Desganado y con hambre, Patrick Schwarzenegger mira una mesa de servicio artesanal repleta de tortas y sándwiches, pero enseguida se enfoca en el sushi de Sugarfish que tiene enfrente. El actor y empresario, de 31 años, casi no tuvo respiro en los últimos dos meses: recorrió 15 países para promocionar su serie de culto de HBO, The White Lotus.
"Siempre llevo barritas", dice mientras mete la mano en el bolsillo y saca dos de proteína Mosh, la marca que cofundó en 2021. "Sobre todo los días de rodaje, cuando no sabés qué snacks. Siempre llevo las mías", agrega.
Igual que su personaje en The White Lotus, Saxon Ratliff —fanático de los batidos de proteínas—, Patrick Schwarzenegger cuida su alimentación. Las coincidencias no terminan ahí: también se recibió en una universidad de élite con un título en negocios, viene de una familia con poder y conoce la riqueza desde chico. Pero mientras Saxon no logra despegarse del lujo heredado, Schwarzenegger empieza a hacerse su propio camino, tanto en el mundo empresarial como en la actuación.
Hijo de Arnold Schwarzenegger y Maria Shriver, creció entre Hollywood y la élite política. Su padre pasó de ser actor a gobernador multimillonario de California; su madre, periodista, es además parte del clan Kennedy. Desde chico, se enamoró de la actuación y solía visitar seguido los sets donde filmaba su papá.
"Hubo momentos en los que pensé: 'Dios mío, qué reto tan grande. ¿Debería cambiarme el apellido y usar un nombre artístico?'. Pensé en eso", admite Schwarzenegger. "Pero, al final, estoy muy orgulloso de mi padre y de la vida que me dio, del apellido que forjó y de la marca que creó", sostiene.
Antes de dedicarse de lleno a la actuación, adoptó la pasión de su padre por los negocios. Su madre lo recuerda de chico, pegado al televisor cada vez que daban Shark Tank, pidiendo cientos de dólares para su cumpleaños con la idea de abrir una cuenta en E-Trade y comprar acciones de Apple.
En 2008, con 15 años, hizo una pasantía con el productor John Davis, uno de los principales inversores en Wetzel's Pretzels. Davis y un grupo acababan de vender su parte en la empresa por unos US$ 36 millones, lo que representó 13 veces lo que habían puesto. Ese dato le quedó grabado, sobre todo cuando supo que Elise y Rick Wetzel estaban por abrir una nueva pizzería de comida rápida.
Los padres de Patrick le prestaron unos US$ 50.000 para invertir en Blaze Pizza, junto a otros como LeBron James. En 2014, cuando tenía 21 años, abrió la primera de sus dos franquicias en Los Ángeles, la ciudad donde nació.
"Lo que vi fueron consumidores que buscaban alternativas más saludables, opciones veganas para cubrir y una base más saludable", dice. "Así que pensé: 'Voy a seguir invirtiendo en [otras] empresas que hacen esto'", precisó.

En 2015, casi ocho años después de esa primera apuesta, Schwarzenegger —entonces en su último año de universidad— vendió sus acciones de Blaze por al menos US$ 2 millones, según Forbes. Devolvió el préstamo a sus padres e invirtió en otras marcas enfocadas en lo saludable, como Liquid IV (polvos hidratantes) y los refrescos prebióticos Olipop y Poppi. Esta última se vendió este año por US$ 2.000 millones.
Mientras su cartera de inversiones crecía, también lo hacía su presencia en la pantalla. Mientras estudiaba en la USC, empezó a tomar clases de actuación, una rutina que mantuvo durante diez años. Consiguió papeles menores en cine y televisión, como Niños Grandes 2 y la serie Scream Queens, aunque ninguno marcó un verdadero quiebre.
Cuando la pandemia frenó la industria del cine en 2020, Patrick se mudó con su madre y juntos lanzaron Mosh, una marca de barritas de proteína pensada para cuidar la salud cerebral. Maria Shriver impulsó el proyecto con una motivación personal: desde hace años promueve la investigación del Alzheimer, después de ver cómo la enfermedad afectó a su padre, Sargent Shriver, quien fue uno de los fundadores del Cuerpo de Paz, Head Start y otros programas impulsados durante el gobierno de Kennedy.
Mosh incluye ingredientes como citicolina, hongos melena de león y omega-3, que, según quienes los respaldan, ayudan a mejorar la función cognitiva. "Mi madre es mucho más visionaria, y yo soy quien hace realidad su sueño", dice Schwarzenegger. "Y soy el abogado del diablo en el ámbito empresarial", subraya.
Ambos invirtieron de su bolsillo cerca de US$ 1 millón en el crecimiento de Mosh. "No era como una marca respaldada por famosos donde recaudábamos dinero o contratábamos una agencia", dice. "Fabricamos las barritas con un médico y un formulador; lo hicimos todo. Pero además, llegó el Covid, cuando la cadena de suministro fue terrible; todo lo que podía salir mal, salió mal".
Aun con esas dificultades, el momento jugó a favor. El mercado de las barritas de proteína, que en 2024 movió unos US$ 5.000 millones, repuntó fuerte después de la pandemia, cuando las restricciones empezaron a desaparecer. En 2022, su primer año completo, Mosh facturó US$ 4 millones.
"Fue muy deliberado sobre cómo construimos la empresa", dice Shriver. "Quería [poner las barras] en Target el primer año y él dijo: 'No, tenemos que construir; tenemos que conocer a nuestro consumidor'. No está completamente tranquilo en el resto de su vida, pero en los negocios, es muy tranquilo y tiene mucho conocimiento".
En 2023, Mosh consiguió US$ 3 millones para acelerar su llegada a las góndolas, en una ronda de Serie A liderada por la firma de inversión del asesor financiero de Arnold Schwarzenegger. Ese año, la marca facturó US$ 7 millones. Para 2024 ya estaba en cadenas como Erewhon y Sprouts, y cerró con ingresos por US$ 12 millones. Todavía no llegó a ser rentable.
Schwarzenegger nunca dejó la actuación, aunque hubo un momento, cuando Mosh empezaba a despegar, en el que pensó en alejarse de Hollywood "si la actuación no despegaba". Todo cambió cuando consiguió un papel en una miniserie de HBO Max protagonizada por Colin Firth. Después interpretó a uno de los personajes principales en un spin-off de The Boys, de Amazon Prime, en 2023. Más tarde llegó The White Lotus.
Viajó a Tailandia a principios de 2024 para grabar la exitosa serie de Mike White. Pero el ritmo de trabajo doble lo desgastó.
"Era casi imposible intentar trabajar en Mosh mientras rodábamos en Tailandia", recuerda Schwarzenegger. "Había noches en las que tenía que levantarme a las 2 o 3 de la madrugada para reunirme con Sprouts o Kroger por Zoom", revela.
Por ahora, no piensa dejar la empresa, aunque ya cumplió su primer objetivo: llevar el negocio por encima de los US$ 10 millones en ingresos. "Ese era mi objetivo: ser quien dirigiera el barco para lograrlo", dice. "Es un tipo de negocio muy distinto pasar de cero a US$ 10 millones que llevarlo de ahí a US$ 100 millones. Y para eso hace falta alguien que esté en la calle todos los días, todo el día, para llevarlo al siguiente nivel", comenta.
Este año, Mosh apunta a superar los US$ 20 millones en ventas y está en plena ronda de inversión con la idea de crecer más fuerte en tiendas y, por fin, empezar a ser rentable, según Jeff Gamsey, presidente y director de operaciones de la marca. Schwarzenegger y Shriver ya buscan entrar en Costco y Walmart.
Mientras tanto, su vida se volvió cada vez más agitada. Pero para él, más movimiento casi siempre es mejor. "Hace unos años, un ejecutivo de un estudio me dijo que tenía que dejar el rollo empresarial, que no podía tener un pie en una cosa y el otro en otra", cuenta. "Pero creo que hay mucha simetría entre el cine y los negocios, y entiendo que, a medida que mi marca crece, espero que mi carrera como actor también crezca. Al final, como actor, sos un negocio, sos una marca".
*Con información de Forbes US.