En octubre, la firma KPMG comunicó la designación de Rodrigo Ribeiro como su nuevo socio director (CEO) en Uruguay, en reemplazo de Álvaro Scarpelli. En entrevista con Forbes Uruguay, el ejecutivo comentó los planes que persigue la consultora, cómo han mutado los servicios que le brindan a sus clientes y los desafíos que deberá encarar el país para seguir siendo un polo atractivo para la inversión extranjera en los próximos años.
¿En qué cambia tu rol dentro de KPMG Uruguay tras tu reciente designación como socio director?
Mi cambio pasa de liderar el área de consultoría, encargada de ejecutar y ofrecer servicios de asesoramiento, a gestionar la firma en su conjunto. KPMG tiene tres grandes áreas de negocio: auditoría, impuestos y consultoría, que abarca desde transacciones hasta tecnología y transformación digital. Antes lideraba una de estas áreas; ahora, debo supervisar todas, lo que implica un enfoque más general y una mayor representación tanto local como a nivel global y regional. Los desafíos incluyen atender las necesidades de cada línea de negocio, como inversiones en tecnología, y enfrentar los retos comunes en compañías de este tipo, como la retención de talento, cuidarlo y desarrollarlo.
Precisamente, es un tema clave ese que mencionabas por cómo las nuevas generaciones se mueven ahora, quizás no tanta fidelidad en sus empleos como en el pasado.
Las nuevas generaciones tienen un perfil muy diferente al de nosotros cuando ingresamos a la firma, por lo que requiere un enfoque y una interacción distinta. Mientras que nuestra generación era más fiel a su trabajo inicial, las nuevas generaciones son más volátiles, lo que exige una mayor gestión del capital humano. En una firma como la nuestra, que no solo vende un producto, sino personas con capacidades y asesoramiento, el capital humano es clave.
Otro tema relevante es la necesidad de eficiencia y la inversión en tecnología. Hoy en día, se requiere tecnología para realizar servicios que antes se hacían de manera manual. Antes, el aumento de la producción se lograba incorporando más gente, pero ahora, para incrementar significativamente el volumen de producción, necesitamos incorporar tecnología. Mientras que traer más gente significa un aumento lineal, la tecnología nos permite aumentar capacidades y eficiencias de manera exponencial, lo cual es esencial para competir en el mercado. El segundo gran desafío es gestionar la inversión tecnológica. En firmas globales como la nuestra, estas inversiones se realizan a nivel mundial, lo que nos da la ventaja de adoptar tecnologías ya desarrolladas en mercados más sofisticados.
Me imagino que los servicios que demandan los clientes también van mutando con el tiempo.
Exacto. El tercer desafío está relacionado con los clientes, que enfrentan problemas similares a los nuestros y requieren nuestra ayuda. Ahora demandan soluciones más integrales, no solo servicios específicos, lo que nos obliga a participar más activamente en sus procesos para resolverles sus problemas.
Esto cambia el perfil de riesgo y el modelo comercial de nuestra actividad. El cuarto desafío está con nuestros propios socios, ya que uno de los cambios importantes es cómo gestionamos internamente nuestras relaciones y la toma de decisiones estratégicas. En mi nueva posición como CEO uno tiene que tratar de elegir a los mejores socios y tratar de conservar a los mejores. Es parte de nuestra fortaleza tener un muy buen equipo de socios para atender muy bien a los clientes.
¿Qué papel está jugando hoy todo el tema certificación ambiental? Hay mercados como Europa que ya están se están volviendo más exigentes en esos requisitos.
Hoy trabajamos en ofrecer un servicio más integral, con especial énfasis en sostenibilidad y responsabilidad social. Ayudamos a las empresas a crear informes de sostenibilidad, que documentan su impacto y su interacción con la comunidad. Además, asesoramos en la medición de la huella de carbono, algo que afecta a todos, no solo a las industrias.
También ayudamos a calcular y tomar medidas correctivas para reducir este impacto, y apoyamos en temas como igualdad de género y otros objetivos de sostenibilidad. Podemos compartir lecciones, el know how y la experiencia de otros sectores para evitar errores comunes y mejorar continuamente. Además, nuestra experiencia nos permite medir el clima de inversión, observando factores como el cambio de gobierno o la estabilidad económica, lo que influye en el ambiente de negocios, tanto en Uruguay como a nivel internacional.
Pasaron las elecciones, se disipó el ruido local y externo que en su momento generó una posible reforma constitucional sobre el sistema previsional. ¿Cuál es tu visión sobre la inversión en el país para los próximos años?
En términos relativos, Uruguay está en una posición privilegiada, con una economía estable y una política que ha mantenido consistencia a lo largo de los años independiente de los partidos. Los gobiernos de los últimos 20 años, tanto los 15 del Frente Amplio como los 5 años de (Luis) Lacalle Pou, han manejado bien la economía, respetando contratos y estableciendo reglas fiscales. Incluso hasta el no default de (Jorge) Batlle fue una medida que mirada en retrospectiva tiene un valor enorme.
En términos absolutos, Uruguay ha alcanzado el tope de ingreso per cápita de los países en vías de desarrollo y necesita dar el gran salto hacia el desarrollo. Para lograrlo, debemos mejorar la educación, aumentar la productividad empresarial, reducir la carga tributaria y abordar cuestiones como las relaciones laborales y la rigidez del sistema. Son temas para ocuparnos, no para preocuparnos.
El clima de inversiones en Uruguay es uno de los mejores de Latinoamérica, especialmente con una economía que ha mantenido políticas estables durante 15 años. Aunque un cambio de gobierno genera incertidumbre, no veo razones para que los inversores se retiren o decían no invertir. Si los gobiernos siguen una política coherente y estable, Uruguay seguirá siendo atractivo para la inversión. El Frente Amplio ya demostró que tuvo ortodoxia para mantener este esquema.
¿Qué hace falta para ser más atractivo? Uruguay todavía tiene tasas de inversión relativamente bajas en términos de PIB versus otros países.
Hay que mejorar dos aspectos clave para atraer más inversión: primero, aumentar el tamaño de mercado. Los inversores no vienen por el tamaño del mercado local porque somos muy pocos. ¿Cómo se la damos? Uruguay debe aprovechar los acuerdos de libre comercio, como el anuncio reciente con la Unión Europa, para ofrecer acceso a otros mercados más grandes.
Segundo, se debe trabajar en la flexibilización de las relaciones laborales. El inversor necesita tener la capacidad de adaptarse a cambios y poder salir de un negocio que no funciona sin complicaciones y no seguir poniendo plata porque sí. De todas formas, nada hace prever que el clima de inversión en Uruguay vaya a empeorar.
El futuro ministro de Economía, Gabriel Oddone, habló sobre la posibilidad de revisar el gasto tributario, las exoneraciones que reciben las inversiones. ¿Puede complicar esto?
El equipo de gobierno de Oddone tiene un buen conocimiento de las variables económicas y sabe que es necesario mantener un equilibrio. Aumentar el gasto implicaría una mayor presión tributaria, por lo que se debe tener cuidado sobre qué sectores se afecta. Las exoneraciones tributarias, por ejemplo, sacrifican ingresos, y hay que evaluar sus consecuencias. Confío en que el equipo económico tomará decisiones técnicas adecuadas para manejar esta ecuación con medidas razonables como ya se hizo en su momento con los ajustes que tuvo en el pasado el régimen de la Comap (Ley de Inversiones).
Además, hoy también tenés el impacto del impuesto mundial a las grandes corporaciones, que es un desafío para muchos países, incluido Uruguay. Si las empresas no pagan impuestos en Uruguay, podrían optar por otras jurisdicciones. Se necesitará un trabajo técnico profundo para adaptarse a esta realidad y asegurar que las inversiones sigan fluyendo al país. Es probable que algunos beneficios, como los de las zonas francas, se vean afectados, lo que plantea un reto importante. Confío en que el equipo de Oddone estará a la altura para gestionar esta transición y asegurar que los inversores continúen eligiendo Uruguay.