Michelle Xia dedicó doce años a la investigación y la biotecnología en Estados Unidos antes de regresar a su China natal para trabajar en Crown Bioscience, una empresa estadounidense de investigación por contrato en ciencias de la vida. No pasó mucho tiempo hasta que se dio cuenta de que los pacientes de su país debían esperar bastante más que los estadounidenses para acceder a los fármacos más novedosos y de mejor calidad. En aquel momento, cuenta, los fármacos aprobados en Estados Unidos tardaban entre ocho y diez años en llegar a China.
"En China no había mucha innovación en el desarrollo de fármacos en aquel entonces", recuerda Xia. El país producía copias de medicamentos estadounidenses, pero con un gran retraso. Con la ambición de cambiar esa situación y gracias a su amplia experiencia en el sector, en 2012 fundó una empresa de biotecnología junto a dos antiguos colegas de Crown Bioscience y otro socio, en la ciudad sureña de Zhongshan, al oeste de Hong Kong. Asumió la dirección como CEO y presidenta de la startup, que bautizaron Akeso, en honor a la diosa griega de la curación.
Cinco años después de que Akeso comenzara a cotizar en la Bolsa de Hong Kong, su fármaco destacado contra el cáncer de pulmón atrajo una atención enorme en el sector farmacéutico. En un ensayo de fase 3 que se realizó en China el año pasado, compararon el medicamento de Akeso, ivonescimab, con Keytruda de Merck, que fue el fármaco más vendido del mundo con casi US$30.000 millones en ventas en 2024. Akeso logró superar a Keytruda.
Que un fármaco de una empresa china poco conocida venciera al éxito comercial de Merck impulsó un aumento en las acciones de Akeso. Su valor casi se triplicó en el último año. Esto transformó a Xia, de 58 años, en multimillonaria. Según estimaciones de Forbes, su fortuna asciende a US$1.200 millones, basada en la participación del 8,5% que ella y su familia tienen en la compañía. Forma parte del grupo de nueve multimillonarias chinas en el sector sanitario (dos heredaron su patrimonio) y de las 13 multimillonarias que construyeron su fortuna por cuenta propia en este rubro a nivel mundial.
Para Xia, más importante que su fortuna es que su empresa logró innovar. En su compuesto aclamado contra el cáncer, Akeso unió dos métodos existentes en un solo fármaco inyectable: estimular el sistema inmunitario para que ataque las células cancerosas y eliminar el cáncer al interrumpir el suministro de sangre a los tumores. "Normalmente, esa estrategia (de combinar dos métodos) se ignora considerablemente", afirma Robert Booth, exejecutivo científico sénior de Roche y otras empresas, y ahora miembro del consejo de Summit Therapeutics. En 2022, esta compañía autorizó el ivonescimab de Akeso para mercados como Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón. "Michelle no tuvo miedo de probarlo. Confía en su propio criterio científico", precisa.
El boom farmacéutico de China
Los logros de Akeso integran una ola reciente de éxitos de las empresas biofarmacéuticas chinas. Casi un tercio de los fármacos candidatos autorizados por grandes farmacéuticas provinieron de compañías chinas el año pasado, mientras que en 2019 no hubo ninguno, según la firma de investigación DealForma. En abril, una comisión del Congreso estadounidense, la Comisión de Seguridad Nacional sobre Biotecnología Emergente, advirtió en un informe que Estados Unidos corre el riesgo de perder su liderazgo en biotecnología. Además, recomendó que el gobierno destinara US$15.000 millones en financiamiento durante cinco años para apoyar la investigación y la producción de biotecnología.
"En los últimos cinco años, China pasó de ser un mercado atractivo a un pilar clave de la innovación biofarmacéutica global", escribió en mayo Roel van den Akker, responsable de operaciones farmacéuticas y de ciencias de la vida de PwC. Parte de ese avance se explica por científicos chinos que estudiaron o trabajaron en Estados Unidos y luego regresaron a China, como hizo Xia.

Xia, cuyo nombre de pila en China es Yu, creció en la provincia de Gansu, al noroeste del país. Fue hija de dos ingenieros con estudios universitarios. Tras recibirse en bioquímica en la Universidad Sun Yat-sen de Cantón en 1988, obtuvo una beca y se doctoró en biología molecular y microbiología en la Universidad de Newcastle, Reino Unido. En 1996, se mudó a Estados Unidos para investigar el cáncer en un laboratorio de la Universidad de Louisville, en Kentucky, donde contaba con algunos amigos.
Cuatro años después, empezó a trabajar en Celera Genomics, una empresa conocida por su fundador, Craig Venter, y su tarea en el primer borrador de la secuencia del genoma humano. Booth, miembro de la junta directiva de Summit Therapeutics, asumió el cargo de director científico de Celera en 2002 y organizó reuniones del comité de investigación con científicos de alto nivel, en parte para capacitar al personal más joven. "Michelle era probablemente la científica más joven que participaba en esas reuniones. Hacía las preguntas más inquisitivas", recuerda.
Booth también la asignó a un ensayo complejo (una prueba de laboratorio usada en el desarrollo de fármacos) que, cuando él trabajaba en Roche, les tomó diez semanas a cuatro científicos con mucha experiencia. "Esperaba que tardara meses, pero en dos semanas ya estaba produciendo resultados buenos y reproducibles", afirma. "Era una científica muy competente, muy productiva y humilde", agrega. Más tarde, trabajó en Bayer y en otras dos empresas. Durante su estadía en Estados Unidos, obtuvo la ciudadanía estadounidense.
La filosofía de Akeso
Xia aplicó su búsqueda de resultados cuando ella y sus colegas chinos lanzaron Akeso. Al principio, ella y sus socios querían reclutar a los mejores graduados universitarios, por eso viajaron 80 kilómetros hasta Guangzhou, donde funcionan varias universidades reconocidas, para entrevistar a estudiantes en una sala de conferencias de un hospital donde trabajaba un amigo. Así lo cuenta por Zoom desde China y sonríe al recordarlo. Encontrar inversores privados también resultó difícil en esa etapa, aunque el equipo de Xia reunió unos US$3 millones de empresarios adinerados del sur de China.
En 2015, Xia se enteró de que el gigante farmacéutico Merck buscaba licenciar un fármaco candidato de inmunoterapia dirigido a la proteína CTLA-4. Resultó que Akeso contaba con uno en fase inicial de desarrollo. Xia, que había conocido a un miembro del equipo de desarrollo de negocios de Merck en una conferencia, se puso en contacto con él y cerró un acuerdo para licenciar el fármaco candidato de Akeso a Merck por US$200 millones. Fue la primera vez que una empresa china licenció una proteína desarrollada en laboratorio (un anticuerpo monoclonal) a una gran farmacéutica global. "Fue una muy buena validación para nosotros", recuerda Xia. "Ganamos ese acuerdo gracias a nuestra calidad y rapidez", sostiene.
Xia organizó Akeso con un fuerte peso en los avances científicos. Casi un tercio de los 3.500 empleados de la compañía trabaja en investigación y desarrollo. "Nos concentramos en la ciencia, la biología y la tecnología más avanzada", dice Xia, "creo que eso marca la diferencia". Desde su fundación hace 13 años, Akeso consiguió la aprobación de cinco de sus medicamentos por parte del regulador chino, incluido su competidor de Keytruda, ivonescimab. Otros dos medicamentos que desarrolló y licenció a empresas en China también recibieron aprobación. Mientras tanto, otro de sus productos, creado para tratar una forma rara de cáncer de cabeza y cuello llamada cáncer nasofaríngeo, obtuvo la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos en abril. Según analistas de CMB International, con sede en Hong Kong, se espera que los ingresos de la compañía crezcan un 59% este año y alcancen casi US$470 millones, mientras que probablemente registre una pérdida neta de US$27 millones.
La historia detrás de su medicamento estrella
El factor más importante que colocó a Akeso en el centro de la atención de la industria farmacéutica mundial fue el desarrollo del fármaco contra el cáncer ivonescimab. Si bien Akeso llevó el medicamento a ensayos de fase 3 y presentó una investigación prometedora en ASCO, la principal conferencia anual de oncología, en 2022 las grandes farmacéuticas dudaban en cerrar acuerdos con empresas chinas. Ken Clark, abogado especializado en biotecnología con amplia trayectoria en Wilson Sonsini Goodrich & Rosati y miembro de la junta directiva de Summit Therapeutics, afirma: "Todas las compañías farmacéuticas descartaron ivonescimab principalmente porque no creían en los datos".
Por suerte para Akeso, los codirectores ejecutivos de Summit, Maky Zanganeh y Bob Duggan, ambos multimillonarios estadounidenses, habían encargado a su pequeño equipo ese mismo año que recorriera el mundo en busca de un fármaco en ensayos de fase 3 para su autorización. Un ejecutivo originario de China, Fong Clow, propuso buscar allí, y en pocos meses el equipo de Summit centró su atención en el medicamento de Akeso.
Xia, Zanganeh y Duggan compartían un vínculo en común: un fármaco candidato en el que Xia trabajó en Celera Genomics a comienzos de la década de 2000 fue adquirido más tarde por Pharmacyclics, la anterior empresa biotecnológica de Duggan y Zanganeh. Bajo su liderazgo, Pharmacyclics consiguió la aprobación de la FDA para ese fármaco, llamado Imbruvica, en 2013, destinado al tratamiento de la leucemia linfocítica crónica, la forma más frecuente de leucemia. Se transformó en un éxito de ventas, y el gigante farmacéutico AbbVie compró Pharmacyclics por US$21.000 millones en 2015.
Esa conexión le dio a Xia confianza en Zanganeh y Duggan, quienes tenían antecedentes poco convencionales para ejecutivos biofarmacéuticos. Zanganeh empezó como dentista y Duggan, un emprendedor en serie, dirigió una empresa de galletas, una vendedora de kits de bordado y otras compañías antes de invertir en una empresa de cirugía robótica, donde conoció a Zanganeh. Los dos equipos pronto notaron que compartían una cultura emprendedora. "Me encontraron, y creo que encajamos a la perfección", dice Xia.
Akeso y Summit firmaron su acuerdo de licencia en diciembre de 2022. Summit aceptó pagar US$500 millones por adelantado y hasta US$4.500 millones en posibles pagos por hitos. (Summit realiza sus propios ensayos de fase 3 del fármaco de Akeso para conseguir la aprobación de la FDA en Estados Unidos). Xia se unió a la junta directiva de Summit al mes siguiente. "Desde el principio, construyó una empresa capaz de gestionar todas las etapas del desarrollo de fármacos, desde el descubrimiento hasta la fabricación, todo bajo un mismo techo. Esto le dio a Akeso velocidad, flexibilidad y control en una industria donde la sincronización lo es todo", explica Zanganeh por mensaje de texto.
En una conferencia sobre cáncer de pulmón que tuvo lugar en San Diego en septiembre del año pasado, Akeso comunicó los resultados de su ensayo clínico de fase 3 comparativo con Keytruda de Merck para pacientes con un tipo específico de cáncer de pulmón. Los pacientes que tomaron el fármaco de Akeso pasaron una media de 11,1 meses antes de que el cáncer regresara, frente a los 5,8 meses de quienes recibieron Keytruda. Las acciones de Akeso subieron un 16% tras conocerse la noticia al día siguiente. Amigos de toda China y Estados Unidos se comunicaron con Xia para felicitarla.
Xia tiene metas aún más ambiciosas. Akeso ya cuenta con más de una docena de fármacos candidatos desarrollados en ensayos clínicos y busca llevar la empresa más allá de los medicamentos contra el cáncer para crear tratamientos destinados a enfermedades neurodegenerativas y autoinmunes, especialmente porque la población china envejece. Esto implica invertir en nuevas tecnologías y en otros tipos de fármacos, siempre con el objetivo de atender a los pacientes. Xia afirma: "Queremos unirnos al club y convertirnos en una gran empresa".
*Con información de Forbes US.