John Colgrove, que todavía usa su apodo de la infancia, Coz, se conecta a una videollamada desde una habitación de hotel en Viena. Hace una pausa breve antes de reunirse con clientes europeos de Pure Storage y dar conferencias en Londres, Ámsterdam, París y Múnich. Aunque está en modo vacaciones, el cofundador y "director visionario" de la empresa de almacenamiento de datos mantiene su look habitual: una remera negra lisa, un short gris de básquet y zapatillas New Balance talla 46, que usa casi todos los días desde hace décadas. A los 62 años, este hombre con anteojos es una persona de rutinas. Explica que le molesta hasta el logo más discreto en la ropa, aunque en ocasiones poco frecuentes se anima a cambiar el color de la remera cuando se siente algo más osado.
Y eso nos lleva a una pregunta inevitable: ¿cómo se adapta Colgrove a su nuevo y ostentoso rol de multimillonario? Tiene el 4% de Pure Storage, que con una capitalización bursátil de US$ 30.000 millones, equivale a unos US$ 1.200 millones. Cuando se le consulta sobre el tema, Colgrove responde con frases medidas. "Estoy centrado en la diversión y la emoción de construir una gran empresa", contesta por correo electrónico. Y agrega, sin vueltas: "Aprecio el éxito de Pure".
Aunque sus palabras no lo reflejen, este es un gran momento para Colgrove y su empresa. Fundada en 2009 para aprovechar la llegada de las unidades flash, Pure Storage atraviesa un año excepcional. El auge de la inteligencia artificial impulsó la demanda de almacenamiento de datos rápido y confiable.
Uno de los motores de ese crecimiento fue un acuerdo con Meta para colaborar en la construcción de sus supercomputadoras de IA. Según estima Simon Leopold, analista de Raymond James, ese contrato podría sumar hasta US$ 1 millón en ganancias el próximo año. Las acciones de Pure Storage cotizan en máximos históricos y subieron un 70% en los últimos doce meses. En 2024, la empresa registró ingresos récord por US$ 3.200 millones, un 12% más que el año anterior. Además, el ingreso neto trepó un 74%, hasta los US$ 107 millones.
El crecimiento de Pure Storage resulta todavía más llamativo si se tiene en cuenta que la demanda global de almacenamiento de datos se mantuvo relativamente estable en los últimos años. En 2024, las empresas de todo el mundo gastaron US$ 33.500 millones en sistemas de almacenamiento, apenas un 2,5% más que en 2023, luego de una baja en el gasto durante 2022, según datos de International Data Corporation. Sin embargo, la inversión vinculada al desarrollo de inteligencia artificial empieza a tomar fuerza. McKinsey estima que, en los próximos cinco años, las compañías podrían destinar hasta US$ 800.000 millones solo en almacenamiento de datos relacionado con IA.
La memoria flash, especialidad de Pure Storage, cuesta entre dos y tres veces más que los discos duros tradicionales. Aun así, muchas empresas están dispuestas a pagar más por una tecnología más veloz y eficiente, sobre todo en su carrera por incorporar inteligencia artificial. "Si observamos la tendencia a largo plazo entre la tecnología flash y la tecnología de discos duros, nos encontramos cerca de un punto de inflexión y eso va a cambiar, lo que representa una enorme oportunidad como líderes en flash", sostiene Colgrove.
Un ejemplo claro está en la tecnología de navegación moderna. Al subirte al auto, un teléfono o reloj con inteligencia artificial puede estimar tu destino y la mejor ruta según tu historial de manejo. Para que eso funcione, los sistemas necesitan recuperar datos históricos de manera rápida y precisa.
Para Colgrove, este presente es el resultado de una serie de tendencias que se vienen gestando desde hace años. Cuando fundó Pure Storage hace dieciséis años, este veterano del sector ya creía que las unidades flash reemplazarían a los discos duros que, por entonces, usaban la mayoría de las empresas para almacenar sus datos. Y no fue el único en confiar en esa visión. En sus primeros cinco años, Pure Storage recaudó más de US$ 525 millones en capital de riesgo y alcanzó una valuación de US$ 3.600 millones antes de salir a la bolsa en octubre de 2015.
                    
        
Colgrove creció en un pequeño pueblo de Nueva Jersey y fue el menor de tres hermanos. Dice que siempre estuvo rodeado de libros y que desarrolló un gusto por las ciencias gracias a su padre, que era químico investigador. Descubrió su pasión por la programación durante un programa acelerado de matemáticas en la secundaria, aunque aclara que no era buen alumno. "No abandoné la escuela, pero casi lo logro", recuerda. En lugar de ir a clases, prefería dedicar su tiempo a proyectos personales de programación. "No suelo ser conformista", agrega.
Después de recibirse en la Universidad de Rutgers con un título en informática, empezó a trabajar como operador de computadoras en Bell Labs. En ese entonces consiguió una entrevista de trabajo en el Área de la Bahía. "Todavía vivía en casa de mi madre y pensé: 'Bueno, seguiré viviendo con ella cuando tenga 50 años si no hago algo al respecto'", dice. En 1987, voló a San José y salió a caminar bajo el sol cálido, con las palmeras recortadas contra el atardecer. Los carteles que se veían en esa expansión californiana anunciaban a las empresas tecnológicas más prometedoras del momento. Quedó fascinado. Aceptó un puesto como ingeniero de software en Amdahl Corporation y trasladó sus 78 cajas de libros —en su mayoría de ciencia ficción e historia— y cinco cajas con "otras cosas" a más de 4.800 kilómetros al oeste.
Dos años después, Colgrove se sumó como ingeniero fundador a Veritas Technologies, una empresa de almacenamiento de datos. Estuvo allí durante su salida a la bolsa en 1993 y también cuando Symantec la compró por US$ 13.500 millones en 2005. Para 2008, ya tenía estabilidad financiera gracias a su rol como director de tecnología en una división de la compañía fusionada. A los 46 años, había alcanzado lo que muchos técnicos de Silicon Valley sueñan. Entonces pensó que era momento de retirarse. Y lo hizo: se tomó un año sabático y destinó "varios millones de dólares" a construir la casa de sus sueños en Los Altos. Esa experiencia le reveló que su interés por resolver problemas iba mucho más allá del código. "Después de terminar la casa, me di cuenta de que no estaba listo para jubilarme", cuenta. "Así que empecé a buscar una startup a la que unirme, pero no encontré a nadie que hiciera algo tan interesante", expresa.
En 2009, Colgrove se incorporó como emprendedor residente a la firma de capital de riesgo Sutter Hill Ventures, con sede en Palo Alto. Allí conoció a quien más tarde sería su socio, John Hayes. Juntos empezaron a desarrollar una idea basada en lo que Colgrove mejor conocía: el almacenamiento de datos. Decidido a mantenerse en un rol técnico, insistió en incorporar a un director ejecutivo externo. Uno de los inversores lo puso en contacto con Scott Dietzen, quien había sido director de tecnología en startups como BEA Systems (comprada por Oracle) y Zimbra (adquirida por Yahoo). Dietzen tomó las riendas de Pure Storage como CEO desde 2010 hasta 2017. Actualmente, la compañía está liderada por Charles Giancarlo, a quien Colgrove asesora de cerca.
Desde el comienzo, Pure Storage adoptó lo que Scott Dietzen definió como un "ataque frontal total" contra los gigantes del sector del almacenamiento de datos, en lugar de enfocarse en un nicho limitado. Esa apuesta le salió bien. Según Louis Miscioscia, director ejecutivo de Daiwa Capital Markets, Pure Storage fue la única que sobrevivió entre más de una docena de startups de tecnología flash de esa época. En buena medida, logró mantenerse porque apuntó directamente a quitarle cuota de mercado a EMC, incluso incorporando a un número significativo de exempleados de esa empresa. EMC fue la primera gran compañía del sector en lanzar un producto basado en flash en 2009. Cuatro años más tarde, demandó a 44 exempleados que habían pasado a trabajar en Pure Storage, acusándolos de robar propiedad intelectual e información confidencial. La causa se resolvió en 2016, con un acuerdo: Pure Storage, que entonces facturaba US$ 728 millones, pagó US$ 30 millones a Dell, que había adquirido EMC por US$ 67.000 millones en septiembre de ese mismo año.
"Los elementos fundamentales del negocio y la tecnología de Pure Storage son sólidos, pero atribuiríamos su éxito principalmente a la buena ejecución en el negocio de centros de datos tradicionales, ganando participación de mercado frente a empresas como Dell EMC, HPE y NetApp", afirma Jordan Nanos, integrante del equipo técnico de Semianalysis, una firma independiente que investiga la industria de la inteligencia artificial.
Pero hoy Pure Storage ya es un proveedor establecido y una nueva camada de startups le apunta directamente. "Estamos viendo que las empresas consolidadas de almacenamiento de datos empiezan a adaptar su marketing a las cargas de trabajo de IA, pero ninguna rediseñó sus productos hasta ahora", señala Renen Hallak, cofundador de VAST Data, una compañía de infraestructura de datos para inteligencia artificial basada en tecnología flash, fundada en 2016.
Es difícil saber con certeza si el acuerdo entre Pure Storage y Meta es tan beneficioso como parece. Se trata de una licencia: Meta paga por el uso del software y la propiedad intelectual de Pure Storage para desarrollar sus propias soluciones de almacenamiento, en el marco de su ambicioso plan de infraestructura para inteligencia artificial. Como Pure Storage no fabrica hardware para Meta, esos ingresos representan casi una ganancia neta. Sin embargo, también hay señales de que Meta ya no le compra almacenamiento tradicional. Una fuente con conocimiento del trabajo de investigación en IA de Meta dijo a Forbes que, aunque la empresa usó los servicios de Pure Storage para guardar datos vinculados a IA hacia 2017, en los últimos años optó por otro competidor. Ni Meta ni Pure Storage quisieron hacer comentarios sobre los acuerdos previos.
Aun así, Colgrove mantiene la confianza en los productos, la estrategia y los más de 13.500 clientes corporativos que tiene Pure Storage. "De lo único que podemos estar seguros es que la IA avanza tan rápido que lo que la gente va a necesitar en uno, dos o tres años será completamente distinto a lo que necesita hoy. Por eso, necesitan una agilidad enorme, y eso es lo que más vendemos", afirma Colgrove. Según Scott Dietzen, "sabe más sobre almacenamiento que probablemente cualquier ser humano del planeta".
Sin embargo, el mundo cambió por completo desde aquel en el que nació Pure Storage hace 16 años. El almacenamiento flash, por sí solo, ya no alcanza para mantenerse competitivo. Con nuevos jugadores intentando sacar ventaja del boom de la inteligencia artificial, Pure Storage podría empezar a perder terreno. Incluso, Colgrove podría dejar de ser multimillonario. Aunque, asegura, eso no le preocupa.
*Con información de Forbes US.