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Qué es la neuroarquitectura y por qué está cada vez más presente en el diseño de hogares y oficinas

Yanina Mazzia

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Diversos estudios demuestran que el diseño de los espacios impacta la conducta y funciones corporales de la gente.

6 Mayo de 2025 08.56

Por medio de estadísticas y evidencias científicas, los arquitectos pueden construir inmuebles saludables capaces de mejorar la conducta, los estados de ánimo y las funciones corporales básicas de sus residentes simplemente aplicando neurociencia en sus proyectos ya sea de una casa o grandes propiedades. 

Un edificio saludable no significa solo emplear materiales favorables para el medio ambiente. Es necesario también que ofrezca una sinergia entre su diseño y quienes lo habitarán.  Para ello se puede recurrir a la neuroarquitectura. 

Esa disciplina estudia los efectos de un espacio físico en el comportamiento y el cerebro humano. Por medio del análisis del sistema nervioso, puede promover y regular emociones, conductas y hasta funciones corporales básicas.

Examina, por ejemplo, la actividad mental  en una ambiente pintado de amarillo o de forma triangular,  o con una superficie rugosa. En cada caso, cambia el nivel de ansiedad y estrés de las personas. Esos resultados se trasladan a datos medibles y se bosquejan soluciones arquitectónicas.       

"La neuroarquitectura me permite entender el impacto de los espacios en cómo pensamos, nos relacionamos y tomamos decisiones. En el proyecto del interior de una vivienda, contribuye al bienestar mental, estimular la creatividad, al mejor descanso, entre otras cosas. Porque no es lo mismo ingresar a un lugar y sentir ansiedad o calma", enfatiza Julia Cotti, fundadora y CEO del Estudio Cotti arquitectura. En ese sentido, merece la atención el Museo Judío de Berlín, concebido para incrementar la sensación de horror que sufrieron los judíos durante el nazismo. 

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 Julia Cotti, fundadora y CEO del Estudio Cotti arquitectura.

Sin duda, el secreto de esta técnica es plasmar en el  diseño de cualquier inmueble los elementos neurocientíficos relacionados con la salud y el bienestar.  También, emplear en la edificación materiales agradables a la vista y al tacto. 

"En realidad, existe una alianza de todos los sentidos (olfativo, sonoro, visual, táctil, etc). Todos van de la mano hacia una unidad. Uno no es más importante que el otro. Tampoco, no podemos dejar de considerar la cultura. Muchas cosas no significan lo mismo en Occidente que en Oriente", remarca Liliana García Ferré, directora de Investigación de la Universidad Católica Argentina de La Plata (UCALP).

Sin costo

Víctor Feingold, fundador y CEO de la consultora en diseño Contract Workplaces, afirma que aplicar esos principios no implica costo extra alguno en el presupuesto. Es más, la inversión sería la misma que la de cualquier obra. Ahora sí, varía la funcionalidad de los espacios.

"Por mi parte, no "vendo" a la neuroarquitectura. Directamente, la aplico. Tampoco, me pregunta qué es esta disciplina. Con distintos recursos (luz, texturas, colar y otros) podés lograr que una persona perciba y se emocione ante  un determinado ambiente. Eso le produce, por ejemplo, una bienestar enfocado a sanar su salud, trabajar o descansar mejor", puntualiza Mariela Galli, fundadora del estudio de arquitectura Área Viva. 

La calidad del aire que respiramos influye en la percepción de una propiedad. El director del programa "Edificios Saludables" de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, Joseph Allen, investigó cómo influye este factor en la capacidad de los trabajadores. Durante dos semanas, varió las condiciones de ventilación en las que trabajaba un grupo de personasCuando duplica la ventilación, y redujo los niveles de compuestos orgánicos volátiles (COV) y dióxido de carbono en el aire, los empleados creaban estrategias más acertadas. Una mejor calidad del aire aumenta la productividad de los individuos entre un 8% y 11%.

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Liliana García Ferré, directora de Investigación de la Universidad Católica Argentina de La Plata (UCALP).

"En ese sentido, los bancos están aplicando diferentes criterios para diseñar sus edificios. Antes sus fachadas eran serias daban la imagen de seguridad y fortaleza. Hoy en sus espacios interactúan colores como el verde. Encontrás puff, banquetas y otras cosas muy distintas a las tradicionales", agrega García Ferré.

Aunque algunos principios de la neuroarquitectura se remontan en la antigüedad, se consideran al virólogo Jonas Salk y al arquitecto Louis Kahn los padres de esta corriente. De la asociación de ambos nació, en 1965, el Instituto Salk en La Jolla [California], reconocido como la primera muestra de este movimiento. Se levantó sobre un acantilado que domina el océano Pacífico. El objetivo de su diseño es alentar la creatividad y la productividad de los científicosA pesar de que ese instituto ya cuenta con casi 60 años, la neuroarquitectura cobró impulso en las últimas décadas.  

 

Las claves

Algunas de las claves de esta metodología  son la iluminación, las zonas verdes, los colores, los techos o todos a la vez. Pero mucho se adecua al consumidor final. "Es un proceso donde se hace una interpretación de la personalidad de su consumidor. Para ello cuento con un cuestionario que me permite explorarlo, y en el caso de comercios hacemos lo mismo con la identidad de la marca o de su clientela. Recién luego lo pasamos por el propio filtro. Hay muchas ideas y vueltas, más cuando el cliente va a vivir ahí", resalta Cotti, quien es también docente de la Universidad digital UK de México.

El psicólogo Christoph Hölscher proclama que la luz atrae al ser humano. Sin embargo, hace mucho más. La natural ayuda a la concentración y genera un ambiente más amable que la artificial. Al tiempo que acerca a los individuos con el exterior. Por eso la necesidad de priorizar ventanas grandes o claraboyas para mejorar la energía y el estado de ánimo.

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"Si en la arquitectura comercial se busca aumentar la permanencia y el consumo, por ejemplo, en un restaurante, se toman decisiones a partir de la iluminación cálida. Se le suma materiales nobles como el mármol o la madera. Sus techos serán altos para generar una sensación de que te abrazan pero no te comprimen", indica Cotti.

La sensación de encierro genera estrés y, por ende, disminuye la productividad. El contacto con zonas verdes ayuda a abrir la mente, aumenta la concentración y favorece la calma.

De acuerdo a estudios científicos la altura de los techos influye también en la concentración y actividad. Así, los cielorrasos altos incitan a la creatividad. En cambio, los bajos favorecen las tareas rutinarias.

Alrededor del 80% de la información que percibe el ser humano es visual. Los  colores representan 40% de esa percepción. Entonces, no es de sorprender que los últimos condicionen el estado de ánimo.

En este punto, se debe considerar que existen al respecto criterios distintos en Occidente y en Oriente. En el primer caso, influyen en el aspecto cognitivo y emocional. Dependerán del área a intervenir, de sus usuarios [si son niños, adultos, adolescentes, etc], la actividad a desarrollar.  

 

Oriente y Occidente

"En Oriente existen otros criterios. Muchas veces, estas culturas se basan en la devoción. Por eso los colores tienen connotaciones religiosas",  explica Liliana García Ferré de UCALP. Debido a esos aspectos, el blanco simboliza pureza para los occidentales. En cambio, se lo asocia al luto entre los orientales.

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Mariela Galli, fundadora del estudio de arquitectura Área Viva.

A pesar de eso,  los  tonos cálidos [el amarillo y el naranja] pueden infundir vitalidad y energía. En cambio, las tonalidades frías [el azul y el verde] incitan a la calma. Incluso, se emplea el color para delinear jerarquías espaciales. Matices más vibrantes se los utiliza para limitar áreas de actividad y colaboración. Los más suaves son ideales para zonas de relajación. 

Los ángulos y las formas inciden en el cerebro humano. Los espacios rectangulares son entendidos como menos agobiantes. Las esquinas marcadas favorecen el estrés y la  ansiedad. Por el contrario, las curvas y contornos suaves dan sensación de seguridad y comodidad.

"Además, las cosas deben estar de acuerdo a las medidas de las personas en neuroarquitectura. Para alcanzar esa meta se aplica así la ergometría. En la cocina, esas dimensiones determinarán la altura de la alacena o la mesada, el ancho de los pasillos, entre otros puntos", marca Galli, de Área Viva.

La acústica y el confort sensorial tienen su peso también. Los sonidos son útiles para saber dónde se está. Lógicamente, en un espacio educativo un aula bien insonorizada es determinante. "En ciertos casos se emplean materiales absorbentes [alfombras vinílicas, madera, cortinas] para reducir reverberación y ruido de electrodomésticos" comenta Galli.

"En zonas como Puerto Madero se están aplicando estos conceptos. No es un proceso rápido como sucedió en Estados Unidos; vamos a otra escala a otro ritmo", finaliza García Ferré de UCALP. 

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