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Polo. Foto: Pexels.
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El polo uruguayo entra en una nueva liga: más caballos, más inversión y proyección internacional

Mariana Malek

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El deporte crece con más competencias, infraestructura y capitales, consolidando su lugar en el circuito internacional y la economía local.

18 Diciembre de 2025 09.31

El polo en Uruguay atraviesa una fase de expansión impulsada por inversiones extranjeras, ajustes regulatorios que facilitan el ingreso de caballos y una liga local en crecimiento. En apenas dos años, el aumento de competencias, infraestructura e interés inversor consolidó a la actividad como un deporte con impacto económico real y proyección internacional, con epicentro en el corredor José Ignacio–Punta del Este.

La temporada pasó de movilizar unos 350 caballos —de los cuales 25 provenían de Argentina— a cerca de 700 en apenas un año. De ese total, 240 llegaron desde el país vecino bajo un régimen de admisión temporaria que permite a los jugadores ingresar sus caballos por hasta 90 días, competir durante todo el verano y retornar sin restricciones. 

“Ese cambio nos permitió dar un salto de calidad inmediato. Más caballos significa más equipos, mejor nivel deportivo y mayor atractivo internacional” dijo a Forbes Uruguay Alexis Guymnot de Boismenu, presidente de la Asociación Uruguaya de Polo (AUP).

Hoy Punta del Este cuenta con 16 canchas operativas, varias más en construcción y seis clubes afiliados. La temporada se extendió y se diversificó, comenzando a solaparse con el calendario regional y captando jugadores que antes competían exclusivamente en Argentina, Estados Unidos o Europa.

Más diverso y competitivo

El crecimiento también es deportivo. Uruguay obtuvo el tercer puesto en el Mundial de Polo disputado en Wellington, Florida, en 2022, un resultado que reforzó su visibilidad internacional. A nivel local, la agenda suma hitos como el primer partido de la Copa David Stirling Díaz, que se jugará el 4 de enero frente a Argentina, en homenaje al abuelo de David “Pelón” Stirling, referente global del deporte. “Pelón funciona como un embajador natural. Todo lo que logró abrió puertas y puso a Uruguay en conversaciones donde antes no estaba”, agregó Guymnot.

La temporada incorpora además diversidad y renovación: el 1º de enero se disputará el primer torneo abierto femenino de polo, una señal de profesionalización y ampliación de la base del deporte. “El polo femenino crece en todo el mundo y Uruguay empieza a acompañar ese proceso”, coinciden desde la organización.

Un atractivo para los inversores

Detrás del crecimiento deportivo hay una economía en movimiento. Montar un campo de polo en Uruguay requiere inversiones que van desde US$ 15.000 hasta US$ 40.000, según infraestructura y equipamiento. A eso se suman costos de cuidado equino, personal especializado, veterinaria, herrería, transporte y mantenimiento de canchas. Cada torneo activa una cadena de valor que excede ampliamente a los jugadores dentro de la cancha.

“Cada jugador tiene uno o más petiseros (cuidadores expertos de caballos), además de herreros, veterinarios, transporte especializado y alimentación”, explicó Guymnot. “También intervienen ingenieros y equipos que mantienen las canchas: tapan, cortan césped, fumigan, instalan tableros y coordinan banderilleros. Alrededor del polo se genera una enorme cantidad de trabajo directo e indirecto. Es una industria sin chimenea”, afirmó.

Ese ecosistema empieza a atraer capitales. En José Ignacio y Cantegril se analizan desarrollos que combinan deporte, real estate y experiencias premium. En ese marco, la inversión de US$ 11,8 millones de Eduardo Costantini y Adolfo Cambiasso para adquirir 145 hectáreas y desarrollar residencias de lujo con un campo de polo bajo el sello La Dolfina funciona como ancla de largo plazo. No es el único caso: crece el número de privados que incorporan campos de polo en chacras y terrenos propios.

El atractivo no es solo deportivo. Uruguay suma cultura ecuestre, cercanía con Argentina “principal polo del mundo”, seguridad personal y jurídica, libre entrada y salida de divisas, igualdad de condiciones para inversores locales y extranjeros y un sistema tributario competitivo. “No vienen por eso, pero cuando lo conocen, se quedan”, resume Guymnot.

Las marcas también tomaron nota. La AUP fortaleció los torneos con eventos sociales, after polo y activaciones que amplían público y alcance. El resultado es concreto: la inversión de marcas creció más del 100% en los últimos dos años. Indumentaria, bebidas, real estate y marcas de lifestyle encuentran en el polo una plataforma alineada con audiencias de alto poder adquisitivo.

El desafío

Sostener el crecimiento sin perder calidad es la próxima meta. Infraestructura adecuada, bienestar animal, planificación territorial y reglas claras aparecen como condiciones clave para consolidar un sector que ya no juega solo un partido deportivo, sino uno económico y estratégico.

Uruguay empieza a ocupar un lugar propio en el mapa global del polo. Los datos, la inversión y el interés internacional indican que el proceso está en marcha. Y que esta vez no es solo una moda de verano.

Sumando cuidados básicos, alimentación y alojamiento, el costo de mantenimiento de un caballo orientado a competencia—en ligas profesionales como en Argentina— suele situarse entre US$ 10.000 y US$ 30.000 al año por animal, con variaciones según la intensidad de uso, nivel del circuito y logística. Cuanto más alto es el nivel (torneos internacionales, transporte frecuente, recuperación con fisioterapia), mayor puede ser ese rango. 

Este marco coincide con la percepción de entrenadores y grooms de alto nivel: el cuidado de un caballo de polo profesional suele acercarse más al de un atleta de élite —con fisioterapia, recuperación pospartido y medicina preventiva intensiva— que al de un caballo “de campo”. 

Christmas Cup: la copa que larga la temporada en el este

La Christmas Cup es uno de los termómetros del crecimiento del polo en Uruguay. Organizada por Alfredo Goti, va por su sexta edición, tras la pausa de 2020 y 2021 por la pandemia.

Nació como una copa de transición para jugadores que llegaban antes de la temporada alta. Hoy convoca a 16 equipos, distribuidos en cinco clubes del este, y se juega desde el 19 de diciembre, anticipando el pico de actividad del verano.

Su diferencial es el clima social: partidos competitivos en un entorno distendido, en línea con modelos como Sotogrande.

“Es jugar al polo como quien juega al golf o al tenis en vacaciones, sin perder nivel”, explica Goti. El formato ayudó a extender la temporada y a consolidar a Punta del Este como base regional del circuito.

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