Este Arte: la feria en José Ignacio que dirige Laura Bardier, vende obras de artistas de renombre y movió US$ 22 millones desde su inicio
La feria consolida un ecosistema de negocios de alto perfil con una tasa de conversión de ventas casi total y apunta a fortalecer el coleccionismo corporativo local como próximo vector de crecimiento.

Por más de una década, la costa este de Uruguay gestó silenciosamente un fenómeno comercial y cultural a la vez, que desafía las lógicas tradicionales de las ferias internacionales e incluso algunas dinámicas históricas del país. Lo que comenzó como una plataforma cultural, que funcionó dentro de una carpa para su primera edición, se transformó en un motor financiero muy afinado, capaz de competir, en eficiencia y calidad, con plazas históricas como Nueva York o Basilea. 

Feria Este Arte. Foto: Gentileza.

Según los datos revelados por su directora, la uruguaya Laura Bardier, la feria Este Arte generó un volumen de transacciones estimado en US$ 22 millones a lo largo de sus 12 años de historia. Esta cifra no es solo fruto del timing, ya que el evento se realiza en la primera quincena de enero en José Ignacio. Es el resultado de un diseño estratégico disciplinado, pensado desde la experiencia profesional en el extranjero de Bardier (quien vive y trabaja en Nueva York), específicamente para Uruguay. La especialista logró activar operaciones notables que incluyen la venta récord de una escultura museal de principios del siglo XX por un valor de US$ 2.5 millones.

Entre las ventas destacadas se incluyen obras de Alexander Calder, Pablo Picasso, Anthony Gormley y de reconocidos artistas modernos y contemporáneos latinoamericanos como Julio Le Parc, Waltercio Caldas, Luis Camnitzer, Carlos Garaicoa, así como de figuras emergentes como José Pedro Croft, Rita Fischer y Tulio Pinto.

El evento demuestra que la escala geográfica no es lo que determina el éxito comercial. La transacción mencionada, gestionada por una galería internacional con más de medio siglo de trayectoria (Bardier prefiere no abundar en detalles para cuidar la privacidad de esa operación específica), confirma que el país ofrece hoy un contexto de confianza y profesionalismo suficiente para cerrar tratos que anteriormente requerían viajar a las grandes capitales del arte. 

Fuera de esa excepción, las cifras que se manejan durante este evento impactan. De acuerdo a un informe retrospectivo que lanzaron recientemente, el 75% de las ventas de obras que se producen en el evento, se ubican en una franja de entre US$ 10.000 y US$ 50.000. No hay galería participante, además, que no haya concretado ventas. 

Un ecosistema de liquidez inusual

Lo más impactante de las cifras de Este Arte no es solo el volumen acumulado, sino la consistencia y la liquidez del mercado que construyó con constancia y trabajo en evolución año tras año. El volumen anual de ventas se mantiene estable entre US$ 1.1 millones y US$ 2.1 millones, dependiendo de la naturaleza de las obras ofertadas en cada edición. Sin embargo, el indicador que realmente atrae la mirada de los gestores que participan es la tasa de conversión: entre el 99% y el 100% de las galerías participantes concretan ventas cada año.

Esta estadística ubica a la feria como una suerte de rara avis en el circuito global. Bardier define este fenómeno con una precisión comercial poco frecuente en el medio artístico: "Esto, en términos de eficiencia operativa, es prácticamente un mercado sin fricciones: rotación acelerada y un público que no solo mira, sino que decide y compra". 

A diferencia de eventos monumentales que hoy cuestionan su propia sostenibilidad debido a sus costos y escalas inmanejables, el modelo uruguayo logró construir un mercado líquido y estable capaz de activar transacciones internacionales en un ecosistema acotado. 

Feria Este Arte. Foto: Gentileza.

Este Arte evolucionó desde aquella primera edición en una carpa hasta ser realizada a gran escala dentro del Centro de Convenciones de Punta del Este y, en los últimos años, a un evento boutique en Vik, donde hay un acercamiento más humano y enfocado entre artistas, galerías, obras, marchands y compradores. Es un logro de eficiencia que, según la directora, "la mayoría de las ferias del mundo, muchas de ellas con presupuestos diez veces mayores, no pueden reclamar".

La sofisticación de la demanda y la deuda local

El perfil del capital que circula en la feria mutó significativamente en la última década. La época de la "compra decorativa" dio paso a un coleccionismo más analítico y exigente. Los tiempos de contemplación frente a las obras se triplicaron y el interés se desplazó hacia formatos no tradicionales; las ventas de instalaciones, esculturas contemporáneas y prácticas experimentales creció un 20%

Paralelamente, surgió un nuevo protagonista, que es el comprador menor de 45 años, cuya presencia aumentó un 30% y que busca discursos artísticos contemporáneos por encima de los nombres consagrados por la historia.

No obstante, Bardier advierte que, para asegurar la sostenibilidad a largo plazo de un proyecto como este en Uruguay, el mercado no puede depender exclusivamente del capital extranjero. Existe una oportunidad latente y gigantesca en el sector corporativo y la clase media alta uruguaya, sectores con capacidad de inversión, pero históricamente poco orientados al arte contemporáneo. 

"Los artistas uruguayos deben ser comprados, coleccionados y apoyados primero por compradores uruguayos. Es así de simple", sentencia. 

En este sentido, ve una oportunidad de mercado que todavía parece ser incipiente. "Si apenas una fracción de la clase media comenzara a destinar capital de forma sistemática, el mercado podría duplicarse en cinco años. El otro vector es el sector corporativo. Hoy existen muy pocas colecciones empresariales activas. Para un país con estabilidad institucional y empresas consolidadas, eso es una oportunidad perdida. Las corporaciones que integran arte en su estrategia cultural mejoran la reputación, fortalecen la identidad y agregan valor intangible a largo plazo. Allí hay un espacio gigantesco", asegura.

Expansión territorial y visión de futuro

De cada a 2026, la estrategia de Bardier con su feria busca romper los límites físicos del recinto ferial para integrarse aún más con el entorno. Bajo el nuevo programa Este Offsite, la feria activará espacios en José Ignacio, Punta del Este y Garzón, con exhibiciones y proyectos especiales fuera del formato de stand tradicional. Esta expansión territorial responde a una curaduría que este año entrelaza materialidad, tecnología y paisaje, con obras que van desde la inteligencia artificial y la holografía hasta esculturas que dialogan con la naturaleza costera.

El evento incluirá un programa de conversaciones para cuidar su propio espíritu reflexivo y crítico, ya que se concibe también como una plataforma para el diálogo y el pensamiento. Así, tendrá como invitado a Bonaventure Soh Bejeng Ndikung, director de Haus der Kulturen der Welt (el centro nacional de Alemania para la presentación y discusión del arte contemporáneo) y curador de la recientemente inaugurada Bienal de São Paulo. También estará presente Magalí Arriola, exdirectora del Museo Tamayo (emblemática institución de México), quien presentará una charla en colaboración con la Fundación Cervieri Monsuárez, sobre los desafíos y estrategias de las instituciones latinoamericanas en el contexto global. 

"Hoy por hoy, no existe en Uruguay otro lugar capaz de generar un polo comercial comparable al que se consolidó alrededor de Este Arte en Punta del Este y José Ignacio. Y no es una cuestión de voluntad o entusiasmo, sino de condiciones estructurales", afirma Bardier. 

En ese sentido, afirma: "Para que un polo artístico funcione realmente, se necesitan al menos cuatro variables que rara vez coinciden: un público con interés cultural y disponibilidad económica, inversión y recursos humanos sostenidos, densidad y un contexto, sea natural, turístico o urbano, que resulte atractivo para compradores internacionales".

La resiliencia latinoamericana y las oportunidades

En este mundo tan mediado por las redes sociales, el concepto de periferia es completamente obsoleto, afirma la directora. "Operamos en un sistema policéntrico, morbosamente interconectado, en el que la inmediatez de la información, la simplicidad del mensaje pesan más que la geografía", considera.

Desde su entendimiento, basado en años de trabajo en varios países y de la comprensión  sobre cómo circulan las obras, afirma que esa celeridad de la información, que supera barreras geográficas, se refleja en el sistema de las artes. Hay signos de agotamiento en los modelos tradicionales basados en la centralidad de los países del norte y también en las ferias de gran escala. 

Feria Este Arte. Foto: Gentileza.

"Las grandes exposiciones se moderan o se censuran; las galerías medianas colapsan; las grandes galerías operan como conglomerados; las pequeñas sobreviven con dificultad. Las ferias monumentales cuestionan la sostenibilidad: los actores del mercado participan de menos eventos y eligen contextos estratégicos, no volumétricos. En América del Sur, donde la inestabilidad no es circunstancial, la resiliencia genera oportunidades. La transición es profunda, y como en toda reestructuración global, antes de estabilizarse, el sistema del arte vivirá aún algunas tensiones. Pero el futuro es fértil para los modelos ágiles, estratégicos, inteligentes y sostenibles", remata.

La nueva edición de la feria se realizará del 4 al 7 de enero en el Vik Pavilion de José Ignacio y volverá a repetir el formato de solo show, es decir que cada galería presentará a un único artista para que se pueda hacer foco en trayectorias y figuras. La feria demuestra que, mediante la combinación de inversión constante y estrategia inteligente, un mercado boutique puede consolidarse como un nodo permanente de circulación de capital cultural a escala global.