¿Un 2024 con riqueza? Qué dice la ciencia sobre el nexo dinero-felicidad
Sí, el dinero puede comprar la felicidad. ¡Pero ojo! Sólo con la mentalidad adecuada.

Un nuevo estudio publicado en Frontiers In Psychology examina la relación entre los ingresos y el bienestar subjetivo, que comprende el nivel de satisfacción vital y la frecuencia de emociones positivas o negativas. Los investigadores descubrieron, como era de esperar, que las personas con ingresos más elevados experimentan mayores niveles de bienestar, mientras que los grupos con ingresos más bajos tienden a experimentar un bienestar menor.

Aunque los ingresos más bajos afectan al bienestar al limitar el acceso a las necesidades, las condiciones de vida adecuadas, la asistencia sanitaria, el ocio o la seguridad financiera, los investigadores afirman que esto no explica totalmente las disparidades socioeconómicas en el bienestar.

Según el estudio, es probable que las diferencias también se deban a tres procesos distintos de comparación social que influyen en cómo se sienten los individuos sobre sí mismos y su riqueza, lo que a su vez afecta a su bienestar.

Estatus socioeconómico subjetivo

El estatus socioeconómico subjetivo se refiere a la percepción o autoevaluación que tiene un individuo de su propia posición social y económica dentro de una comunidad o sociedad. A diferencia del estatus socioeconómico objetivo, que viene determinado por factores tangibles como los ingresos, la educación o la ocupación, el estatus socioeconómico subjetivo suele basarse en factores como las experiencias personales, las comparaciones con otras personas y las normas culturales o sociales.

Los investigadores descubrieron que las personas con un estatus socioeconómico subjetivo más bajo pueden sentirse privadas de oportunidades y recursos en comparación con los demás, lo que genera enfado y frustración.

El estatus socioeconómico subjetivo de los individuos se basa con frecuencia en la "comparación social ascendente", en la que se comparan con quienes consideran superiores. Esto puede inspirarles a mejorar sus circunstancias o inducirles autopercepciones negativas y sentimientos de inadecuación.

Los individuos también pueden participar en la "comparación social descendente", comparándose con aquellos que perciben como socioeconómicamente inferiores, lo que resulta en autopercepciones positivas de estar mejor, pero suele ser un comportamiento social poco útil.

Comsim

La simulación consiste en comparar la situación socioeconómica actual de una persona con la de otras que crecieron en un entorno similar, como amigos de la infancia, familiares de la misma edad o compañeros de colegio. Los investigadores sugieren que el comsim ejerce una poderosa influencia en el bienestar debido a la similitud percibida en la educación.

Los investigadores escriben: "Estos resultados concuerdan con la hipótesis de la similitud de la teoría de la comparación social, que sugiere que los individuos tienden a dar más importancia a las comparaciones con otros similares a la hora de evaluar su propio bienestar".

Las personas recurren con frecuencia a la comsimilación para evaluarse a sí mismas, ya que esta comparación les resulta menos angustiosa que las que se hacen con individuos marcadamente diferentes o aparentemente superiores.

Los investigadores explican que haber tenido contacto directo o asociaciones estrechas con otras personas puede alimentar la comparación social. Por ejemplo, los individuos pueden tener la sensación de haberse "quedado atrás" o creer que deberían haber alcanzado ciertos hitos en una línea temporal similar a la de sus compañeros.

La simulación consiste en comparar la situación socioeconómica actual de una persona con la de otras que crecieron en un entorno similar, como amigos de la infancia, familiares de la misma edad o compañeros de colegio.

En consecuencia, creer que uno consiguió menos que los demás puede mermar la autoestima, que desempeña un papel sustancial en la experiencia del bienestar. Con frecuencia, la autoestima se basa en gran medida en las autoevaluaciones de cómo le fue a uno en la vida. Esto sugiere que las evaluaciones positivas de uno mismo y de sus logros son esenciales para el bienestar, en cualquier nivel de ingresos.

Autopercepción del poder

Los investigadores descubrieron que la percepción de que uno mismo tiene el control personal sobre los resultados importantes de la vida influye significativamente en el bienestar. Esta sensación de control se deriva con frecuencia de la clase social y los ingresos.

Los investigadores escriben: "Estar situado en una posición inferior en un sistema social se asocia con frecuencia a una mayor imprevisibilidad, amenazas, adversidades, menor apoyo social y oportunidades futuras, así como niveles reducidos de protección, poder y popularidad".

Estas circunstancias pueden conducir a una menor sensación de control, confianza e independencia, así como a una falta de fe en la propia capacidad para alcanzar sus objetivos socioeconómicos, lo que afecta a su bienestar general.

Conclusión

Contrariamente a la noción de que la riqueza por sí sola garantiza la felicidad, la investigación demuestra que la percepción de uno mismo como resultado de la comparación social desempeña un papel fundamental en la configuración de los resultados de bienestar. Aunque abordar las desigualdades de ingresos es crucial, estos resultados también resaltan la importancia vital de la autoestima.

Independientemente de lo parecidos, mejores o peores que nos parezcan los demás, la verdadera clave de la felicidad no parece residir únicamente en los ingresos adicionales, sino también en la forma en que las personas deciden valorarse a sí mismas y sus logros en cada etapa de la vida.

 

*Con información de Forbes US