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Hyuna el 15 de septiembre de 2012 en el Paju Sound of a Drum Festival
Negocios

El lado oscuro del K-pop: el multimillonario negocio que se sostiene sobre controvertidas exigencias

Martina P. Veneziani

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La industria cultural más rentable de Asia enfrenta su mayor riesgo financiero: un modelo de producción que depende de la salud de jóvenes sometidos a estándares imposibles. Los primeros indicios muestran que ese costo humano podría convertirse en una amenaza sistémica para todo el sector.

21 Diciembre de 2025 15.00

Durante años, el K-pop fue el caso de estudio perfecto para cualquier MBA: una industria integrada verticalmente, con propiedad intelectual escalable, fandoms globales altamente monetizables y una maquinaria de entrenamiento que producía estrellas casi en serie. Corea del Sur logró convertir a sus idols en activos estratégicos de exportación cultural y construir un negocio que mueve miles de millones de dólares al año.

Pero la misma estructura que hizo tan eficiente al sistema empieza a mostrar grietas profundas. Lo que antes se consideraba simplemente "disciplina extrema" hoy se ve como lo que es: un modelo de producción que exprime el cuerpo y la salud mental de adolescentes y jóvenes, y que está empezando a generar interrupciones de giras, controversias legales, daños reputacionales y señales de saturación en su propio mercado doméstico.

El libro investigativo K-pop: Idols in Wonderland, publicado en 2025, sintetiza la dimensión del problema: ejecutivos y ex trainees describen jornadas de hasta 21 horas, escolaridad abandonada, cirugías cosméticas empujadas con gaslighting y un dato que se volvió titular global: un funcionario de agencia admite que ocho de cada diez trainees mujeres dejan de menstruar por las dietas extremas que se les imponen.

El caso más visible de los últimos meses es el de Hyuna, una de las figuras históricas del K-pop. A sus 33 años, con una carrera que va de Wonder Girls y 4Minute a una prolífica etapa solista, se desplomó sobre el escenario mientras interpretaba su hit Bubble Pop en el festival Waterbomb en Macao. Los videos muestran cómo pierde fuerza, gira con dificultad y termina cayendo al piso antes de ser cargada fuera del escenario por bailarines y seguridad.

Lo que convierte al episodio en un caso de estudio no es solo la caída, sino el contexto: días antes, Hyuna había publicado en redes una foto de sus pies llenos de moretones y ampollas sobre la balanza, mostrando que su peso había bajado a unos 49 kilos, tras perder alrededor de 10 kilos en un mes en respuesta a críticas sobre su cuerpo.

La estrella del pop surcoreano Hyuna se desplomó dramáticamente en el escenario durante un show.
La estrella del pop surcoreano Hyuna se desplomó dramáticamente en el escenario durante un show.

No era la primera vez que su salud quedaba en juego. La cantante había confesado que durante años llegó a sobrevivir con un solo kimbap (un especie de sushi pero coreano) al día para mantener su peso alrededor de los 40 kilos, que llegó a desmayarse hasta doce veces en un mes y que fue diagnosticada con depresión, trastorno de pánico y un tipo de síncope relacionado con caídas bruscas de presión.

Desde la perspectiva de negocios, el caso Hyuna es un ejemplo claro de lo que ocurre cuando el modelo de autoexplotación se lleva al límite: shows afectados, imágenes virales de colapso, fans preocupados, marcas nerviosas y una conversación global que deja de girar alrededor del producto para centrarse en el daño.

No es un incidente aislado. Es la punta visible de un patrón.

Dietas de hambre y "auto-optimización" convertida en mandato empresarial

Los estándares físicos del K-pop son conocidos: cintura mínima, rostro pequeño, piel perfecta, peso permanentemente controlado. Corea del Sur, donde casi una de cada cuatro mujeres de 19 a 29 años se ha sometido a cirugía estética, ha exportado también un ideal corporativo de belleza extrema que se vuelve requisito tácito para entrar en las grandes agencias.

Es en ese contexto en el que los relatos individuales se convierten en evidencia estructural.

En 2023, la integrante de NewJeans Hyein, entonces adolescente, apareció en un video de rodaje comiendo lo que se describió como su "comida durante el día de filmación": un poco de arroz amarillo, una rodaja de palta y medio tomate cherry. El clip, compartido inicialmente con tono casi lúdico, desató una ola de críticas en Corea y fuera de ella. ¿Eso era branding de autocuidado o prueba de una cultura de restricción normalizada en chicas de 14 o 15 años?

El caso de Momo, integrante de TWICE, es todavía más extremo. Antes del debut del grupo, la empresa le dio una orden concreta: perder siete kilos en una semana si quería subirse al escenario del showcase. Ella misma contó luego, en una transmisión en vivo, que pasó esa semana casi entera en el gimnasio y que su "dieta" se redujo prácticamente a cubos de hielo, por temor a engordar con cualquier otra cosa.


Momo finalmente logró el objetivo y TWICE se convirtió en uno de los grupos femeninos más exitosos de la historia del K-pop. El mensaje implícito hacia el resto de la industria fue claro: el sacrificio extremo funciona, y se premia.

En 2023, Hyein, miembro de NewJeans, reveló que estaba comiendo solo un tomate cherry, una rodaja de aguacate y una pequeña porción de arroz para mant
En 2023, Hyein, miembro de NewJeans, reveló que estaba comiendo solo un tomate cherry, una rodaja de aguacate y una pequeña porción de arroz para mant

En paralelo, la presión estética no se limita al entrenamiento. En 2024, J (Jang Ye Eun), integrante del grupo Stayc, se vio obligada a publicar una disculpa pública después de que un fancam se viralizara con comentarios sobre su "subida de peso". Admitió que había comenzado una dieta y rutina de ejercicio para "volver a su figura" y pidió perdón por no haberla "mantenido mejor". Lo que en cualquier otra industria sería una variación normal, aquí se convierte en un hecho con impacto reputacional que la artista debe gestionar como si se tratara de un error profesional grave.

Desmayos como síntoma de una tendencia enfermiza

Los desmayos en plena performance se han vuelto demasiado frecuentes como para seguir considerándose imprevistos aislados.

En 2019, Im Yeojin, de LOONA, se desplomó sobre el escenario durante un show en el Pepsi Center de Ciudad de México, en medio de una gira mundial con agenda comprimida. En el video se la ve tambalearse antes de caer, arrastrando incluso a una compañera que intenta sostenerla. El episodio fue explicado públicamente como agotamiento, casi una nota al pie dentro de una agenda de promociones. Pero para los analistas, es un indicador claro del nivel de exigencia física impuesto a grupos que encadenan vuelos intercontinentales, ensayos y coreografías sin pausas suficientes para recuperación.

En abril de 2025, la ex idol Wu Xuanyi, conocida por el grupo Cosmic Girls, se desmayó durante el ensayo de un programa de concursos en China. Su agencia atribuyó el episodio a una combinación de exceso de trabajo y condiciones climáticas adversas, ya que muchas performances se graban al aire libre. Las imágenes de Xuanyi siendo cargada fuera del escenario se sumaron a una larga lista de videos similares de idols que caen sin fuerzas frente a cámaras.

El caso del grupo Fifty Fifty es otra advertencia de manual. Tras el éxito global de Cupid, la banda quedó atrapada en una guerra legal con su sello, Attrakt, y con productores externos por contratos, regalías y control de la carrera. Mientras la disputa subía de tono, se supo que Keena, una de las integrantes, entraba en un párate por problemas de salud mental, con síntomas compatibles con estrés postraumático tras interrogatorios y negociaciones de alta presión en el marco del conflicto.

Su agencia reconoció que no participaría de las promociones por motivos de salud. Más allá de quién tuviera razón en el litigio, el mensaje fue inequívoco: el conflicto empresarial tenía consecuencias psicológicas directas sobre una artista de 23 años y sobre la continuidad de un grupo que era, en ese momento, uno de los activos más prometedores del catálogo coreano.

La combinación de demandas, parálisis promocional, rediseño de alineación y relanzamientos bajo otro nombre mostró el costo financiero de un ecosistema donde los cuerpos y las mentes de los artistas son tratados como recursos inagotables, cuando en realidad son los eslabones más frágiles de la cadena de valor.

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