Los perros no viven lo suficiente. Un labrador puede alcanzar los 14 años, mientras que razas más grandes, como el boyero de Berna, apenas si llegan a los 9 años con suerte. Para Celine Halioua, eso no alcanza. Está convencida de que merecen unos años más.
Halioua tiene 30 años, es científica, dejó su doctorado en Oxford y fue jefa de personal del primer fondo de capital de riesgo especializado en biotecnología de longevidad. En los últimos seis años se enfocó en Loyal, una startup de San Francisco que busca frenar el envejecimiento en los perros a través de fármacos que corrigen desequilibrios hormonales y metabólicos antes de que se conviertan en enfermedades.
El primer producto en camino es una pastilla con sabor a carne de res que podría llegar al mercado en 2026. Según sus estimaciones, podría no solo extender la vida de los perros, sino también abrir la puerta a tratamientos similares para humanos.
"Me di cuenta de que hacer esto en humanos requeriría miles de millones de dólares, problemas de patentes y traumas, pero se podría hacer en perros", explica Halioua. Su propia perra, Della, una cruza de rottweiler, tiene más de 10 años y la adoptó hace tres.
Aunque Loyal todavía no genera ingresos, Halioua ya está en contacto con la FDA y superó las primeras barreras regulatorias. Aspira a que, bajo el programa de aprobación condicional de medicamentos veterinarios innovadores, el organismo autorice el primer tratamiento el año que viene. Se trata de un fármaco que modifica el metabolismo de perros mayores de 10 años para que imite los efectos de una dieta baja en calorías, un método que demostró prolongar la vida en estudios previos.
Además, la empresa trabaja en una inyección y otra pastilla pensadas para razas grandes, que tienden a vivir menos. Estos tratamientos buscan reducir una hormona del crecimiento que aparece con más fuerza en perros grandes que en los pequeños.
Celine Halioua ya consiguió US$ 135 millones en capital y otros US$ 20 millones en deuda de riesgo. Entre quienes pusieron plata están gigantes como Bain Capital, First Round, Khosla Ventures y Valor Equity Partners. ¿La valuación de Loyal? US$ 425 millones.
El negocio tiene un potencial enorme. En Estados Unidos hay casi 90 millones de perros distribuidos en unos 60 millones de hogares, según la Asociación Médica Veterinaria Americana. Solo en el último año, esos hogares gastaron en promedio US$ 1852 por perro, un 6 % más que en 2023. Si logra la aprobación regulatoria, Loyal podría facturar cientos de millones de dólares en poco tiempo.
Por eso, la empresa fue elegida por Forbes como una de las 25 startups con más chances de convertirse en unicornios, dentro de su lista anual de las Próximas Startups de Mil Millones de Dólares. Aunque muchas de las seleccionadas están en el negocio de la inteligencia artificial, Loyal demuestra que no todo pasa por la IA. "Hay cosas demasiado importantes como para no intentarlas. Loyal estaría entre ellas, y parece haber funcionado bastante bien", dice Vinod Khosla, uno de los inversores. Su firma ya apostó por al menos diez startups ligadas a la longevidad. Y sabe de lo que habla: sus propios perros son terranovas, una raza gigante que puede pesar hasta 70 kilos.
Aunque el primer objetivo de Loyal son los perros, en la empresa creen que ese éxito podría abrir la puerta a algo mucho más grande: los humanos. Pero no es fácil. Desarrollar y aprobar un medicamento para prolongar la vida canina puede costar US$ 25 millones y llevar cinco años. Si el destino final es el mercado humano, el desafío es mucho mayor: al menos US$ 1000 millones y más de una década de trámites. A eso se suma que el campo de la longevidad humana arrastra mala fama: productos milagrosos, suplementos sin respaldo científico y clínicas con promesas que no se cumplen.
"La gente piensa en la longevidad y se imagina curas mágicas, o multimillonarios tratando de vivir para siempre, con afirmaciones desmedidas. El trabajo de Loyal es mucho más serio", asegura Halioua. Y está convencida de que esto recién empieza. "Creo que el público en general va a quedarse impactado cuando vea que puede ir al veterinario y conseguir un medicamento para que su perro viva más", dice. "Y entonces se va a preguntar: '¿Por qué no puedo hacer esto por mi abuela?'", continúa.
Celine Halioua, exintegrante de la lista Forbes 30 Under 30 en Ciencias (2022), creció en Austin, Texas, en una casa donde siempre hubo animales. Su madre, inmigrante marroquí con doctorado en nutrición, y su padre, alemán y carpintero, se instalaron ahí cuando la ciudad todavía era más conocida por su cultura hippie que por los Tesla.
La infancia de Halioua estuvo rodeada de animales rescatados: más de diez gatos, varios perros, tortugas, zarigüeyas, ardillas bebés salvajes y hasta pájaros heridos. "Siempre teníamos gatitos, ardillas bebés salvajes, zarigüeyas, tortugas y pájaros con las alas rotas", recuerda.
Arrancó la universidad en Texas estudiando arte, pero enseguida se dio cuenta de que lo suyo era la ciencia. Pasó largas horas en el laboratorio y dedicó dos veranos al estudio de enfermedades neurológicas en el Consorcio Sanford de Medicina Regenerativa, en San Diego. Fue ahí donde se afianzó su interés por la medicina preventiva y la longevidad.
"Simplemente no me parecía lógico esperar a que a estos pacientes se les diagnosticara una enfermedad terminal aguda para intentar intervenir y ayudarlos", explica. "No esperamos a que el motor de nuestro auto eche humo en la carretera para hacerle mantenimiento. Hacemos mantenimiento con el tiempo. ¿Por qué no hacemos lo mismo con el cuerpo humano?", agrega.
"Todos decían: 'No es posible'. Yo pensaba: 'Es posible'"
En enero de 2018, mientras cursaba un doctorado en economía de la salud aplicada a la terapia génica en Oxford, Celine Halioua se sumó al Longevity Fund, un fondo de capital riesgo con sede en San Francisco. En 2019 abandonó oficialmente sus estudios, pero ya había encontrado el rumbo que quería seguir.
Fue ahí donde conoció las primeras investigaciones que mostraban cómo un solo cambio genético podía extender la vida de un nematodo. Quedó fascinada. Poco después, leyó un estudio clave del Instituto Purina, que durante 14 años analizó los efectos de la restricción calórica en labradores retrievers. La conclusión: reducir un 25 % el consumo diario de comida podía aumentar su esperanza de vida en casi dos años.
Esa idea la marcó tanto que hoy lleva en el brazo un tatuaje con la cabeza de un labrador, la cara de un ratón y el cuerpo ondulado de un nematodo. Las tres especies protagonizaron algunos de los experimentos más exitosos en extensión de vida. "Esta biología existía desde hacía décadas", cuenta. "Me había fascinado muchísimo, hasta cierto punto obsesionado, con ella, pero nadie la había convertido nunca en una medicina", añade.
En 2019, se cruzó con Greg Rosen, inversor y actual socio de BoxGroup, que venía evaluando crear una startup de clonación de perros, inspirado en un trabajo que había visto en Corea del Sur. Se encontraron en un Philz Coffee sobre la calle Folsom, en San Francisco. "Me dijo: 'Mirá, no sé nada de clonación de perros, pero todo mi trabajo se centra en la longevidad. ¿Qué te parecería un negocio de longevidad canina?'", recuerda Rosen. "Pasamos los siguientes seis meses juntos dándole vueltas. ¿Esto es viable técnicamente? ¿Podemos conseguir financiación para algo así?", se preguntaban.
En enero de 2020, lanzaron Loyal con US$ 4,5 millones en financiación inicial y un único objetivo: desarrollar el primer fármaco para prolongar la vida de los perros. "Todos decían: 'No es posible'. Yo pensaba: 'Es posible'", sostiene Halioua.
La primera idea fue ambiciosa: una única inyección de terapia génica para frenar el envejecimiento en perros grandes a través de la inhibición de una hormona del crecimiento. Pero se toparon con una pared: la terapia génica es carísima, y muchos dueños pagan en efectivo. Además, una sola aplicación elevaba el riesgo. "No se la daría a mi perro ni aunque tuviera una probabilidad entre mil de matarlo", afirma.
Entonces, cambiaron el plan. Decidieron apostar por inyecciones y pastillas más tradicionales, más accesibles y seguras, ya que no alteran el ADN de forma permanente. Aunque Loyal todavía no fijó precios, calculan que estarán en el rango de un medicamento para el gusano del corazón o las inyecciones para la artritis, es decir, menos de US$ 150 por mes. "No pienso especular con los precios ni nada por el estilo", asegura.
El momento no podría haber sido mejor. En 2019, justo cuando Celine Halioua ponía en marcha Loyal, la FDA amplió las condiciones para otorgar aprobaciones condicionales a medicamentos veterinarios innovadores. Eso permitió que empresas como la suya pudieran vender sus fármacos tras demostrar que son seguros y que pueden producirse a escala, sin necesidad de probar de inmediato toda su eficacia. A partir de ahí, tienen cinco años para respaldar esa eficacia con estudios clínicos.
En febrero de este año, Loyal superó un paso clave hacia esa aprobación para su primer medicamento, el que imita los efectos de la restricción calórica. El Centro de Medicina Veterinaria de la FDA concluyó que la compañía había demostrado una "expectativa razonable" de eficacia. Halioua se enteró en plena boda, en Panamá, junto a su novio (ahora prometido). Estaba en la pileta cuando el equipo regulador le avisó por Slack. "Empecé a gritar, y los invitados pensaron: '¡Qué americano tan ruidoso!'", cuenta entre risas. "Después se dieron cuenta de que estaba celebrando algo. Creo que pensaron que me habían propuesto matrimonio y trajeron champán", recuerda.
Uno de los lugares donde ya se está probando el fármaco es la Clínica Veterinaria Barlow Trail, en Sandy, Oregón, cerca del Mount Hood. Ahí, el Dr. Jaime Houston inscribió a 105 perros en el estudio. "Hablo con la mayoría de mis clientes que tienen perros mayores sobre Loyal, y nueve de cada diez quieren que sus perros participen en el estudio", asegura el veterinario.
En diciembre de 2023, Loyal aplicó por primera vez su vacuna a un paciente real: Boo, un whippet de 11 años, atendido en el Hospital Veterinario del Condado de Dauphin, en Harrisburg, Pensilvania. Fue el puntapié inicial de un ensayo clínico doble ciego controlado con placebo, que durará unos cinco años y que ya cuenta con 1300 perros inscriptos en más de 70 clínicas veterinarias de todo Estados Unidos. Es el mayor estudio clínico en animales que se haya hecho.
Al mismo tiempo, Halioua avanza con un segundo medicamento, esta vez para perros grandes. Se trata de una pastilla basada en una molécula desarrollada por Crinetics Pharmaceuticals, una empresa que cotiza en bolsa y que había creado ese compuesto como parte de un tratamiento para problemas humanos vinculados al exceso de hormona del crecimiento.
"Ellos tenían esta hipótesis sobre los perros grandes, y nosotros teníamos este compuesto de clase clínica con el que no íbamos a hacer nada", explica Steve Betz, cofundador y director científico de Crinetics. Lo mejor para Loyal es que ya había sido probado en ratas y perros, y demostró reducir esa hormona.
Aunque el objetivo final es que este trabajo sirva de base para medicamentos que prolonguen la vida humana, Halioua está enfocada en el presente. Cree que estas soluciones pueden mejorar la vida de millones de personas que hoy conviven con perros mayores y desearían tener más tiempo con ellos. "Nunca me preocupó que nos equivoquemos", dice. "Este es el rumbo que tomará el mundo", concluye.
Con información de Forbes US.