Florencia Radici Forbes Staff
"Siempre tuve la convicción de que crear valor era el camino", asegura Sergio Vázquez, fundador y CEO de Las Brisas, empresa referente en el desarrollo de alimentos orgánicos. Abogado de profesión, asegura que siempre tuvo vocación por la gestión y el emprendedurismo, "impulsado por la necesidad de aportar a la economía familiar". Esas experiencias, asegura, lo llevaron a probar ideas de todo tipo ("algunas con resultados muy positivos, otras no tanto"), pero que lo forjaron tanto en lo profesional como en lo personal.
"Más allá de lo académico, lo que me moldeó fue el contacto directo con la realidad, los errores, la resiliencia y el aprendizaje constante", asegura. Con el tiempo, esa energía emprendedora encontró rumbo en un sector concreto: la alimentación saludable. "Vi venir una tendencia global que todavía no había llegado con fuerza a la Argentina: la búsqueda de alimentos más naturales, más conscientes, más auténticos. Y decidí apostar por eso, incluso cuando el mercado local aún no lo pedía", recuerda.
Así, en el año 2000 y con una inversión de US$ 50.000, nació Las Brisas, como un proyecto familiar en un campo frutihortícola ubicado en Recreo, provincia de Santa Fe. "En ese momento, acababa de mudarme desde Mendoza a Santa Fe y me encontré con un nuevo contexto, desafíos productivos y una curva de aprendizaje marcada por lo climático, lo técnico y lo económico", dice Vázquez.
Desde el inicio, la empresa certificó el campo como orgánico, en ese entonces una práctica poco habitual, pero que le permitió vender frutas y verduras a mercados internacionales que ya valoraban esos atributos: "No eran productos para el consumo interno tradicional, eran alimentos premium con una lógica de valor agregado". Pero la crisis global de 2008 volvió insostenible ese modelo exportador, por lo que tuvo que reconvertirse. Aplicando la premisa de que crisis es oportunidad, dio un vuelco y decidió volcarse a la industria. "En 2010 comenzamos a desarrollar nuestros primeros jugos con certificación orgánica y poco después sumamos mermeladas. Fue el punto de partida para construir una marca propia, con propósito, basada en alimentos saludables de verdad", explica.
Sin diluir la identidad
El portfolio actual de Las Brisas incluye jugos, mermeladas, limonadas, smoothies, sopas y salsas. Todos los productos, asegura Vázquez, son sin azúcar, sin conservantes, sin ingredientes artificiales o complejos, y 100% orgánicos certificados. "No seguimos modas: hacemos alimentos con propósito, que representan una forma de vida consciente, responsable y sostenible", diferencia.
Para el emprendedor, el 2024 fue "un año de inflexión", que permitió consolidar la propuesta en nuevos canales, como estaciones de servicio y puntos de venta saludables en zonas turísticas. "También afianzamos nuestra red de distribuidores y mejoramos nuestra visibilidad de marca", asegura. Esta estrategia hizo que Las Brisas tuviera una facturación de $ 1.200 millones, cifra que el emprendedor prevé duplicar este 2025.
"El 2025 viene cargado de muchas emociones, ya que cumplimos 25 años. Tenemos varios objetivos. En primer lugar, duplicar la facturación. Para eso potenciamos la presencia nacional y ampliamos la internacionalización (Dubai, Guatemala, Croacia, Uruguay). En segundo lugar, queremos mejorar procesos industriales y seguir desarrollando productos alineados con nuestro ADN. Y, por último, dar a conocer toda la experiencia, recorrido y nuevos productos que salen al mercado", explica.
El principal mercado de exportación es Uruguay, donde tiene distribución regular, pero está desarrollando presencia en Chile y tiene conversaciones abiertas en Paraguay. "No nos apuramos: queremos construir relaciones de largo plazo, con productos que se adapten al consumidor local sin perder nuestra esencia. La visión internacional está muy presente, pero debe avanzar con pasos firmes y sostenibles", aclara.
Las Brisas, que tiene 20 empleados, opera con una planta propia en la ciudad de Rosario, y con una logística a través de la cual abastece a todo el país, desde dietéticas pequeñas hasta grandes cadenas, pasando por cafeterías, hoteles y distribuidores especializados. "El mayor desafío que tenemos es escalar sin diluir la identidad. A medida que crecemos, es clave no resignar trazabilidad, sabor ni propósito. Otro reto es sostener la innovación con coherencia. No queremos lanzar productos solo para tener novedades; buscamos que cada nuevo desarrollo aporte valor real al consumidor. Las mermeladas sin azúcar o los jugos detox responden a esa lógica: son naturales, funcionales y certificados", dice. Este año, además, tiene previsto una inversión de US$ 250.000, destinada a tres áreas: ampliación de planta, desarrollo de nuevos productos, y logística y almacenamiento.