En un mundo laboral donde el agotamiento y la presión parecen inevitables, surge una pregunta incómoda: ¿hasta qué punto la edad marca un límite en la carrera de una persona? Con esta inquietud como punto de partida, Carolina Winograd publica Vivir sin fecha de vencimiento (Planeta), un libro que busca desarmar la idea de que el talento tiene fecha de caducidad.
La autora combina experiencias personales con un enfoque interdisciplinario que integra ciencia, medicina tradicional china, nutrición integrativa y mindset regenerativo. Su propuesta invita a realizar un "reset" de cuerpo, mente y espíritu para recuperar energía, claridad y propósito en todas las etapas de la vida.
Abogada de formación, cantante de tangos y conferencista, Winograd desarrolló el método RESETEATE y fundó Kaliope Glow, desde donde acompaña a mujeres en procesos de transformación. En este nuevo trabajo ofrece herramientas prácticas que van desde la alimentación antiinflamatoria hasta ejercicios de respiración y posturas corporales, con el objetivo de ayudar a sostener el bienestar físico y emocional en la vida cotidiana y en entornos de alta exigencia.
-En el contexto del mundo laboral, muchas veces marcado por la presión y el agotamiento, ¿cómo se aplica la filosofía de Vivir sin fecha de vencimiento"a la carrera profesional en el mundo corporativo?
"Vivir sin fecha de vencimiento" aplicado al mundo laboral significa desafiar la idea de que las personas tienen un "pico de rendimiento" seguido de un inevitable declive. No somos ni debemos ser tratados como "descartables". Por eso, necesitamos entender que no es la edad lo que nos apaga: es el estrés crónico, la falta de cuidado físico y emocional, y la presión de una cultura que glorifica la productividad a cualquier precio, incluso cuando nos lleva al agotamiento patológico a edades tempranas.
En las empresas, esto se traduce en talento que se quema rápido y se desperdicia. Pero cuando aprendemos a lidiar con el estrés de manera más inteligente, a priorizar el descanso y a nutrirnos mejor, no solo sostenemos la energía: multiplicamos el foco, la creatividad y la claridad mental. Esa es la verdadera ventaja competitiva: una fuerza laboral capaz de capitalizar la experiencia en lugar de agotarla, de expandirse en lugar de contraerse con los años.
Las organizaciones que entiendan esto no solo van a tener profesionales más sanos y motivados, también van a formar líderes más lúcidos, equipos más innovadores, con resultados más sostenibles a largo plazo.
La meta no debería ser sólo "durar más" en una oficina, sino sostener la vitalidad, el entusiasmo y el deseo en cada etapa de la vida profesional. Porque cuando una persona se siente bien, no solo rinde más: inspira más. Y ese es el tipo de capital humano que ninguna empresa puede darse el lujo de perder.
- ¿Cómo se manifiesta el impacto del cortisol y el estrés oxidativo, como un "enemigo invisible" en el entorno de un líder?
El cortisol crónico y el estrés oxidativo son como un cable pelado en la biología de un líder: invisibles, pero capaces de generar cortocircuitos que, poco a poco, apagan el ingenio, la empatía y la visión estratégica. En la práctica, esto se traduce en decisiones reactivas, menos creatividad y un ánimo que contagia tensión al equipo. Un líder "inflamado" por dentro genera, aunque no lo note, un entorno inflamado a su alrededor: ambientes tensos, menos innovación y menos productividad, o a un precio demasiado alto... tan alto, que muchas veces se paga con enfermedades cardiovasculares, trastornos metabólicos, depresión, burnout o patologías autoinmunes que terminan debilitando no sólo a la persona, sino también a la organización que depende de ella.
Un líder "inflamado" por dentro genera, aunque no lo note, un entorno inflamado a su alrededor.
Es como si un capitán intentara navegar con la brújula rota: puede avanzar, pero lo hace sin dirección clara, arrastrando a toda la tripulación hacia aguas turbulentas. Y lo grave es que, en el mundo corporativo, hemos naturalizado este desgaste como si fuera parte inevitable de la vida corporativa.
Pero no lo es. Ese "enemigo invisible" —el cortisol y la inflamación silenciosa— no solo limita la productividad, también nos vuelve menos empáticos y generosos: menos capaces de escuchar, de inspirar y de sostener a otros.
La verdadera transformación ocurre cuando entendemos que cuidar la biología de un líder no es sólo un lujo individual, sino una estrategia de negocio. Porque un líder que preserva su lucidez, su energía y su capacidad de empatía, sostiene no solo su salud, sino la de toda la organización.
-¿Qué herramientas prácticas se pueden implementar para gestionarlo en el día a día?
No hablo de grandes acciones, ni de retiros, ni de más horas de gimnasio, ni de más dietas, o detox: hablo de microdecisiones que cualquiera puede incorporar en la rutina laboral.
- Reprogramar la respiración: no solo hacer pausas específicas, sino entrenar al cuerpo para respirar mejor todo el día. Esto activa el sistema parasimpático, baja el cortisol, mejorando nuestro foco y todo nuestro metabolismo.
- Circuitos cortos de activación linfática: ayudan a liberar toxinas, mejorar la circulación y "desinflamar" tanto el cuerpo como la mente. Son simples, no requieren más de unos minutos, y producen un cambio inmediato en la energía y en la concentración.
- Mejorar la postura y la gestualidad: la forma en que nos sentamos, respiramos y hasta los gestos faciales influyen directamente en nuestro ánimo y en cómo lideramos. Una postura encorvada sube el cortisol, genera más toxinas y baja la confianza; en cambio, una postura erguida, y la pacificación de los gestos faciales mejoran nuestra química interna.
- Yoga facial y masajes capilares: Además de relajar músculos y suavizar tensiones, generan un impacto positivo en el estado de ánimo y en la percepción de vitalidad.
- Alimentación antiinflamatoria simple: no se trata de dietas rígidas, sino de elegir menos ultraprocesados y más alimentos reales. Lo que comemos afecta directamente la inflamación, la energía y la claridad mental.
- Higiene del sueño: no se trata solo de "acostarse más temprano". Es adoptar hábitos que preparan naturalmente al cuerpo para descansar mejor: desde regular los horarios de sueño, hasta cuidar qué cenamos y a qué hora lo hacemos. Una cena ligera, antiinflamatoria y temprana puede marcar la diferencia entre un sueño superficial y un descanso profundo y reparador.
- Puntos de digitopuntura y pausas activas: pequeños gestos que desbloquean energía estancada, bajan la tensión muscular y devuelven el foco en pocos minutos.
- Mentalidad entrenada: no podemos reducir el estrés si seguimos pensando desde el mismo lugar. Reprogramar creencias limitantes y aprender a mejorar nuestro diálogo interno nos ayuda a encontrar soluciones y ver oportunidades, en lugar de ahogarnos en problemas que nos enferman.
En Vivir sin fecha de vencimiento ofrezco estas herramientas de manera sencilla y práctica, para que cualquier persona —incluso con la agenda más saturada— pueda recuperar vitalidad, foco y resiliencia sin esperar a un retiro o a las vacaciones.
-¿Cómo pueden los líderes entrenar su mente para que sea una aliada y no una limitante?
Entrenar la mente no es cuestión de repetir frases positivas (que no creemos) ni de negar lo que nos pasa. Es aprender a cambiar la narrativa interna para dejar de reaccionar en automático y empezar a elegir con claridad. Como enseño en Vivir sin fecha de vencimiento, esto se logra con prácticas simples pero transformadoras:
- Reprogramar el diálogo interno: por ejemplo, pasar de "esto me supera" a "esto me desafía". La calidad de nuestros pensamientos determina la calidad de nuestras decisiones.
- Respiración y pausas conscientes: cuando el cuerpo se calma, la mente encuentra espacio para pensar mejor.
- Mejorar la postura y la gestualidad: abrir el pecho, soltar la mandíbula, relajar el rostro. El cuerpo influye directamente en cómo pensamos y sentimos.
- Cuestionar creencias limitantes: detectar esas frases que nos dicen "no podés", "no estás a la altura", "no sos capaz" y reemplazarlas por elecciones que nos devuelven poder.
- Entrenar foco y presencia: un líder que aprende a estar en el aquí y ahora, reduce ruido mental y aumenta claridad estratégica.
La resiliencia no nace de aguantar más, sino de regenerarnos más rápido. Y un líder que entrena su mente no solo expande su propio potencial: contagia calma, confianza y visión a todo su equipo.
Es que los pensamientos pueden hundirte o salvarte. Un líder resiliente no es el que nunca cae, sino el que entrena su mente para levantarse cada vez con más claridad y propósito.
- ¿Qué impacto tiene la falta de cuidado físico en la toma de decisiones, la creatividad y la capacidad de un profesional para liderar con claridad?
Cuando el cuerpo está inflamado, dolorido o agotado, la mente no puede rendir en plenitud. Un líder cansado, con mala alimentación o sin buen descanso, no solo siente menos energía: piensa más lento, reacciona peor y pierde perspectiva. Y esto no es una opinión, es fisiología. La ciencia hoy demuestra que la falta de sueño afecta las mismas áreas cerebrales que usamos para decidir y resolver problemas. Lo mismo pasa con el estrés crónico: altera la química del cerebro, reduce la creatividad y aumenta la irritabilidad.
Un líder cansado, con mala alimentación o sin buen descanso, no solo siente menos energía: piensa más lento, reacciona peor y pierde perspectiva.
Lo vemos todos los días: después de dormir mal o de semanas de tensión, hasta las conversaciones más simples se vuelven pesadas y cuesta encontrar soluciones. Y si eso le pasa al líder, también se contagia a todo el equipo.
Como dice Robin Sharma, "no podés liderar el mundo si no podés liderarte a vos mismo". La claridad de un líder depende de la energía que habita en su cuerpo y de la calidad de los pensamientos que sostiene en su mente. Si el cuerpo se descuida, la mente se nubla. Si la mente se nubla, las decisiones pierden fuerza. Y un líder con decisiones débiles arrastra a todo un equipo a la mediocridad o al agotamiento.
El liderazgo no se mide solo en resultados, sino en la energía que proyectás. Si tu cuerpo está en calma y tu mente enfocada, tu liderazgo se vuelve imparable.
- Desde una perspectiva de liderazgo, ¿qué significa ser "imparable" y cómo se logra a través del bienestar y la conexión con uno mismo, más allá de la ambición profesional?
Ser imparable no es vivir sin pausas ni funcionar en modo máquina. Ser imparable es saber regenerarse, volver a levantarse con más fuerza y seguir avanzando con dirección. Es liderar desde la energía, la coherencia y la humanidad, no desde la sobreexigencia.
En el mundo corporativo, solemos confundir éxito con resistencia al dolor o con productividad sin descanso. Pero el verdadero liderazgo se mide en otra escala: en la capacidad de sostenerse sin agotarse, de ser un faro cuando todo alrededor es incertidumbre, y de inspirar sin imponerse.
La clave está en alinear tu misión personal con el impacto que querés generar en los demás. Ahí el trabajo deja de ser un fin en sí mismo y se convierte en una plataforma para expandir valores, transformar equipos y mejorar la vida de las personas. El bienestar no es un lujo: es el cimiento que permite claridad mental, resiliencia emocional y decisiones más sabias.
Un líder imparable no es el que nunca se detiene, sino el que sabe regenerarse y conectar su misión personal con un impacto social que trasciende los resultados de un trimestre.
- ¿De qué manera la "alimentación antiinflamatoria" y el cuidado del "reloj biológico" pueden ser ventajas competitivas para la productividad y la energía de un equipo de trabajo?
Una alimentación antiinflamatoria y el respeto por nuestro reloj biológico no son solo prácticas de bienestar personal: son ventajas estratégicas para cualquier equipo de trabajo.
La ciencia hoy lo demuestra con claridad. El Dr. William Li, investigador en angiogénesis, explica que una dieta rica en alimentos antiinflamatorios —frutas, verduras, granos integrales, sólo por mencionar un puñado— puede reducir el riesgo de enfermedades crónicas hasta en un 60% y al mismo tiempo mejorar la función metabólica, la energía celular y la neuroplasticidad. Dicho de una forma simple: comemos mejor y pensamos mejor.
Dan Buettner también lo confirma en sus estudios sobre las Zonas Azules, las regiones del mundo donde la gente vive más y mejor. En todas ellas se respeta un patrón común: alimentación natural, basada en plantas, horarios regulares y descanso suficiente. Eso se traduce en menos inflamación, menos obesidad, menos depresión y más motivación y vitalidad sostenida.
En el contexto laboral, esto significa equipos con más energía, menos ausentismo, mayor creatividad y mejores decisiones. Un líder que promueve pausas activas, comidas reales y horarios que respeten el reloj biológico no solo cuida la salud de su gente: está invirtiendo en sostenibilidad a largo plazo.
- ¿Cómo el acto de perdonar puede liberar la energía necesaria para un liderazgo más efectivo y un desempeño óptimo?
El perdón, en el mundo corporativo, no es solo un valor humano: es una herramienta estratégica de liderazgo. Cuando un líder carga con resentimiento, rencor o enojo, aunque no lo exprese, ese peso se filtra en su tono, en sus decisiones y en la forma en que conduce a su equipo. Gabor Maté explica que las emociones no procesadas no desaparecen: se almacenan en el cuerpo, aumentan la inflamación y terminan enfermándonos. En una organización, eso se traduce en ambientes tensos, creatividad bloqueada y equipos que funcionan a media máquina o con objetivos distorsionados.
Perdonar no es olvidar ni justificar. Es liberar la energía que estaba atada al pasado para ponerla al servicio del presente y del futuro. Es dejar de reaccionar desde la herida y empezar a responder desde la claridad. Líderes que trabajan el perdón logran mayor confianza, mejores vínculos y una visión menos contaminada.
El impacto es tangible: equipos más motivados, reuniones más productivas y un clima que favorece la innovación en lugar de drenarla. Porque un líder que perdona no solo se aligera él: crea un entorno donde las personas se sienten seguras para dar lo mejor de sí.
Porque perdonar no es muestra de debilidad: es inteligencia emocional aplicada. Un líder que perdona no se ata al pasado; libera energía para liderar con más claridad, más empatía, más conciencia y mayor impacto social.
- ¿Cómo puede una persona de negocios alinear su propósito personal, su "ikigai", con su rol profesional para encontrar mayor satisfacción y evitar el burnout?
El burnout muchas veces no aparece por trabajar demasiado, sino por trabajar desconectados de lo que nos mueve de verdad. Cuando el propósito personal y el rol profesional están divorciados, todo se siente pesado, incluso los logros.
El ikigai —ese punto de encuentro entre lo que amamos, lo que sabemos hacer, lo que el mundo necesita y por lo que nos pagan— no es una filosofía romántica; es una brújula práctica para sostener energía y evitar el agotamiento. En los negocios, alinear ese propósito personal con lo que hacemos cada día transforma la carrera en un motor de vitalidad en lugar de una fuente de desgaste.
Y alinear el ikigai con la vida profesional es mucho más que un ideal japonés: es una estrategia real para sostener motivación, creatividad y resiliencia. Cuando lo que hacés conecta con lo que amás, con tus talentos y con una misión que trasciende lo individual, dejás de sentir que el trabajo te vacía y empezás a experimentar que el trabajo te nutre.
Una persona puede trabajar jornadas intensas y atravesar desafíos enormes sin quemarse, siempre que haya un propósito alineado. El burnout aparece, justamente, cuando lo que hacemos no tiene un "por qué" sentido.
Simon Sinek lo dice de forma clara: "La gente no compra lo que hacés, compra el por qué lo hacés." Y ese principio es igual de válido para la vida profesional: cuando vos tenés claro tu "por qué" y lo vivís en tu día a día, no solo tené grandes chances de evitar el agotamiento, también inspirás a otros.
No siempre podemos elegir un trabajo que sea puro propósito. Pero sí podemos elegir cómo lo hacemos: con qué actitud, con qué hábitos de autocuidado, y qué pequeños espacios creamos para que lo que amamos y lo que el mundo necesita se filtre en nuestra vida profesional. El Ikigai no es abandonar todo para perseguir un sueño: es aprender a alinear, poco a poco, el sueldo con el sentido.
- En el mundo profesional, ¿qué "fecha de vencimiento" implícita deben desafiar los líderes, y cómo puede la sabiduría y la experiencia acumulada ser un activo invaluable en lugar de una limitación?
La "fecha de vencimiento" más peligrosa en el mundo corporativo no está escrita en ningún documento, pero la damos por asumida: la idea de que después de cierta edad o etapa dejamos de ser relevantes. Es un sesgo cultural que asocia valor con juventud y que termina desperdiciando el capital más valioso de una empresa: la experiencia viva.
La ciencia nos dice que la creatividad, la capacidad de resolver problemas complejos y la empatía —habilidades críticas para liderar— no solo se mantienen, sino que maduran con los años. Dan Buettner lo observa en las Zonas Azules: comunidades longevas donde los mayores no se jubilan de la vida, sino que encuentran nuevas formas de aportar y sostener a su comunidad. Y en el mundo empresarial, es exactamente lo mismo: un líder experimentado puede ver patrones invisibles para otros, anticipar riesgos, enseñar con su ejemplo y sostener a un equipo desde un lugar de sabiduría que ninguna capacitación express puede reemplazar.
El desafío es cultural: dejar de ver la edad como un límite y empezar a verla como un multiplicador de valor. No se trata de prolongar carreras por inercia, sino de transformar la forma en que entendemos el ciclo profesional: incorporar prácticas de bienestar que mantengan la vitalidad, y políticas que permitan capitalizar la experiencia en lugar de descartarla.
La verdadera fecha de vencimiento no está en el calendario: está en la mentalidad de quienes creen que la edad apaga el talento. Los líderes que desafían ese mito no sólo prolongan su impacto, lo multiplican: porque la sabiduría acumulada no caduca, florece cuando encuentra espacio para desplegarse.
-¿Qué rutina o práctica sencilla podría recomendar a un ejecutivo con una agenda saturada para empezar a implementar cambios que ayuden a desinflamar el cuerpo, calmar la mente, recuperar energía vital de forma efectiva?
Una de las prácticas más simples y poderosas que recomiendo —y que explico en Vivir sin fecha de vencimiento— es comenzar el día con una breve activación linfática. Apenas levantarse, antes de abrir el mail o mirar el celular, basta con tres minutos de buena postura, respiración profunda y algunos gestos que activan los principales puntos de drenaje del cuerpo (clavículas, mandíbula, orejas, axilas, abdomen, ingles y rodillas).
¿Por qué es tan transformador? Porque al estimular el sistema linfático y la movilidad de la caja torácica, el cuerpo empieza a liberar toxinas, reducir la inflamación y oxigenarse mejor. Además, al hacerlo con respiración consciente, activamos el nervio vago y el sistema parasimpático, lo que baja el cortisol y prepara la mente para un día más enfocado y sereno. Es un reset integral que se siente al instante: más claridad, más vitalidad y un mejor estado de ánimo.
La rutina es sencilla: fricciones suaves debajo de las clavículas, luego debajo de las orejas y la mandíbula, axilas hacia el busto, esternón y abdomen, ingles y detrás de las rodillas. Se puede terminar con un masaje suave en el diafragma para potenciar aún más la respiración. Todo el proceso no lleva más de unos minutos, pero el impacto es inmediato.
- ¿Cómo pueden estos principios de bienestar ser herramientas clave para gestionar las múltiples demandas de la vida profesional y personal para mujeres líderes?
Las mujeres líderes solemos cargar con una doble o triple exigencia: demostrar más en el trabajo, sostener la vida personal y, además, responder a mandatos sociales que aún nos pesan. Eso tiene un costo enorme en la salud, en la energía y en el disfrute de lo que hacemos.
El mensaje de Vivir sin fecha de vencimiento es claro: no necesitamos transformarnos en una "mejor versión" de nosotras mismas para valer, no necesitamos camuflar quienes somos, sino aprender a cuidarnos y respetar nuestra esencia mientras lideramos. Un liderazgo efectivo no surge de la sobreexigencia, tampoco de la desconexión con quienes somos, sino de un cuerpo que funciona bien, una mente serena y una energía vital que nos permite tomar decisiones con empatía y claridad.
En Vivir sin fecha de vencimiento propongo herramientas prácticas que se adaptan a la vida real de una mujer ocupada, no fórmulas inalcanzables. Hablo de circuitos cortos de activación que liberan toxinas y tensiones en pocos minutos, de cómo mejorar la postura y la respiración para recuperar calma, presencia y confianza, y de una alimentación antiinflamatoria que sostiene el foco durante el día y favorece un descanso profundo a la noche.
También enseño a entrenar la mente para salir del piloto automático porque necesitamos hoy más que nunca tener una mente ganadora, que nos impulse sobre todo (y mucho más) cuando no estamos motivadas o el afuera nos tira abajo, una mente que nos ayude a estar presentes, lúcidas y alineadas con nosotras mismas.
No son "tips" aislados, son gestos pequeños pero transformadores que, al practicarlos con constancia, se convierten en un blindaje frente al desgaste cotidiano. Herramientas que permiten que las múltiples demandas no nos apaguen, sino que nos encuentren más fuertes, más resilientes y más vitales que nunca a toda edad.
Cuando aprendemos a vivir sin fecha de vencimiento, no solo lideramos mejor: también abrimos camino para que otras mujeres vivan con más libertad, menos culpa y más oportunidades.