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Pía Campot, cofundadora y CEO de Enteria. Foto: Gentileza Enteria.
Liderazgo

Pía Campot: “Es gratificante sentir que puedo llegar a ser un ejemplo para las que vienen atrás”

María Inés Fiordelmondo

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Su empresa, Enteria, se dedica al análisis de la microbiota del cuerpo humano. Fue reconocida por el MIT entre los jóvenes más innovadores de Latinoamérica, luchó con el "síndrome del impostor" y se prepara para levantar US$ 1,5 millones en EE.UU.

05 Octubre de 2022 09.36

Pía Campot Moreira estaba dando clases de biotecnología en la universidad cuando le llegó el email que le anunciaba que había sido elegida como una de los Innovadores menores de 35 Latinoamérica 2020, lista elaborada por el MIT Technology Review, prestigiosa revista que desde 1999 da a conocer a los jóvenes talentos que con sus ideas, tecnologías y novedosos enfoques podrían cambiar el mundo. Estuvo Mark Zuckerberg en 2007, con 23 años. También Sergey Brinn, de Google, en 2002, con 28 años y Max Levchin, de Paypal en el mismo año, con 27. 

Pía, uruguaya que entonces tenía 27 años, fue reconocida por crear Enteria, una “empresa de base biotecnológica que analiza los microorganismos que están en el cuerpo de las personas, conocida por analizar los microorganismos que están en el intestino”, explica Campot con la elocuencia propia de quien está acostumbrado a impartir conocimientos en el aula.

El mismo e-mail que le daba aquella noticia le pedía a Campot que guardara silencio por un mes, hasta que la lista se hiciera pública. Hasta ahora, el trabajo de Enteria se centró principalmente en el análisis de la microbiota intestinal por ser el área de mayor evidencia científica, pero pocas herramientas para estudiarla. 

“Está documentada la gran relación entre lo que pasa en la microbiota intestinal y demás partes de la salud en general, a nivel intestinal, de sistema nervioso, nivel hepático, enfermedades de la piel. Pero no había herramientas para que las personas realmente pudieran estudiarla y que los profesionales pudieran usar al momento de tratar a un paciente”, explica Campot. 

Ahora, gracias a Enteria se puede solicitar un análisis en la web, pagar y recibir el kit de toma de muestra que consiste en un tubo, un hisopo y un papel para pegar en el inodoro. Con el hisopo se toma una muestra de materia fecal que luego se debe guardar en el tubo y en una bolsa para llevar al laboratorio, que procesa el ADN en un proceso de secuenciación masiva que obtiene todos los microorganismos presentes en el intestino en ese momento. 

“Antes, lo que se hacía, y todavía se hace, era buscar microorganismos particulares para saber si tenías tal parásito, tal infección viral. Nosotros vemos todo al mismo tiempo, no buscamos un target particular, sino que sacamos la foto de todos los microorganismos”, apunta. 

Esto permite detectar las causas de patologías o desórdenes a las que difícilmente se llegaba mediante los métodos tradicionales. Una vez conocida la microbiota, es posible modularla, por ejemplo, a través de la alimentación.

Acompañada de tres socios hombres, Pía, licenciada e ingeniera en biotecnología, es la líder y la cara de Enteria. Después de algunos años luchando contra el síndrome del impostor —una pelea que tendrá de por vida, dice— ya no camina escondida detrás de sus socios; se posiciona adelante y adopta una postura firme sobre las mesas de reuniones, sin importar de quién esté rodeada.

Como mujer científica y líder de su empresa, mostrarse acorde a la posición que ocupa, y nunca achicarse, es lo mínimo que puede hacer para allanar el camino a otras —espera que muchas— futuras científicas. Ahora se prepara para una ronda de inversión con la que busca levantar US$ 1,5 millones en capital en EE.UU.

—¿Por qué el tema de la microbiota intestinal ha estado en boga en los últimos años?

—Porque está encontrando respuestas a preguntas de cuestiones de la salud que no se estaban pudiendo resolver. Si te ponés a pensar, gran cantidad de gente que conocés tiene algún tipo de problema intestinal, lo estudian y no encuentran ningún problema, pero siente que su calidad de vida está disminuida porque tiene gases, o problemas de evacuación intestinal, o dolor y se ha relacionado mucho estas cosas con la microbiota. Obviamente, también con la alimentación que estamos teniendo en este siglo, pero creo que la microbiota está empezando a responder algunas preguntas que nos hacíamos como humanidad en la salud en general. También se está viendo mucha relación de la microbiota con la depresión, alzheimer, el eje intestino-cerebro.

—¿En qué etapa está Enteria y cuáles son sus proyecciones?

—Estamos incubados en Centro Biotecnológico de Investigación e Innovación y ahora estamos armando laboratorio propio, ampliando nuestros mercados a más países de Latinoamérica. Estamos en Argentina y vamos a estar trabajando en Chile a fin de año también. Queremos trabajar en Paraguay y con laboratorios que puedan contratar servicios de Enteria para ofrecerlos como servicios tercerizados; eso nos amplía la capacidad de ofrecer servicios a otros países de América Latina con cadenas de laboratorios, etcétera, y también el desarrollo de nuevos servicios, no queremos quedarnos trabajando únicamente en microbiota intestinal, queremos trabajar también con microbiota vaginal, bucal, y dentro de cada una de esas áreas se abren muchas ramas de posibilidades en las que trabajar. Enteria crece como empresa y también para el costado ofreciendo cada vez más cosas a más lugares.

—¿Cuál ha sido el público más importante hasta ahora?

—Profesionales de la salud, porque queremos brindarles una herramienta. Nos pasa de particulares que nos consultan y por eso largamos un servicio de consulta posterior con nutricionista. Pero queremos trabajar fuertemente con profesionales de la salud y laboratorios que quieran hacer análisis de microbiota, pero no tienen infraestructura ni capacidades para ponerse a aprender de la temática o desarrollar servicios, que lo puedan ofrecer tercerizando a nosotros. 

El proceso de fundación de Enteria fue “largo, divertido, difícil”, cuenta Campot. Primero, recibieron el apoyo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) para validar su negocio. 

En 2020 entraron al programa de Gridx, una aceleradora argentina de empresas de base biotecnológica que luego del programa eligió Enteria para invertir US$ 200.000, dinero con el que la empresa abrió su laboratorio y empezó a exportar a Argentina. 

“Fue un camino muy largo, con todas las trabas”. Una de ellas fue que, al recibir la inversión de Gridx, un banco les rebotó la plata y tuvieron que cambiarlo. “Nunca entendí por qué. Y te estoy hablando de una empresa biotecnológica con todas las de la ley, proyección de crecimiento. Fue un camino de mucha perseverancia. Pasa con organismos gubernamentales, que no están preparados para recibir empresas de biotecnología, como si no existieran”.

Ahora Enteria se está preparando para captar una ronda de inversión de un millón y medio de dólares en los próximos meses en EE.UU. El objetivo es continuar creciendo en mercados y servicios, y abrir una nueva sucursal de la empresa en el exterior. “Tenemos proyección de trabajar no solo con microbiota, sino también con metabolómica, que son todos los metabolitos, sustancias que producen los microorganismos en el intestino. Para eso necesitamos una nueva área de I+D”, comenta Campot. 

Como mujer joven, emprendedora, científica y latina, Campot entiende que levantar inversión en Estados Unidos no será una misión simple. Los desafíos de liderar la empresa siendo mujer estuvieron presentes desde el día uno, cuenta. 

—¿Te ha resultado particularmente difícil emprender en ciencia siendo mujer?

—Desde el día uno, sí, constantemente. Mis tres socios son hombres. Para ellos es lo mismo si yo soy hombre o mujer, entre nosotros siempre hay total equidad en lo que hacemos y pensamos de Enteria. Pero me ha pasado de ir a reuniones con los socios y que haya fundamentalmente hombres y que, en vez de hablarme a mí, yo hablo y contestan mirando a alguno de mis socios; me ha pasado que potenciales socios o clientes me sacan de cadenas de e-mails. Cuando me ven, yo soy mas chica de edad y de tamaño, y no sé si es un tema de que soy más chica, y está eso de: “sos más chico entonces sos menos capaz o menos serio”. Siento que la gente se toma diferente algo cuando lo digo yo o lo dice alguno de mis socios. Tenés que armarte de fuerzas para que no te pegue y seguir adelante. 

—¿Cómo has manejado el famoso síndrome del impostor?

—Es un ejercicio constante de todos los días decir: “Estoy acá sentada, es mi laboratorio, lo hice yo, tengo una empresa biotecnológica, soy mujer, tengo 29 años, liderada por mí, somos ocho trabajando, mi empresa exporta servicios, tenemos mucha proyección de crecimiento y sigo siendo yo". Me cuesta, pero tengo que empezar a enumerar todo eso para darme cuenta que lo hice y que lo puedo hacer, lo tenés que mirar en perspectiva, pero en el día a día es difícil cuando el mundo se te viene arriba. El día a día a veces te patea para atrás. 

—¿Haber sido elegida entre los 35 más innovadores del MIT no te liberó de esa sensación?

—Fue un claro ejemplo: cuando me nominaron no me quería presentar. Me llegó un mail de que alguien me había nominado, y que me postulara y todos los requisitos, y yo obviamente no me postulé hasta el último día. Me mandaron un mail que decía: “te postulé y me están diciendo que no te presentaste”. Fue Ana Castillo, de BID Lab… se me caía la cara de vergüenza. 

En tres horas armé todo lo que había que hacer, cartas de recomendación en español, en inglés, videos, me dije: “Mirá si yo voy a ganar esto… pero bueno, para no quedar mal me tengo que presentar". Me presenté y me olvidé. Un día estaba dando clase en la ORT y me llegó un mail informándome que había sido elegida. Fue un mimo

Creo que el síndrome del impostor lo voy a arrastrar toda mi vida en mayor o menor medida. Pero me ayudó bastante a agarrar más confianza, a mejorar la forma que me presento a mí misma, en cómo cuento las cosas que hemos hecho, el camino que hemos recorrido. A las mujeres nos cuesta reconocer nuestros éxitos. Es gratificante sentir que puedo llegar a ser de alguna manera un ejemplo para otra que viene atrás y le pasa lo mismo.

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