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Liderazgo

Cómo escapar del trabajo de 9 a 5 y construir un negocio para amar

Alla Adam

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Cuando estás acostumbrado a una forma de hacer las cosas, empezás a asociar tu identidad con ella y se vuelve difícil experimentar con nuevas formas.

06 Agosto de 2023 09.00

En el momento en que el reloj marca las cinco de la tarde, las puertas de un grande y reluciente edificio de oficinas cercano a la estación londinense de Paddington se abren de par en par y la multitud de gente trajeada sale. Todos menos una persona. Codie suele quedarse hasta tarde, porque su jefe se queda hasta tarde. Codie lleva casi siete años en la empresa y quiere desesperadamente un ascenso. También quiere dejar de trabajar hasta tarde. Al final del día, tendrá una opción mucho mejor, pero Codie aún no lo sabe.

Me siento en las escaleras de un anfiteatro iluminado por el sol. Desde mi posición ventajosa, hay una buena vista del edificio de oficinas de Codie. Doy un sorbo a mi té y no puedo evitar pensar que hoy me siento tan emocionada como hace cuatro años, cuando conocí a Codie por primera vez en este mismo lugar.

"Siento llegar tarde", dice Codie mientras trata infructuosamente de contener la respiración aquella calurosa tarde de octubre. "En realidad, siempre llego tarde. Y esto es un problema", añadió con cuidado.

"Hola, Codie. Soy Alla. Encantada de conocerte". Le tendí la mano para estrechársela e hice un gesto para que se sentara.

Pasaron dos horas, una buena cantidad de lágrimas y revelaciones, y ya teníamos una idea clara de lo que estaba pasando. Codie intentaba complacer a su jefe, igual que complacía a muchos adultos en sus primeros años de vida. Intentaba ganarse el derecho a un ascenso trabajando muchas horas y ocupándose de todo lo que el jefe le pedía. Quería salir de esa espiral en la que siempre era la responsable de todo en su departamento de 20 personas, pero nunca la que recibía gratitud.

El caso es que, al igual que Codie se acostumbró a utilizar las mismas técnicas que la impulsaron siete años atrás, su jefe y sus compañeros se acostumbraron al hecho de que Codie estaba deseosa de hacerlo todo y no pedía mucho a cambio. Como resultado, Codie acabó siendo la que se quemó, no dormía lo suficiente, no tenía vida fuera de los muros de la empresa... y finalmente empezó a faltar a tareas y reuniones importantes y recibió un último aviso de su jefe, tras el cual sería despedida si no era capaz de volver a rendir al máximo nivel.

Durante aquella calurosa tarde de octubre, me senté con Codie e ideamos la forma de salir adelante. Y así es como quedó.

1. El año sabático no es una cura, pero sí un tratamiento

Cuando estás al borde del agotamiento, renunciar y quemar todos los puentes es lo último que debés hacer. En lugar de eso, tomate un año sabático de tres a seis meses. Tendrás el tiempo justo para recuperar la energía, el empuje y la motivación, pero no tanto como para que se oxiden tus habilidades profesionales. La cuestión es planificar tu año sabático como un tiempo activo. Viaja, lee libros, conoce nuevos seres humanos, prueba nuevos deportes y platos, aprende una nueva habilidad, pero en ningún caso te quedes en la cama viendo alguna serie popular y dándote un atracón de patatas fritas.

2. Ingresos secundarios igual a flujo igual a seguridad

Cuando sólo tenés una fuente de ingresos, estás atrapado. La empresa para la que trabajás puede despedirte en cualquier momento. Una remuneración razonable pero limitada puede mantenerte a flote, pero rara vez es suficiente para impulsarte. Para evitar este peligroso estado, pensá en tu flujo y seguridad con antelación y establecé unos ingresos secundarios fiables, empezá a invertir y construye tu marca personal fuera de los muros corporativos.

La cuestión es que el estatus de empleado es sólo un puerto seguro temporal. No importa cuántas veces te hayan ascendido; el siguiente no está garantizado. No apuestes por una opción, sobre todo si tu control sobre ella es limitado; construye una base de ingresos secundarios en la que puedas confiar en cualquier momento.

3. Complacer te hunde; servir te eleva

Primero debés servirte a ti mismo. Establecé límites sanos con los demás, desordená tu espacio de trabajo y vivienda, dominá nuevas herramientas para hacer las cosas, abandoná las relaciones profesionales y personales tóxicas, empezá a llevar un diario, etc. Cuando estás acostumbrado a una forma de hacer las cosas, empezá a asociar tu identidad con ella y te resulta difícil experimentar con nuevas formas. Pero los nuevos problemas exigen nuevas soluciones y nuevos niveles de liderazgo. Deja de complacer a tu jefe, a tus colegas y a la sociedad en general; empieza a servirles lo mejor que puedas sin dejar que traspasen tus límites.

No era una estrategia en toda regla, pero era un comienzo.

"Hola, Alla. En realidad he llegado un poco antes y te he traído el té que te gusta", dice Codie en las escaleras del mismo anfiteatro donde nos conocimos hace cuatro años. "Ven, sentate a mi lado; quiero hablarte de nuestro nuevo inversor de la India con el que acabo de terminar una llamada".

Codie (cuyo nombre he cambiado por confidencialidad) era la hija de mi cliente. Hace cuatro años era una de las 20 de su departamento y una de las miles de la empresa para la que trabajaba y, como a ella le gusta recordar, "más una mercancía que una estrella". Ahora es una de las pocas mujeres fundadoras de startups en el Reino Unido con más de 8 millones de libras en fondos recaudados.

Con la ayuda de un coaching inteligente, se ha transformado por completo y, al mismo tiempo, sabe que es sólo el principio de un viaje fascinante en el que trabaja cinco horas al día, se toma unas vacaciones como es debido, se relaciona con seres humanos inteligentes de todo el mundo, lee libros, medita, come sano y nunca a deshoras, juega al tenis dos veces por semana y construye un negocio que le encanta.

 

*Con información de Forbes US

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