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Negocios

De jugador en la NFL a inversor millonario: el plan de Rob Gronkowski para triplicar su fortuna

Justin Birnbaum

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Sin despegarse de su estilo descontracturado, Rob Gronkowski convirtió su fama en una plataforma de negocios millonaria, donde mezcla inversiones audaces, contratos publicitarios y un olfato afilado para detectar oportunidades.

4 Septiembre de 2025 07.38

Más de 4 millones de personas que prendieron el televisor para ver Fox NFL Sunday en septiembre pasado se encontraron con una escena inesperada: la sonrisa relajada de Rob Gronkowski se transformó en un gesto de puro desconcierto cuando Terry Bradshaw, Michael Strahan y el resto del equipo empezaron a hablar del supuesto ala cerrada de los Dallas Cowboys, un tal Rich Russo. El nombre no le sonaba a nadie, y menos a Gronk.

No era para menos: Russo no existía. Lo habían inventado para jugarle una broma al exjugador, nuevo integrante del equipo de Fox, que quedó atrapado en una charla en la que no entendía nada, convencido de que estaban al aire.

"Parte de ser analista es ir tirando tonterías", dice Gronk, de 36 años, con una sonrisa. "Si podés hacer eso, estás en muy buenas manos".

Y claro, Gronkowski es un blanco fácil. Aunque se ganó su lugar en el Salón de la Fama tras 11 temporadas en la NFL, con 92 recepciones de touchdown y casi 9.300 yardas recibidas, siempre cargó con el estereotipo del grandote bobo. En el especial de Netflix The Roast of Tom Brady del año pasado, la comediante Nikki Glaser lo fulminó con una frase que provocó carcajadas: "En realidad no sos tan tonto como parecés, suenás, actuás y sos. Podés ser más tonto". Y remató, sin filtro, que podría ser "la primera persona que nació con ETC".

Pero esa no es toda la historia. "Creen que es solo un cavernícola, pero en realidad piensa todo con mucho ojo", dice Julian Edelman, excompañero de Gronkowski en los Patriots, con quien fundó la productora de podcasts Nuthouse Sports y comparte el micrófono en el podcast "Dudes on Dudes", donde aparecen como Gronk y Jules. "Es muy meticuloso. Se fija mucho en los detalles. No tiene miedo de hacer preguntas", agrega.

Y tampoco le escapa a hacerse el distraído. De hecho, al estilo de lo que hace Charles Barkley en la NBA, que potenció su popularidad al aceptar con picardía algún que otro error y perfeccionar esa expresión de "yo no fui", Gronkowski convirtió su simpatía y su forma de ser —a la que él mismo define como "sencilla"— en una de las marcas personales más buscadas entre los deportistas retirados. Gracias a eso, va camino a superar por mucho los casi US$ 71 millones que cobró en salarios y bonificaciones durante su carrera en la NFL.

Entre patrocinios con marcas como USAA, la aseguradora para veteranos, la casa de apuestas deportivas online FanDuel, Monster Energy, su trabajo como comentarista en Fox y las apariciones como orador o presentador —incluidos eventos como el festival Gronk Beach en Las Vegas y el LA Bowl de fútbol americano universitario en el sur de California—, Forbes calcula que Gronkowski gana al menos US$ 10 millones por año, antes de impuestos y comisiones de agentes.

"La gente pensaba que era un tonto, y así ha sido toda mi vida", reconoce. "A veces también me cuesta un poco más entender las cosas, pero siempre sé lo que pasa a mi alrededor. Así que a veces interpretaba ese papel; no siempre, pero cuando era necesario".

gronk-cortasetos-Jamel Toppin para Forbes
Profundizando: "En el fútbol americano, si te crees un gran fanfarrón y crees que todo te saldrá bien, pues ¡zas!, te destrozan", dice Gronkowski. "Te sientes humilde al instante".
 

Es cierto que esa personalidad no es solo un personaje inventado. En sus años en la Universidad de Arizona, él mismo se definía como un "rockero fiestero", y no dudó en mostrar su costado más descontrolado al llegar a la NFL. Tras perder el Super Bowl XLVI en 2012 ante los New York Giants, lo vieron de fiesta con su banda favorita, los LMFAO (el nombre ya lo dice todo). Y en una entrevista postpartido con ESPN Deportes, lanzó una frase que quedó para siempre: "Yo soy fiesta".

Pero siempre entendió que el éxito adentro de la cancha podía abrirle la puerta a otras oportunidades. Cuando era chico en Buffalo, Nueva York, vio al mariscal de campo de los Bills, Doug Flutie, en una caja de cereales y pensó: "Ese podría ser yo algún día si llego a la fama".

Cuando lo eligieron en la segunda ronda del draft de 2010 y aterrizó en Nueva Inglaterra, Gronkowski tomó una decisión que todavía repite con orgullo: guardó todos los cheques de la NFL y asegura que no los tocó. En vez de eso, vivió con lo que generó gracias a los patrocinios, que arrancaron con un anticipo de US$ 50.000 que le consiguió su agente para marketing. Su estilo de vida también ayudó: pagaba US$ 1.500 por mes de alquiler, comía en las instalaciones del equipo y tomaba gratis en los bares de Boston, un privilegio reservado para los jugadores más conocidos de los Patriots.

Esos primeros años le sirvieron para aprender a pensar en el futuro. Empezó a fijarse con quién hacía negocios, qué buscaban las empresas que se le acercaban y cómo eso podía potenciar su marca personal.

Desde que colgó los botines, Rob Gronkowski no paró de mejorar su juego. Hoy, según cuenta él mismo, rechaza al menos la mitad de las oportunidades que le llegan. La revista Forbes estima que su acuerdo con FanDuel supera el millón de dólares anuales, lo que representa su contrato más grande hasta ahora. Además, Fox lo sumó como una figura fija en pantalla. En mayo, lo incluyó en la transmisión de las 500 Millas de Indianápolis y en agosto lo incorporó de forma permanente al programa previo a los partidos de la NFL, en lugar del retirado Jimmy Johnson. "No hace falta ser un gran aficionado al fútbol americano para saber quién es Gronk", dice Bill Richards, productor ejecutivo de Fox NFL Sunday.

Pero quizás la mejor enseñanza que le dejó su etapa como jugador fue el valor de tener acciones. En 2013 firmó con la marca de bebidas deportivas Bodyarmor un acuerdo que incluía dinero y un paquete accionario, aunque en ese momento no entendía bien qué significaba eso. Ocho años más tarde, cuando Coca-Cola compró la compañía por US$ 5.600 millones, Gronkowski ya ni se acordaba que era parte del negocio, pero igual cobró unos cuantos millones.

También ganó con una inversión en un conjunto de condominios y cocheras, después de que un excompañero de los Patriots se lo presentara. Y dio otro golpe de suerte con acciones de Apple, que multiplicaron por diez su valor desde que puso US$ 69.000 en 2014.

Desde entonces, Gronkowski amplió su cartera con participaciones en Recover 180, una marca de bebidas deportivas creada por Lance Collins, el mismo que cofundó Bodyarmor; Anivive Lifesciences, una startup californiana que desarrolla medicamentos para mascotas; y Ice Shaker, el emprendimiento de su hermano Chris, que fabrica botellas térmicas para batidos de proteínas y que apareció en Shark Tank. En ese programa, Mark Cuban y Alex Rodríguez ofrecieron US$ 150.000 por el 15% del negocio, pero después, Gronk compró la parte de A-Rod por el triple. ¿La razón? Dice que su hermano es "implacable".

También puso plata en Greenlane, una pequeña cadena de comida rápida informal que vende ensaladas y wraps. Tiene tres locales en Florida, y él está convencido de que va a ser su "jonrón", por eso invirtió más de un millón de dólares.

Hoy, en esta etapa de su vida, dice: "Ahora es dinero de la casa, así que juguemos el juego".

Y remata con una risa: "Tengo mucho más de lo que jamás imaginé desde el principio, así que ahora puedo arriesgarme más y conseguir el dinero de la FU para que puedas comprarte un yate. Puedo perder la mitad y seguir estando a salvo, pero no voy a perder la otra mitad".

 

Nota publicada en Forbes US.

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