El magnate mexicano Carlos Slim criticó a Uruguay: "No deberíamos estar"
Uno de los hombres más ricos e influyentes del planeta, propietario de Claro, cuestionó el papel del Estado uruguayo en el mercado de telecomunicaciones y reavivó el debate sobre la competencia en el sector, justo cuando nuevas inversiones prometen sacudir el tablero.

El multimillonario mexicano Carlos Slim Helú, propietario de Claro y uno de los empresarios más influyentes del planeta, volvió a poner a Uruguay en el centro de la conversación regional. Durante una entrevista con el podcast mexicano Cracks , el fundador del imperio América Móvil lanzó una crítica sin matices: "La verdad que no deberíamos estar en Uruguay, porque en Uruguay las telecomunicaciones son del gobierno y no te dan permiso de nada, no sé pa' qué lo abrió", expresó, refiriéndose al predominio estatal de Antel ya la regulación que, a su entender, limita la competencia.

Slim, de 85 años, recordó su visita al país y su encuentro con el expresidente José "Pepe" Mujica: "Me saludó muy afectuosamente. Tuve la oportunidad de platicar con él en un viaje a Uruguay; voy a volver a ir ahora", afirmó antes de insistir en su disconformidad con el entorno regulatorio: 

"No te dan permiso de dar televisión paga, no te dan permiso de tal cosa; Uruguay controla las telecomunicaciones, no está abierto a la competencia".

Sus declaraciones llegan en un momento bisagra para el mercado uruguayo de las comunicaciones. Claro —filial de América Móvil— cuenta actualmente con el 22% del mercado de telefonía móvil, según datos de la Unidad Reguladora de Servicios de Comunicaciones (Ursec). Antel mantiene un liderazgo claro, seguido por Movistar (Telefónica) cuya operación acaba de pasar a manos de Tigo (Millicom).

 

Un nuevo jugador en el tablero

El sector vive una transformación con la retirada de Telefónica. El gigante regional Millicom, que opera bajo la marca Tigo, anunció que "tras recibir la aprobación final del Gobierno de Uruguay adquirió la adquisición del 100% de Telefónica Móviles del Uruguay SA (Movistar) por un valor empresarial de U$S 440 millones".

Marcelo Benítez, CEO regional de Millicom, destacó el significado estratégico de la operación: "Esta adquisición marca un paso decisivo en nuestra estrategia de crecimiento. Estamos muy entusiasmados de establecer nuestra presencia en Uruguay, un país reconocido por su estabilidad y su visión clara hacia la transformación digital". La empresa anticipó que su diseño "generará sinergias en redes, operaciones y servicios comerciales", con impacto positivo en el flujo de caja libre de sus accionistas a partir de 2026.

Benítez también subrayó el valor de los recursos humanos locales: "Vemos un enorme valor en el talento del país. Nuestro compromiso es invertir en infraestructura, impulsar la innovación y crear nuevas oportunidades que promuevan un crecimiento digital de largo plazo".

Un mercado con desafíos estructurales

Si bien Uruguay cuenta con una de las tasas de conectividad más altas de América Latina y con una infraestructura que le ha permitido alcanzar los estándares del primer mundo, el sistema sigue siendo objeto de debate por el rol del Estado. En 2013, bajo el gobierno de Mujica, se le revocó a Claro el permiso para operar servicios de televisión satelital, decisión que el sector privado aún señala como una muestra de rigidez regulatoria.

El peso de Antel en el mercado y la apertura limitada a otros operadores son temas recurrentes en las críticas provenientes del empresariado. Slim, cuya compañía representa más de un quinto de las líneas activas, insistió en que el entorno competitivo "no está abierto" y que eso desalienta la inversión privada extranjera.

Del otro lado, el gobierno uruguayo defiende la presencia fuerte del Estado en un sector considerado estratégico. Desde el Ministerio de Industria y la Ursec, la prioridad sigue siendo —según sus comunicaciones públicas— garantizar la cobertura universal, mantener precios razonables y proteger la soberanía tecnológica del país.

Entre la estabilidad y la apertura

El desembarco de Millicom parece revitalizar el sector tras la salida de Telefónica, y plantea un escenario de competencia moderada pero con nuevos desafíos. Mientras Slim se muestra escéptico sobre el potencial del mercado, Tigo apuesta por el futuro digital de Uruguay.

En un contexto donde la revolución tecnológica avanza aceleradamente y América Latina busca consolidar su liderazgo en conectividad, la tensión entre control estatal y libre competencia vuelve al centro del debate. Las palabras de Slim, incómodas pero influyentes, vuelven a encender la discusión sobre cuál debe ser el modelo de desarrollo de las telecomunicaciones uruguayas en la próxima década.

Para un país con grado de inversión, estabilidad institucional y liderazgo digital, el desafío está servido: cómo equilibrar el control público con la innovación privada, sin perder el ritmo del futuro.