"En un mundo plagado de ideas e información contradictorias, creo que es vital que todos comprendamos y organicemos lo que hay dentro de nuestras mentes y corazones", escribe Marie Kondo en su más reciente libro, Letter from Japan, publicado en inglés en octubre del 2025. La frase abre un relato cargado de tradición, sensibilidad y filosofía japonesa y define la lógica detrás de su intervención más reciente en la vida contemporánea. La gurú del minimalismo emocional quiere reinventar algo que todos hacemos, pero pocos cuestionan: empacar.

Kondo vuelve a instalar una pregunta incómoda en el centro de nuestra vida diaria. Si el orden doméstico puede cambiar la manera en que vivimos, ¿qué podría hacer por nosotros un sistema de empaquetado racional, intencional y emocionalmente afinado? ¿Y por qué, en medio de un boom de gadgets de viaje, valijas inteligentes y apps predictivas, la mayor innovación podría provenir de una reconsideración silenciosa de nuestros hábitos?

La autora japonesa, que ya vendió más de 14 millones de libros y se convirtió en referente global de "organización como estilo de vida", desplaza ahora el foco hacia el viaje. Y lo hace con una tesis contundente: viajar liviano no es una cuestión de logística, sino de bienestar. Empacar bien, sugiere, es empacar con intención. Y esa intención puede transformar por completo la experiencia del viaje.

Innovar sin tecnología: el modelo Kondo para repensar el viaje

En tiempos en los que la industria turística apuesta a dispositivos cada vez más sofisticados, desde rastreadores inteligentes hasta valijas autopropulsadas, Kondo propone un concepto contraintuitivo para la innovación: volver al origen. Para ella, la eficiencia no se logra sumando herramientas, sino reduciendo fricción mental. La claridad es el nuevo lujo.

Es una postura coherente con su enfoque histórico. Como señala en el libro: "Ordenar te enseña a identificar lo que realmente amas, pero también cambia tu forma de vivir en adelante". Ese "cómo vivís" incluye algo tan aparentemente simple como una valija.

Pero no se trata solo de optimizar el espacio. Kondo ubica el acto de empacar en una categoría distinta: la de los rituales que ordenan la mente antes de ordenar el entorno. En Letter from Japan, insiste repetidamente en que los objetos tienen energía, presencia y, sobre todo, impacto emocional. "Trabajo con la mentalidad de que cada objeto tiene una voluntad... cada recipiente tiene su propio carácter y energía distintivos", explica sobre una interacción con la vajilla de una clienta. Esa sensibilidad hacia lo material se vuelve clave para comprender por qué considera que empacar es una práctica que puede "afinar la percepción y preparar el espíritu" antes del viaje.

Desde esta perspectiva, la valija deja de ser un mero contenedor. Pasa a ser un reflejo de prioridades, de hábitos y de aquello que uno decide llevar consigo, tanto física como emocionalmente.

La filosofía japonesa como framework de diseño

Letter from Japan no es un manual de empaquetado, sino una exploración de las tradiciones culturales que moldean el pensamiento de Kondo y que, de manera indirecta, también moldearon su aproximación al equipaje. Conceptos como ma (el espacio entre cosas), wabi-sabi (la belleza de la imperfección) o mottainai (el respeto por los recursos y la aversión al desperdicio) funcionan como cimientos de su mirada sobre lo que uno elige llevar y lo que elige dejar.

Uno de los pasajes más reveladores aparece cuando describe su propia relación con la cultura japonesa: "Los japoneses tienen un aprecio único por hacer que las cosas perduren y vivir en armonía con nuestro entorno". Esa armonía, al ser aplicada al viaje, redefine la ecuación clásica entre comodidad y simplicidad: viajar bien no es viajar con más, sino viajar con lo justo. Lo justo no es lo mínimo; es lo esencial.

Kondo argumenta que los viajes mejoran cuando viajamos con objetos que "nos cuidan", ya sean tés que nos reconfortan, una prenda suave para un vuelo largo o un accesorio que evoca calma. No es un enfoque utilitario; es una visión integral que mezcla bienestar emocional, conciencia estética y optimización del recurso más escaso del viajero moderno: la energía mental.

El método KonMari aplicado al equipaje

Cuando Kondo traslada su método al acto de empacar, el proceso se vuelve claro, sistemático y sorprendentemente eficiente. Su aproximación al equipaje puede resumirse en estos pasos:

1. Clasificar por categorías: toda la ropa junta, todos los cosméticos juntos, todos los accesorios juntos. Así se identifican duplicados, excesos y necesidades reales.
2. Doblar en vertical para maximizar visibilidad: uno de los principios más emblemáticos del método KonMari aplicado ahora dentro de una valija. Permite ver todo de un vistazo y evita el desorden progresivo.
3. Usar contenedores pequeños, frascos mínimos y packing cubes: Kondo los considera "departamentos" dentro de la valija. Cada categoría vive en su propio espacio, lo que reduce la ansiedad que provoca buscar cosas en movimiento.
4. Seleccionar solo lo que "dé alegría": el criterio emocional no desaparece en el viaje. Si una prenda, accesorio o producto no produce comodidad o alegría, no viaja.
5. Crear microkits: kits de vuelo, kits de energía, kits de cuidado personal. Microunidades de bienestar.
6. Dejar "ma", espacio vacío: para Kondo, ese espacio es literal y simbólico. Es margen para lo inesperado, para lo que uno encontrará en el destino y para lo que aún no conoce.

Estos pasos, aunque simples, representan una filosofía completa: viajar no es transportar cosas, sino preparar un entorno móvil de claridad.

Empacar como estrategia de bienestar

La tesis central de Kondo plantea que una valija ordenada reduce la fricción cognitiva acumulada en el viaje. La cantidad de decisiones que un viajero toma en un solo día -desde los controles de seguridad hasta la planificación del itinerario- hace que cada instancia de simplicidad cuente. "Cuando realmente ves las cosas que te gustan y quieres apreciar, tu mundo se vuelve más vívido". Aplicado al viaje, ese "ver lo que uno quiere" significa abrir la valija y encontrar un ecosistema funcional, coherente y ligero.

Para ejecutivos, emprendedores y nómadas digitales, este enfoque tiene profundas implicancias: empacar bien se convierte en una herramienta de productividad emocional. En un mundo donde el burnout se vincula cada vez más con microtensiones acumuladas, reducir el ruido que genera el equipaje puede parecer menor, pero su efecto es acumulativo.

En la visión de Kondo, el viaje comienza mucho antes del aeropuerto. Comienza cuando uno decide qué llevar y, sobre todo, qué dejar. Ese momento de selección opera como un ejercicio de intención: ¿qué quiero sentir en este viaje? ¿Qué respaldo necesito? ¿Qué versión de mí está viajando?