Rechazado por los reguladores y reivindicado por Wall Street: no pudo vender su app a Adobe pero debutó en la Bolsa y ahora vale U$S 20.000 millones
La presión antimonopolio frustró la adquisición de Figma por US$ 20 000 millones pero su fundador, Dylan Field, la llevó a cotizar y es una de las cinco IPO más grandes de tecnológicas en el año.

Cuando el equipo de Figma, una startup de diseño con base en San Francisco, volvió de las vacaciones de Navidad en enero de 2024, se encontró con una noticia dura. La compra por US$ 20.000 millones que había pactado Adobe, y que llevaba más de un año trabada por trabas regulatorias, se cayó por preocupaciones antimonopolio. 

Después de ese golpe, Dylan Field, cofundador y CEO, decidió resetear la estrategia de la compañía, que busca convertirse en el Google Docs del diseño. Figma bajó drásticamente su valoración interna, que pasó a ser de apenas US$ 10.000 millones, y lanzó una propuesta de retiro voluntario con una indemnización equivalente a tres meses de sueldo. Solo cerca del 4 % de sus 1.300 empleados aceptó la oferta.

Según inversores y especialistas, el objetivo de esa decisión fue fortalecer a la empresa y dejarla lista para su futuro como startup independiente. "El resultado final fue que contábamos con un equipo de personas extremadamente motivadas que trabajaron incansablemente para ofrecer nuevos productos", dijo Mamoon Hamid, inversor de Figma y socio en la firma de capital de riesgo Kleiner Perkins.

Un año y medio después, la jugada de Field funcionó. Este jueves, Figma y sus inversores se preparan para levantar US$ 1.200 millones a través de una venta pública de acciones, con una valoración superior a los US$ 19.000 millones (teniendo en cuenta opciones y otras asignaciones pendientes). Esta salida a la bolsa será es una de las cinco más grandes del sector tecnológico en lo que va del año.

Uno de los grandes beneficiados con la salida a la bolsa es el propio Field. Al precio actual de la OPI, su patrimonio se estima en US$ 1.800 millones. Pero eso podría ser solo el comienzo. Si se queda en Figma y las acciones cuadruplican su valor hasta los US$ 130, el CEO de 33 años podría desbloquear un paquete adicional de acciones que hoy equivale a US$ 1.300 millones antes de impuestos. Ese beneficio forma parte de los planes de compensación que le asignaron entre 2021 y 2025, similares a los que le había ofrecido Adobe como parte del intento de compra.

La estructura del plan de incentivos se alinea con una tendencia a largo plazo que también aplicó Tesla, cuando le prometió US$ 56.000 millones a Elon Musk por un proyecto ambicioso. Sin embargo, un tribunal de Delaware lo anuló en enero de 2024 al considerar que el proceso no había sido justo por el poder de Musk sobre el directorio. Musk apeló ese fallo.

Aunque Figma se hizo pública, Field todavía tiene un control enorme sobre la empresa que fundó en 2013. Según los términos de la OPI, conserva los derechos de voto sobre las acciones de su cofundador Evan Wallace, que al precio de la oferta valen cerca de US$ 900 millones. Field y Wallace controlarán el 99 % de las acciones Clase B de Figma, que otorgan 15 veces más poder de voto que las acciones Clase A, en manos de otros inversores. En total, Field —exintegrante de Forbes 30 Under 30— retendrá cerca del 74 % de los derechos de voto, incluyendo casi el 26 % asociado a las acciones de Wallace, su excompañero en la Universidad de Brown.

Dylan Field y Evan Wallace, co-fundadores de Figma.

 

Wallace habría alcanzado un patrimonio estimado en US$ 1.300 millones al precio de la OPI, aunque en junio donó un tercio de sus acciones a la Fundación Comunitaria Marin, una organización sin fines de lucro que trabaja para combatir la falta de vivienda, según publicó Axios. Wallace, que fue director de tecnología de Figma, dejó la empresa en 2021. Field, Wallace y la propia compañía evitaron hacer comentarios.

La salida a la bolsa marca un regreso fuerte para Figma, luego del fallido intento de compra por parte de Adobe en 2023, por US$ 20.000 millones. En ese momento, el CEO de Adobe, Shantanu Narayen, había calificado la operación como "transformadora" para la empresa dueña de Photoshop, Premiere Pro e Indesign. Pero muchos inversores de Adobe se resistieron a pagar una cifra que duplicaba la valoración anterior de Figma y representaba unas 50 veces sus ingresos anuales, que rondaban los US$ 400 millones.

El acuerdo también generó ruido entre los reguladores antimonopolio de Estados Unidos, Reino Unido y Europa, sin contar a los fans de Figma, muchos de los cuales ya habían abandonado las herramientas de Adobe por sus altos costos.

La adquisición, que se había anunciado en septiembre de 2022, se terminó cayendo a fines de diciembre de 2023. El golpe final llegó desde el Reino Unido, donde el organismo de control antimonopolio advirtió que la operación podía perjudicar la competencia en el mercado del software de diseño. Adobe tuvo que pagarle a Figma una compensación de US$ 1.000 millones por romper el acuerdo, pero eso no evitó que la empresa y su fundador tuvieran que encarar una reestructuración difícil.

"Abandonar un plan como la fusión es un día complicado, pero Dylan lo evaluó y dijo: 'Eso es todo, acá está el nuevo plan, sigamos adelante'", explicó John Lilly, inversor de Figma y socio en la firma de capital de riesgo Greylock. "Siempre da un poco de miedo ofrecerles plata para que se vayan, pero no en el caso de Dylan, y fue realmente positivo para la empresa", completó.

Mientras Field negociaba con Adobe y con reguladores de Estados Unidos y Europa, el equipo de Figma no se quedó quieto. A comienzos de ese verano, lanzaron una herramienta que permite convertir diseños en código. En el último año, además, sumaron una serie de nuevas funciones con diseño e inteligencia artificial.

Todo ese empuje permitió a Figma casi duplicar sus ingresos desde que se anunció el acuerdo con Adobe. En 2024, la compañía facturó US$ 749 millones, y el ritmo se aceleró: en el primer trimestre de 2025 vendió por US$ 228,2 millones, un 46 % más que en el mismo período del año anterior. Sin embargo, todavía no logra generar ganancias. El año pasado terminó con pérdidas por US$ 732 millones, en gran parte por una concesión de acciones a sus empleados que representó US$ 889 millones.

A pesar de eso, Figma conserva un halo de culto. Miles de personas participaron este año en Config, el evento anual que organiza la empresa en San Francisco y Londres. Field fue la figura central. Dejó la carrera de informática en la Universidad de Brown en 2012 para postularse a la beca Thiel, y junto a Wallace —su compañero de estudios— probó varias ideas: desde software para drones hasta un generador de memes. Finalmente se enfocaron en la edición de diseño, con Adobe Photoshop como modelo a superar.

La salida a la bolsa marca un regreso fuerte para Figma, luego del fallido intento de compra por parte de Adobe en 2023.

 

Tardaron años en lanzar una versión de prueba de su lienzo basado en navegador, pero cuando apareció en 2015, se volvió un éxito entre diseñadores y empleados de gigantes tecnológicos como Microsoft. Ese empuje llevó a que Figma alcanzara una valoración de US$ 10.000 millones apenas seis años después del primer lanzamiento. Desde entonces, se convirtió en una de las startups más observadas de Silicon Valley. La salida a la bolsa también dejó una ganancia inesperada para algunos de los principales inversores de Figma. Tres firmas de capital de riesgo de primera línea —Index, Greylock y Kleiner Perkins— hoy tienen acciones que, al precio de cotización, suman casi US$ 6.000 millones.

Index, que fue señalada como la principal accionista en los papeles de la OPV, tiene una participación valuada en unos US$ 2.100 millones. El ingreso se dio gracias a Danny Rimer, uno de los inversores de la Midas List, que apostó por Figma en su primera ronda cuando Field tenía apenas 19 años.

También salieron ganando Sequoia Capital e Iconiq, la gestora de patrimonios con base en Silicon Valley. El debut de Figma podría ser una señal de reactivación en el mercado, tras un largo parate. En las últimas semanas, otras OPV como la de Coreweave (US$ 23.000 millones) y Chime (US$ 12.000 millones), además de una serie de compras, empezaron a mover un poco el tablero y a romper una sequía que venía preocupando a los inversores del sector.

Algunos de los principales inversores de Figma están viviendo un año excepcional, y no solo por la salida a la bolsa de la compañía. Index también se beneficiará de la compra de Wiz por parte de Google por US$ 32.000 millones, la adquisición de Scale AI por US$ 14.000 millones de parte de Meta y la compra de Dream, el desarrollador de videojuegos turco, por US$ 5.000 millones. Por su parte, Kleiner Perkins hizo debutar en la Bolsa de Nueva York al fabricante de chips Ambiq esta semana y celebró la venta de Windsurf —una startup de codificación de vibraciones— por US$ 2.400 millones a Google.

Pero la misma obsesión por la inteligencia artificial que impulsó varios de estos negocios también empieza a representar una amenaza para Figma. Algunas startups como Lovable, Replit y StackBlitz vienen levantando fondos millonarios y ven crecer sus ingresos gracias al uso de IA para transformar instrucciones simples en prototipos, bocetos, sitios web e incluso aplicaciones completas. Justamente, muchas de esas tareas son las que tradicionalmente se hacen con Figma.

 

*Con información de Forbes US.