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Matt Loszak (izq.), director ejecutivo de Aalo, y Yasir Arafat, director tecnoló
Negocios

El renacimiento nuclear: startups, multimillonarios y la carrera por abastecer a la IA

Christopher Helman

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Con inversiones millonarias, respaldo del gobierno de Trump y el impulso energético que exige el auge de los centros de datos, una camada de startups busca revivir la fisión atómica con reactores compactos, fabricados en serie y diseñados para funcionar donde antes era impensado.

24 Diciembre de 2025 07.00

En la planta de 3.700 metros cuadrados de Aalo Atomics, ubicada en el sur de Austin, Texas, los operarios mueven placas de acero de 1,68 centímetros de espesor hacia máquinas que las doblan y laminan lentamente hasta convertirlas en cilindros de 3,66 metros de ancho. Después, los sueldan para formar recipientes de 7,66 metros de alto. 

Estos trabajos podrían tercerizarse a contratistas, lo que reduciría costos. Sin embargo, Matt Loszak, cofundador y director ejecutivo de Aalo, prefiere hacer todo dentro de la fábrica. La razón es clave: cada recipiente alojará el núcleo de un reactor de fisión nuclear de diez megavatios (MW). Cinco de estas unidades Aalo-1, funcionando juntas, harán girar una única turbina eléctrica de 50 MW, suficiente para abastecer a un gran centro de procesamiento de datos o a 45.000 hogares.

"No es un reactor de papel; se está construyendo", afirma Loszak, un ingeniero canadiense de 35 años que ya va por su tercera startup. En agosto, Aalo comenzó a levantar una planta sobre un terreno de 0,8 hectáreas en el Laboratorio Nacional de Idaho, que pertenece al Departamento de Energía. Allí busca alcanzar la "criticidad" el 4 de julio de 2026, fecha en la que se cumplirán 250 años de la independencia de Estados Unidos y que el presidente Donald Trump marcó como plazo para que al menos tres startups del país demuestren que sus diseños de reactores nucleares avanzados funcionan. Para lograr la criticidad, Aalo cargará uno de sus recipientes con conjuntos de barras de combustible nuclear que ya se comercializan y luego iniciará una reacción en cadena de fisión nuclear autosostenida.

Matt Loszak
Trevor Paulhus para Forbes.

¿Generar electricidad? Eso vendrá después. Incluso si logra alcanzar la criticidad, Aalo todavía deberá desarrollar su capacidad de fabricación, establecer una red de proveedores, firmar contratos con clientes del sector de centros de datos y obtener la aprobación definitiva de la Comisión Reguladora Nuclear. "Instalaremos la fábrica, reduciremos los costos y tendremos este producto estrella", promete Loszak, que está buscando hasta 90.000 metros cuadrados para levantar una gigafábrica. 

Hace poco incorporó a Bryson Gentile, quien estuvo a cargo de la fabricación del Falcon 9 en SpaceX, la compañía de Elon Musk, para poner en marcha la operación de producción en masa de Aalo. "Lo que hizo Elon con los autos y cohetes eléctricos fue como correr la milla en cuatro minutos. Cuando eso pasa, todos dicen: 'Esperá, esto es posible'", señala Loszak. Su objetivo es generar electricidad en 2027.

La demanda de electricidad se dispara, en buena parte por los centros de datos que consumen grandes cantidades de energía y sostienen el crecimiento de la inteligencia artificial. Y Loszak no es el único emprendedor nuclear que busca capitalizar la ola de inversiones vinculadas a la IA. Al menos doce empresas, entre ellas Valar Atomics, Oklo, Kairos Power y X-energy, compiten por diseñar, aprobar y poner en marcha una nueva generación de reactores pequeños y prefabricados, capaces de abastecer centros de datos individuales o incluso integrarse a la red eléctrica.

En lo que va de 2025, inversores de capital de riesgo, del mercado de acciones, multimillonarios, el Departamento de Energía y otros aportaron más de US$ 4.000 millones a estas y otras nuevas compañías nucleares de Estados Unidos, muy por encima de los casi US$ 500 millones registrados en 2020, según datos de PitchBook. Harán falta decenas de miles de millones más para que la energía nuclear recupere impulso. 

Aalo, que tiene apenas dos años, ya reunió US$ 136 millones en financiamiento, US$ 100 millones de ellos en agosto. Su principal inversor es Valor Equity Partners, la firma del multimillonario Antonio Gracias. Valor fue uno de los primeros fondos institucionales en apostar por Tesla, y Gracias, actual integrante del directorio de SpaceX, dijo a Forbes que Aalo va a ser exitosa por su apuesta a la fabricación y a la integración vertical, "similar al enfoque de principios básicos de Tesla para las baterías, los vehículos eléctricos y la robótica", agrega.

No todas estas startups van a prosperar. Pero todo indica que la energía nuclear volverá a tener un rol relevante. La demanda está: Sam Altman, de OpenAI, aseguró que necesitará la asombrosa cifra de 250 gigavatios en ocho años, lo mismo que consume Brasil. Analistas más cautos proyectan que, para 2030, los centros de datos requerirán el doble de los 40 GW que consumen hoy. Con el precio promedio actual de la electricidad industrial en nueve centavos por kilovatio hora, esos 40 GW representan un gasto de US$ 32.000 millones por año. Pero los precios podrían aumentar si la demanda crece más rápido que la capacidad de generación.

Los analistas creen que las turbinas a gas natural cubrirán tal vez el 60 % de esa demanda, aunque hay pedidos pendientes desde hace cuatro años. El carbón sigue sin ser bien visto, por más que Trump se refiera al combustible fósil más contaminante como "hermoso y limpio". La energía eólica y la solar, aunque forman parte de las prioridades del presidente, no garantizan la disponibilidad permanente que exigen los centros de datos. Ese es el gran vacío que buscan llenar las startups nucleares.

"Hay mucho espacio para que todos prosperen, porque el mundo necesita esa cantidad de energía y más", dice el multimillonario iraní Kamal (Kam) Ghaffarian, empresario del sector aeroespacial y fundador de X-energy, con sede en Rockville, Maryland, que desarrolla un reactor nuclear enfriado por gas.

Claro, mucha gente todavía se opone a los reactores nucleares, especialmente cuando se trata de instalarlos cerca de sus casas. Sin embargo, el respaldo hoy es amplio y viene desde los niveles más altos del gobierno. Desde que volvió a la Casa Blanca en enero, el presidente Donald Trump canceló proyectos eólicos marinos de gran escala, desactivó un megaparque solar y firmó la ley One Big Beautiful Bill, que elimina los créditos fiscales para proyectos de energía eólica y solar que comiencen a construirse después del próximo 4 de julio

Pero esa misma ley mantuvo e incluso amplió los beneficios para la energía nuclear: los créditos fiscales para nuevos diseños ahora cubren hasta el 40 % de la inversión. Además, la administración Trump impulsa una reforma de la Comisión Reguladora Nuclear (NRC), conocida por su lentitud y su extrema cautela, con el objetivo de acelerar la aprobación de nuevos diseños. También quiere facilitar la obtención de permisos, incluso alentando a las startups a instalar reactores en bases militares o en lugares —como el Laboratorio Nacional de Idaho— que ya tienen antecedentes de actividad nuclear desde el Proyecto Manhattan en la Segunda Guerra Mundial.

Energía abundante, fortunas en ascenso
La nueva camada de startups nucleares cuenta con financiamiento de multimillonarios... y ya empezó a generar a
Energía abundante, fortunas en ascenso La nueva camada de startups nucleares cuenta con financiamiento de multimillonarios... y ya empezó a generar a

Mientras Bill Gates, cofundador de Microsoft, lleva dos décadas defendiendo la energía nuclear como una solución frente al calentamiento global, otras voces empiezan a sumarse. "Si hoy inventáramos la fisión nuclear, la consideraríamos la solución milagrosa para el cambio climático", afirma Drew Wandzilak, director de la firma de capital de riesgo Alumni Ventures, que invirtió en X-energy, Aalo y Valar. "Así de poderosa es", señala.

De vuelta en Aalo, Matt Loszak y su cofundador, el director de tecnología Yasir Arafat, de 39 años, sumaron motivaciones personales a su impulso por reactivar la energía nuclear. Loszak tuvo asma durante su infancia, pero los síntomas desaparecieron cuando su provincia natal, Ontario, reemplazó las centrales eléctricas a carbón por plantas nucleares. 

Arafat, en cambio, hacía sus tareas de cálculo a la luz de las velas en Bangladesh, antes de llegar a Estados Unidos como estudiante universitario y obtener una maestría en ingeniería nuclear en la Universidad Estatal de Carolina del Norte. Su carrera abarcó toda la escala de la industria: trabajó en el reactor AP1000 de Westinghouse, de 1.100 MW, y luego se sumó en 2019 al Laboratorio Nacional de Idaho, donde lideró el diseño de microrreactores. Los fundadores de Aalo proyectan vender, con el tiempo, sus pequeños reactores producidos en masa no solo a empresas de inteligencia artificial, sino también a países pobres con problemas de acceso a la energía. Aalo significa "la luz" en bengalí.

Hasta hace poco, el futuro de la energía nuclear parecía oscuro. Después del desastre en la central japonesa de Fukushima en 2011, provocado por un tsunami, Japón y Alemania empezaron a cerrar sus plantas. En Estados Unidos, la industria venía golpeada desde la fusión parcial de Three Mile Island, en Pensilvania, ocurrida en 1979. Ese accidente ocupó las portadas durante meses, aunque la Comisión Reguladora Nuclear (NRC) determinó que la pequeña cantidad de radiación liberada no representó una amenaza real.

Sin embargo, las consecuencias regulatorias del accidente en Three Mile Island llevaron a la cancelación de proyectos y a nuevas exigencias por parte de la NRC, lo que sumó demoras y disparó los costos de las grandes plantas nucleares. En 2024, tras 15 años de obras, Georgia Power logró terminar su central en Augusta, Georgia, con dos reactores Westinghouse AP1000, capaces de abastecer a 1,7 millones de hogares. La construcción superó los US$ 30.000 millones, más del doble del presupuesto original. El sobrecosto se atribuyó a fallas de ingeniería, falta de una cadena de suministros estable y escasez de mano de obra calificada. 

Para comparar: levantar una planta del mismo tamaño con turbinas de gas natural —si es que se pudieran conseguir— costaría apenas US$ 7.000 millones. Todo indicaba que Estados Unidos había perdido la capacidad de construir grandes centrales nucleares de forma eficiente. Actualmente, el país tiene 94 reactores a escala de red en operación, muchos con más de 40 años de antigüedad, frente a los 112 que estaban activos en 1990.

El Departamento de Energía, Bill Gates y otros defensores de la energía nuclear ya venían apostando por nuevos diseños de reactores cuando la invasión rusa a Ucrania, en febrero de 2022, y el apetito energético de la inteligencia artificial aceleraron esa tendencia. La Unión Europea, con la urgencia de cortar la dependencia del petróleo y el gas rusos, resolvió que, en ciertos casos, la energía nuclear libre de emisiones de carbono puede considerarse "verde". Meta, Amazon y Google (de Alphabet) firmaron contratos a largo plazo para comprar energía nuclear. Incluso Three Mile Island vuelve al ruedo: su único reactor operativo, cerrado en 2019, se prepara para reactivarse tras un acuerdo con Microsoft, que se comprometió a comprar toda su producción durante los próximos 20 años. El sitio fue rebautizado como Crane Clean Energy Center.

Mike Laufer, director ejecutivo y cofundador de Kairos Power, tiene 40 años y una larga trayectoria en el sector nuclear. Construyó, operó y desmanteló una planta de demostración en Albuquerque, Nuevo México. "En nueve años, aprendimos muchísimo", afirma. Kairos está trabajando en Hermes 1, su primer reactor de generación de energía (con fines demostrativos), y en Hermes 2, su primer reactor comercial, que apunta a aportar 50 MW a la red eléctrica de la Autoridad del Valle de Tennessee para 2030. Google, por su parte, acordó comprar unos 500 MW de energía proveniente de los reactores Hermes para 2035.

How Aalo Atomics' Nuclear Reactor Will Power Data Centres | Technology  Magazine

La sede de Kairos está en un hangar de aviones remodelado dentro de lo que fue la Estación Aérea Naval de Alameda, en California, justo al sur de la Universidad de California en Berkeley, donde Laufer y sus dos socios fundadores obtuvieron sus doctorados. La startup espera recibir US$ 303 millones en financiamiento del Departamento de Energía antes de terminar la construcción de Hermes 1, prevista para 2028. (Laufer evita decir si su padre, el multimillonario Henry Laufer —matemático y cofundador de Renaissance Technologies junto al fallecido Jim Simons— figura entre los patrocinadores).

El sistema modular prefabricado de Kairos incorpora décadas de avances en tecnología nuclear con un diseño de reactor refrigerado por sales de fluoruro fundido. Usa un combustible innovador, conocido como TRISO (triestructural-isotrópico), formado por "guijarros", que también aparece en varios diseños nuevos de reactores y es una de las razones por las que sus promotores aseguran que estos sistemas son resistentes tanto a fusiones como a ataques terroristas. Cada núcleo diminuto de dióxido de uranio —del tamaño de una semilla de amapola— está recubierto por capas de un milímetro de espesor que aíslan el uranio y retienen los productos de fisión más peligrosos. 

Kairos recubre luego el TRISO con grafito para formar guijarros del tamaño de una pelota de golf. Cuando se agrupan en gran cantidad, pueden iniciar reacciones de fisión. Pero los recubrimientos multicapa están diseñados para evitar que el combustible se caliente lo suficiente como para generar una reacción en cadena descontrolada o una fusión. 

Según sus impulsores, incluso si alguien robara miles de guijarros TRISO de un minirreactor, le sería muy difícil hacer algo peligroso con ellos. Y si explotara un reactor, los equipos de limpieza podrían ingresar después y recoger los guijarros sin mayores complicaciones. Kairos desarrolló su propia línea de producción de TRISO, que ahora está siendo trasladada al Laboratorio Nacional de Los Álamos, dependiente del Departamento de Energía. Allí podrá finalmente trabajar con uranio enriquecido real para producir sus "pellets". "La fabricación interna es un elemento clave de nuestra estrategia", afirma Laufer.

Isaiah Taylor, fundador y director ejecutivo de Valar Atomics, tiene 26 años y lanzó su empresa hace apenas dos años. También planea usar combustible TRISO, aunque todavía no lo produce por su cuenta: está concentrado en desarrollar lo que Steve Marcus, de Riot Ventures —firma con sede en Los Ángeles y cofundador de Valar— describe como "el Toyota Corolla de los reactores, no un Lamborghini". 

En septiembre, la startup, con base en El Segundo, California, comenzó a construir su primer reactor de demostración en Utah. En noviembre, Valar anunció una ronda de financiamiento por US$ 130 millones y aseguró haber alcanzado la criticidad de potencia cero —es decir, fisión sin generación eléctrica— en una prueba de núcleo realizada en Los Álamos.

No está claro si alcanzar la criticidad de potencia cero cumple con el objetivo fijado por el presidente Trump. De todos modos, Taylor espera lograr la criticidad total —es decir, generar electricidad— antes del 4 de julio, la fecha límite marcada por la Casa Blanca. Su diseño de reactor de alta temperatura refrigerado por gas, llamado Ward 250 en homenaje a su abuelo Ward Schaap, científico del Proyecto Manhattan, ya cuenta con un prototipo térmico que opera con las mismas temperaturas y presiones que un reactor funcional, aunque sin combustible de uranio. "Vertemos 16 manzanas de la ciudad de Los Ángeles —medio megavatio— en el núcleo", dice Taylor, cuyo equipo identificó fugas y sumó experiencia al desmontar y montar una y otra vez el prototipo.

Taylor es un hombre apurado. Nació en Idaho y dejó la escuela secundaria a los 16 años. En lugar de ir a la universidad, se dedicó a estudiar ingeniería nuclear por su cuenta. Su entusiasmo atrae tanto a financiadores como a figuras influyentes del movimiento MAGA. "Tiene una capacidad única para ser persuasivo y lograr que la gente se una a la misión", dijo Marcus. Uno de los inversores de Valar es Palmer Luckey, el multimillonario que integró la lista de los 30 menores de 30 de Forbes en 2014, vendió su empresa de realidad virtual Oculus a Meta cuando tenía 21 años y cofundó el fabricante de armas de alta tecnología Anduril a los 24.

Texas is betting on a 'nuclear renaissance' | KUT Radio, Austin's NPR  Station

Este año, Valar se sumó a una demanda presentada contra la NRC, en la que argumenta que el organismo está demorando demasiado en autorizar nuevas armas nucleares y que, además, tal vez ni siquiera tenga la autoridad para regular los minirreactores. También forman parte de la demanda las startups Last Energy y Deep Fission, junto con las legislaturas de Texas, Utah, Luisiana, Florida y Arizona. El caso fue suspendido para avanzar con negociaciones de un posible acuerdo. "Necesitamos energía nuclear ahora", no dentro de tres años, luego de un proceso de revisión, afirma Liz Muller, directora ejecutiva de Deep Fission. 

Tiene 47 años y fundó la startup junto con su padre, un profesor de física jubilado de UC Berkeley. La empresa, que tiene apenas dos años, recaudó US$ 30 millones en una oferta pública en septiembre. Su propuesta, poco convencional, consiste en perforar un pozo de 30 pulgadas de diámetro hasta 1,6 kilómetros de profundidad, introducir un contenedor con combustible de uranio y llenarlo con agua. Ese líquido, calentado por el reactor, genera energía, mientras el sistema permanece protegido dentro de la roca sólida. "En los próximos dos años veremos quién puede realmente empezar a construir y quién no", sostiene Muller.

Una startup que logró ganar visibilidad sin haber construido siquiera una planta piloto es Oklo, fundada en 2013 por Jacob y Caroline DeWitte, un matrimonio que ahora figura entre los multimillonarios. El director ejecutivo de OpenAI, Sam Altman, fue su presidente desde 2015 hasta abril de este año. La empresa salió a cotizar en bolsa a través de una SPAC en 2024, y su capitalización bursátil alcanza los US$ 15.000 millones, aunque en octubre llegó a un pico de US$ 26.000 millones. Si bien Oklo ya comenzó las tareas de preparación en un sitio cercano al Laboratorio Nacional de Idaho, es poco probable que logre alcanzar la criticidad antes del próximo 4 de julio

A pesar de eso, cuenta con apoyo político: el actual secretario de Energía, Chris Wright, integró anteriormente su junta directiva. Es la empresa de mayor visibilidad entre una media docena de miniempresas nucleares que cotizan en bolsa. "Las acciones de Oklo son muy simbólicas de lo que es la opinión pública; todo el mundo está a favor de la energía nuclear y quiere invertir en ella", asegura Marcus, de Riot.

Vale aclarar que ni siquiera las personas más ricas, inteligentes y poderosas del mundo pueden construir un reactor solo por decisión propia. Bill Gates cofundó TerraPower en 2008 y, después de 17 años y una inversión cercana a los US$ 4.000 millones aportados por él, el Departamento de Energía (DOE), Nvidia, HD Hyundai y otros, la empresa todavía no obtuvo la aprobación de la NRC para el diseño de su reactor de sales fundidas de 350 MW.

También existe la posibilidad —sobre todo por los vaivenes constantes de Trump— de que el futuro esté en las grandes centrales nucleares tradicionales, y no en las unidades prefabricadas. Luego de haber atravesado una bancarrota y varios cambios de dueño en la última década, Westinghouse recibió un nuevo impulso en octubre, cuando la administración Trump se comprometió a agilizar la aprobación de permisos y el financiamiento de US$ 80.000 millones para nuevos reactores. Esa suma permitiría construir entre cinco y diez unidades del modelo AP1000 de Westinghouse.

A cambio, el Gobierno Federal obtendría una participación del 20 % en cualquier ganancia que supere los US$ 17.500 millones generada por Westinghouse antes de 2029.

La noticia representa un gran impulso para Fermi America, con sede en Amarillo, Texas, que ya consagró al nuevo multimillonario nuclear más rico: su cofundador y director ejecutivo, Toby Neugebauer, de 53 años. Inversor en capital privado e hijo de un excongresista republicano, Neugebauer —junto con su familia— vio su patrimonio neto trepar hasta los US$ 6.000 millones tras la salida a bolsa de Fermi en octubre. El plan de la empresa es construir centros de datos gigantes que funcionen con al menos cuatro reactores AP1000. Estarán ubicados en un terreno de 2.000 hectáreas, contiguo a Pantex, un complejo del Departamento de Energía en la región del Panhandle de Texas que, durante décadas, fabricó el núcleo de plutonio de las ojivas nucleares. 

"Si no podés construir energía nuclear en este sitio, no podés hacerlo en ningún lugar", afirma Neugebauer, cuyos socios fundadores son Rick Perry —exgobernador de Texas y primer secretario de Energía de Trump— y su hijo Griffin. Como muchas compañías vinculadas a la inteligencia artificial, Fermi mantiene una relación cercana con el Gobierno. Neugebauer eligió a Cantor Fitzgerald —controlada por la familia del secretario de Comercio, Howard Lutnick— para llevar adelante su oferta pública inicial. Otra firma del mismo grupo, la inmobiliaria Newmark, habría ganado millones en comisiones por la compra de terrenos para Fermi.

"La razón por la que nos dedicamos a la energía nuclear es porque somos patriotas", afirma Toby Neugebauer, director ejecutivo de Fermi. "China está generando energía a raudales. Por eso necesitamos inteligencia artificial nuclear", agrega.

Además, Neugebauer no se presenta como un innovador, sino como un desarrollador de proyectos. Contrató como director de construcción nuclear a Mesut Uzman, ciudadano estadounidense nacido en Turquía, quien participó en la construcción de los primeros cuatro reactores AP1000 en China, además de otro en Bulgaria y cuatro más en los Emiratos Árabes Unidos. "Tenemos a alguien que no es virgen. Tiene trece besos en su haber", dice Neugebauer, que asegura que, cuando los pequeños reactores nucleares estén listos, no tendrá problema en sumar varios gigavatios de ellos en el mismo sitio. También decidió cubrir su apuesta nuclear con gas. 

Ya encargó 2,5 GW en turbinas de gas natural y planea construir 11 GW de energía a gas antes de que su primer reactor esté terminado. Sin embargo, su visión a largo plazo es que Amarillo se transforme en el centro del Gobierno Federal para el desarrollo de inteligencia artificial con energía nuclear. "La razón por la que nos dedicamos a la energía nuclear es porque somos patriotas", insiste. "China está construyendo 33 reactores grandes, no para aire acondicionado. Están generando energía a raudales. Por eso necesitamos la inteligencia artificial nuclear", concluye.

Nota publicada por Forbes US

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