
En su trabajo clínico con directivos observa un cambio que considera saludable. Los líderes hablan más de su salud mental, reconocen el estrés y empiezan a revisar su vínculo con el tiempo.
"La nueva riqueza es el tiempo. Muchos buscan trabajar mejor, no más", explicó.
Lo ve como un giro cultural: dejar el traje del superhéroe, aunque sea por unas horas, y volver a la vida cotidiana con otra claridad.
Su historia apoya ese mensaje. A los seis años le dijeron que iba a perder la visión en algún momento. La ceguera llegó en la adolescencia, pero el punto de quiebre ocurrió cuando tomó por primera vez el bastón blanco. Lo que esperaba como un golpe se transformó en alivio. "Me liberé de la presión de mostrar que podía con todo. Dejé de ocultar una parte de mí", confesó. A partir de ahí entendió que aceptar la fragilidad no solo no resta fuerza, sino que habilita un modo más real de estar en el mundo.
El deporte llegó después, cuando ya tenía 35 o 36 años, casi como una segunda oportunidad. Sin experiencia previa empezó con una carrera 10K, ganó su categoría y encontró un nuevo camino. A los 40 corrió su primera prueba internacional representando a Uruguay. Esa experiencia le enseñó algo que hoy traslada a su consultorio: la psicología también se construye en la acción. Disciplina, profesionalismo, foco y una meta clara. "Si uno está conectado con un sueño, las excusas pierden poder", señaló.
Tres claves para superar la adversidad
Davrieux suele condensar todo en tres claves que comparte en charlas, sesiones y entrenamientos. No son recetas, pero funcionan como coordenadas útiles para tiempos de cambio.
1. Mirar hacia adentro.
Propone un gesto simple: cerrar los ojos. No para dejar de ver, sino para mirar de otra forma. Ahí aparece lo esencial: lo que uno siente, lo que quiere, lo que necesita ajustar. "Cuando uno se anima a escucharse sin filtros, aparece una verdad incómoda pero liberadora", afirmó. Sostuvo que de ese espacio interno surge una fuerza concreta, capaz de ordenar decisiones y bajar el ruido externo.
2. Evitar las excusas con un propósito claro.
Como atleta, cada mañana podría abandonar antes de empezar. No encuentra el celular, no ubica la taza, no sabe dónde están los championes. Pero aprendió a reconocer las excusas apenas aparecen y a desarmarlas rápido. El antídoto es el propósito. "Si tenés claro para qué te levantás, las excusas duran segundos", dijo. Tener un para qué, insiste, es lo que sostiene los días difíciles.
3. Dejarse guiar.
La autonomía, dijo, también se construye con otros. En las carreras confía plenamente en su guía, que lo lleva por ciudades desconocidas a máxima velocidad. En su casa confía en su esposa. En la clínica, en su socio. Pedir ayuda no lo debilita: lo impulsa. "Confiar en otro no te resta autonomía; te da dirección", resumió. A veces, aceptar la compañía es lo que permite avanzar.
Para Davrieux, lo importante es cómo se atraviesa la incertidumbre y su vida ofrece un camino claro: mirar hacia adentro, sostener un propósito y aceptar que nadie llega solo.