Florencia Krygier se toma su tiempo para responder. No está en Uruguay, viaja por el mundo y trabaja de forma remota, algo que la empresa que dirige le permite hacer por su modelo 100% a distancia. Cuando habla de diseño, no se queda en lo estético, va más allá. Para ella, el diseño es una herramienta estratégica, capaz de resolver problemas, construir identidad y conectar con las personas. Medusa, es su estudio de diseño y creatividad fundado en Uruguay que trabaja con marcas locales e internacionales, y que logró posicionarse como socio estratégico de grandes nombres, incluyendo el de Victoria Beckham.
El punto de partida, como suele ocurrir en los emprendimientos personales que crecen, fue una mezcla de vocación temprana y decisiones conscientes: "Desde chica siempre fui muy observadora. Me encantaba todo lo que implicara crear con las manos. Cuando empecé a trabajar, entendí que el diseño no era solo algo lindo o decorativo, sino una herramienta estratégica", recuerda Krygier. Esa convicción se convirtió en un proyecto profesional y emprendimiento personal que mutó hasta tomar forma y escala: "Me di cuenta que mi lugar estaba en acompañar marcas y proyectos a ordenar ideas, comunicar mensajes y conectar con las personas", reflexiona en diálogo con Forbes Uruguay.
Lo que hoy se conoce como Medusa nació bajo otro nombre: Estudio FK (en referencia a sus iniciales), una especie de firma personal. Pero el crecimiento del equipo y la llegada de nuevos desafíos la llevaron a reformular la identidad. "Sentí que ese nombre ya no nos representaba. Y ahí surgió Medusa, con una energía poderosa, magnética y femenina. Un punto clave para nuestro equipo, que es mayoritariamente de mujeres, con una sinergia muy especial", dice la diseñadora. Además, el nuevo nombre también traduce una forma de trabajo: colaborativa, transparente y adaptable.
Creatividad de exportación
Uno de los hitos para Medusa fue trabajar con la marca de Victoria Beckham, una experiencia que arrancó como un proyecto puntual y terminó en una colaboración continua. "Fue una tremenda sorpresa. Surgió gracias a personas de su equipo que ya habían trabajado con nosotros y nos recomendaron", cuenta. De esa experiencia, Krygier destaca algo más que el reconocimiento: "Aprendí la importancia de la claridad en el proceso. Todo está muy estructurado, los tiempos son exigentes y la calidad esperada es altísima. Pero lo que más confirmé es que, aunque el cliente sea internacional, lo principal sigue siendo el diálogo entre personas".
Hoy Medusa trabaja tanto con marcas globales como Dam Dam (Tokyo), las bebidas Aplós o la marca de cosméticos Fortuna Skin, así como con emprendimientos locales. Las diferencias existen —en tiempos, procesos, zonas horarias—, pero la filosofía de trabajo se mantiene. "Desde el inicio somos muy claros: explicamos cómo trabajamos, qué tiempos necesitamos y qué entregables van a recibir. Eso nos permite alinear expectativas y sostener la calidad", explica.
El camino de la emprendedora
Emprender nunca es sencillo, menos aún en las industrias creativas. "Uno de mis mayores desafíos fue emprender sola, sin socios", reconoce. Y agrega: "Tuve que tomar decisiones importantes en momentos clave. Aunque me asesoraba con colegas, al final la decisión era mía".
Otro reto fue equilibrar el costado creativo con la gestión del negocio: "Entender de costos, armar equipos, negociar tiempos y presupuestos. Sostener un equipo 100% remoto y fomentar una comunicación clara y fluida", asegura.
En el plano personal, destaca, aprendió "a decir que no" a proyectos que no encajaban con su visión de largo aliento para promover la calidad de su trabajo y el del equipo.
Sin embargo, hubo un punto de inflexión: "Cuando empezamos a trabajar con marcas internacionales comprendí que esto podía crecer en serio. Nuestra mejor herramienta de ventas fue la recomendación de un cliente a otro", recuerda. Ese boca a boca abrió puertas y posicionó a Medusa como un actor competitivo incluso fuera de fronteras.
ADN uruguayo para impactar globalmente
La raíz uruguaya sigue presente, incluso en proyectos que están repartidos por todo el globo. "Cuando empezamos a trabajar con marcas internacionales y nos dimos cuenta de que nuestra forma de hacer diseño desde Uruguay podía tener impacto real en otros mercados nos cambió la perspectiva. Siempre digo que nuestra mejor herramienta de ventas fue la recomendación de un cliente a otro: así se nos abrieron muchísimas puertas", detalla.
En esa línea, destaca que sus raíces se notan en la forma de trabajar: "Muy cercana, muy humana, con una escucha real. Priorizamos relaciones duraderas a volumen de clientes", afirma. Esa forma de hacer, más artesanal y consciente, es lo que define a Medusa.
La cultura del estudio también responde a una lógica distinta. Lejos del ajetreo permanente, en Medusa se prioriza el equilibrio, la colaboración y el bienestar. "Queremos trabajar mejor, no más. Trato todos los días de construir ese espacio en el que todos queramos estar. Donde los proyectos nos desafíen, el equipo nos potencie y los tiempos nos permitan un balance saludable entre la vida profesional y personal", dice Krygier.
Lo que se viene
De cara al futuro, la ambición no se mide solo en cantidad de clientes, sino en impacto y calidad. "Sueño con que sigamos creciendo en proyectos significativos, que realmente tengan valor y contribuyan positivamente al mundo", dice Krygier. Una expansión internacional no está descartada: "¿Por qué no tener oficinas en otras partes del mundo algún día?".
Pero más allá de la escala, hay una intención más profunda: que Medusa sea un referente de una nueva forma de hacer diseño desde Latinoamérica. Una que priorice la excelencia sin descuidar lo humano. "Me encantaría que Medusa sea un referente para otros estudios, demostrando que se puede hacer diseño de altísimo nivel desde Uruguay o Latinoamérica, cuidando siempre a las personas, generando bienestar en el equipo y promoviendo una forma de trabajar más humana y consciente", concluye.