Steve Jobs no se quedaba en la cama, no se quejaba camino al trabajo ni miraba el reloj esperando que fueran las cinco y media. Nada de eso. Estaba obsesionado con lo que hacía, comprometido con su oficio y decidido a construir una de las empresas más importantes de todos los tiempos. Jobs no tuvo suerte. Tampoco se cruzó con su vocación por accidente. La buscó, se enfocó en su objetivo y tomó decisiones concretas para convertirlo en realidad.
Ese mismo patrón se repitió en muchos otros casos. Emprendedores como John Mackey, Oprah Winfrey, David Bronner y Suzy Batiz aplicaron principios que pueden parecer místicos, pero generan resultados concretos en ingresos y crecimiento. Ven sus negocios como una expresión de su mundo interior, y utilizan la alineación, la gratitud y la intención como herramientas reales para construir empresas.
John Mackey, cofundador de Whole Foods, construyó su empresa sobre la base de valores personales y creencias espirituales, y dejó que la autenticidad guiara sus decisiones. Oprah Winfrey atribuye sus prácticas espirituales al origen de su imperio. David Bronner llevó Dr. Bronner's de US$ 4 millones a US$ 120 millones, con una dirección marcada por una fuerte ética espiritual centrada en la justicia. Suzy Batiz, fundadora de Poo-Pourri, se presenta como una "chamana empresarial" y asegura que el primer año de su marca, que generó US$ 1 millón, fue posible gracias a la alineación energética.
Las leyes espirituales no son una teoría abstracta, sino una estrategia que puede traducirse en ganancias y crecimiento. Dejá el escepticismo de lado y probá algunas. Nunca sabés lo que puede pasar.
Leyes espirituales que generan éxito material
La ley de la suposición
Todos los millonarios que conozco empezaron a actuar como si fueran ricos mucho antes de tener el dinero. No se trataba de gastar sin control, sino de asumir que el éxito era inevitable y tomar decisiones desde ese lugar.
Fingir que sos rico funciona. Y podés empezar ahora mismo. Escribite un cheque ficticio por una suma concreta, a cambio de un servicio. Cerrá los ojos e imaginá que ese dinero llega. Después, actuá con la convicción de que vas a recibir exactamente esa cantidad.
Jim Carrey escribió un cheque de US$ 10 millones con fecha del Día de Acción de Gracias de 1995 y la nota "por servicios de interpretación". Lo guardó en la billetera durante años como recordatorio de lo que venía. En 1994, consiguió el papel en Dos tontos muy tontos y cobró exactamente esa cifra. Lo que había imaginado, se volvió real.
El desapego genera resultados
Aferrarte con desesperación a tus objetivos puede ser justo lo que los está alejando. Como dijo Neville Goddard: "Cuanto más intentás conseguir algo, más lo alejás". Cuando dejé de necesitar con urgencia a mi primer cliente importante, aparecieron tres en la misma semana. "Cuanto más intentás conseguirlo, más afirmás su ausencia. Pero cuando vivís en el resultado final, cuando lo poseés en la conciencia, el intento desaparece. Y empieza el tener", agregó.
Cuando dejás de insistir para cerrar un trato, muchas veces descubrís que la otra parte empieza a insistir más. Cuando estás dispuesto a irte, te empiezan a buscar. Esa paradoja de soltar es clave. Imaginá que necesitás vender tu negocio con desesperación. Si vos mismo querés sacártelo de encima, ¿por qué alguien más querría comprarlo? Nadie quiere algo que parece un problema.
Ahora pensá lo contrario. Reordenás los procesos de tu empresa, contratás a un gerente y la convertís en una máquina que funciona sola. La sistematizás tanto que dirigirla se vuelve un placer. Eso es lo que los compradores quieren. En el momento en que dejás de tener que vender, tu activo se vuelve más atractivo.
El principio del espejo
Tu empresa refleja tu estado interior en todo momento. Si estás al mando, tenés más poder del que pensás. Si llegás de mal humor a una reunión, el equipo lo percibe y replica. Si te entusiasma el futuro y tenés ideas claras, ese entusiasmo se contagia.
Los seres humanos activamos neuronas espejo en cada interacción. Es una cuestión de supervivencia. Buscamos ser aceptados, así que adaptamos nuestro comportamiento al de quienes nos rodean. No subestimes este principio.
Tu caos se traduce en confusión dentro del equipo. Tu mentalidad de escasez se vuelve un problema de liquidez. Ordená lo interno y vas a ver cómo se transforma lo externo.
Acción inspirada o esfuerzo vacío
Hay una diferencia entre moverse y avanzar. Podés estar ocupado solo por estar ocupado. Llenás la agenda de reuniones porque es lo que se espera, no porque haga una diferencia. Tenés miedo de quedarte en silencio. Estás demasiado tenso como para no revisar el correo.
Pero forzarte a actuar sin dirección no te lleva lejos. Tampoco te hace bien. La acción inspirada —trabajar en total sintonía con tu objetivo— se siente como fluir. El esfuerzo desesperado se siente como si te ahogaras. Uno construye, el otro agota.
¿Cómo saber en cuál estás? Preguntate: ¿esto se siente como trabajo? ¿Lo haría aunque supiera que va a fracasar? Si la respuesta es no, dejá de vivir a base de cortisol y revisá en qué estás invirtiendo tu energía.
El efecto multiplicador de la gratitud
Estar realmente agradecido por lo que tenés atrae más de lo que buscás. La gratitud es un estado de plenitud. Goddard lo dijo así: "Sé agradecido por lo que ya sos y reclamá lo que deseás ser. Al asumir la sensación de tu deseo cumplido, con gratitud, no podés fracasar".
Esto se aplica sin problemas en el mundo de los negocios. Olvidate de la campaña de marketing que no funcionó. Sacá la lección y seguí adelante. Analizá los casos que sí destacaron: los correos que mejor convirtieron, los socios que generan el 80% de las ventas. Sé agradecido y demostralo.
Enfocarte en lo que funciona hace que más cosas funcionen. Llevá un registro de tus logros en lugar de quedarte atrapado en las pérdidas. Practicá la gratitud con tu equipo, tus clientes y proveedores. Y decíselo. El impulso positivo que se genera puede sorprenderte.
Cómo los principios espirituales impactan en los negocios
El éxito responde a leyes espirituales, más allá de que creas en ellas o no. Por eso, vale la pena ponerlas a prueba. Asumí que ya tenés lo que querés. Soltá la necesidad desesperada. Entendé que tu negocio refleja tu estado interior. Actuá con inspiración, no desde la urgencia. Y multiplicá los resultados practicando la gratitud. Son principios que generan rentabilidad y que la mayoría de las personas ignora.
*Con información de Forbes US.