José Ignacio, el parador más exclusivo de Punta del Este, atraviesa una temporada récord. En la última década, el destino se consolidó como uno de los enclaves premium más demandados del Atlántico Sur y hoy funciona, de hecho, como un producto de exportación: atrae capitales, residentes temporarios y turistas de alto poder adquisitivo de Europa y Estados Unidos.
“El 50% de los dueños de chacras son europeos. Tenemos clientes de Francia, Inglaterra, Bélgica, Suiza y España que eligen el lugar no solo por el paisaje, sino por la experiencia integral que ofrece. En José Ignacio, el europeo se siente como en casa”, explica Martín Díaz, socio de la inmobiliaria Antonio Díaz, firma con casi 40 años de operación en el balneario.

El antiguo pueblo de pescadores se transformó en sinónimo de exclusividad y pertenencia. “No solo enamora el destino, sino su gente. Es curioso, pero muchos de los proyectos gastronómicos más exitosos nacieron con capital local y luego se replicaron en otras ciudades del mundo”, agrega Díaz, y menciona dos casos emblemáticos: El Mostrador Marram y The Crow’s Nest.
Crecimiento exponencial
En los últimos años, los inversores estadounidenses y europeos ganaron protagonismo en Punta del Este, aunque con un foco cada vez más marcado en José Ignacio. “Las casas más exclusivas pueden alcanzar valores superiores a los US$ 30 millones. Es una inversión atractiva en un mercado con escasez estructural de oferta”, señala el bróker, que conoce al detalle un pueblo que cuenta con apenas 500 habitantes estables durante el año.
“José Ignacio es un fenómeno difícil de comparar en el mundo. En el último año se vendió el 100% de los terrenos linderos a la Ruta 10 y a metros del mar”, sostiene Díaz, quien destaca que el 99% de esos compradores fueron argentinos.

El impacto del crecimiento se percibe también en el movimiento estacional. En plena temporada alta, al balneario ingresan cerca de 10.000 autos por día. Bares, paradores y restaurantes operan a pleno sin perder el clima de calma que distingue al lugar.
La presencia argentina se intensifica entre el 20 de diciembre y el 15 de enero. A partir de la segunda quincena, el perfil del visitante cambia y se multiplican los idiomas: inglés, alemán y francés empiezan a dominar la escena. “Hay mucho movimiento en la zona de chacras, con operaciones de compra y venta impulsadas por europeos que buscan mayor contacto con la naturaleza y entornos más remotos”, explica Díaz.
Hoy, los terrenos disponibles -en la zona de chacras- parten desde US$ 1 millón, un valor que puede duplicarse según la ubicación, el metraje y la cercanía al mar.
Lo cierto es que el crecimiento de José Ignacio parece no encontrar techo. El enclave más exclusivo de Uruguay convive con nuevos desarrollos y proyectos de alta gama que redefinen el mapa inmobiliario del este. “Hoy nuestro desafío es encausar este crecimiento, para no perder la esencia que atrajo a quienes elijen y eligieron nuestro destino”, concluye el bróker.