En plena sierra de Lavalleja, entre los cerros y el monte nativo de Aguas Blancas, un grupo de 70 familias protagoniza un experimento inusual para el mercado inmobiliario local. No se trata de un barrio cerrado ni de un desarrollo rural tradicional, sino de Las Campanas, un fideicomiso de conservación impulsado por el emprendedor uruguayo Matías Beer, que une inversión, hábitat y regeneración ambiental en un mismo modelo.
El proyecto abarca 650 hectáreas de sierras, donde cada beneficiario posee un pequeño lote de uso exclusivo de 1.256 metros cuadrados, mientras que las restantes 641 hectáreas se destinan a conservación, senderos, miradores y espacios comunes. "La idea era ofrecer la experiencia de vivir en una reserva natural, sin necesidad de adquirir una gran chacra. Menos propiedad privada, más naturaleza compartida", resume Beer en charla con Forbes Uruguay.
Un fideicomiso con propósito y un negocio que funciona
El modelo legal fue clave para hacer viable la iniciativa. En lugar de vender terrenos individuales, Beer estructuró el proyecto como un fideicomiso de administración, que regula la relación entre los copropietarios y garantiza que el territorio no se fragmente ni pierda su carácter ecológico. Cada beneficiario adquiere derechos de uso, pero debe respetar normas estrictas de convivencia y construcción, como tener casas de una planta, alturas limitadas, materiales naturales y ausencia de iluminación exterior que altere la vida silvestre.
"Queríamos una estructura que trascendiera las personas. El fideicomiso permite que la tierra quede protegida por contrato, más allá de quiénes seamos los beneficiarios", explica Beer. Según dijo, esa decisión lo transforma como el primer fideicomiso uruguayo con un enfoque explícitamente regenerativo.
Detrás del ideal ambiental hay un modelo de negocio sólido. Las Campanas se lanzó en 2022 con un esquema de financiación accesible y precios de ingreso que rondan los US$ 65.000, con posibilidad de pago en cuotas. En poco más de dos años, más del 70% de las unidades fueron vendidas y la mitad ya está construida o en obra, con las primeras familias instaladas de forma permanente o de fin de semana.
El proyecto se comercializa bajo el paraguas de Bomfin, la desarrolladora fundada por Beer, que ofrece servicios integrales de gestión, arquitectura y administración. "En Bonfin conectamos inversores con oportunidades. Las Campanas fue nuestro primer proyecto propio con propósito ambiental, pero aplicamos la misma lógica empresarial: planificación, transparencia y sostenibilidad económica", afirma. La compañía planea cerrar 2025 con más de 1.000 unidades desarrolladas o en gestión, incluyendo apartamentos, casas y lotes en distintos formatos.
La clave estuvo en diseñar un producto que no compite con chacras de 5 o 10 hectáreas, sino que apunta a un público que busca un estilo de vida más simple, asequible y conectado con la naturaleza. "Una chacra es un compromiso enorme. Las Campanas te permite tener tu casa en la sierra sin cargar con el mantenimiento de cientos de hectáreas. Lo que antes era inaccesible, hoy es posible", agrega Beer.
Impacto local y proyecto para replicar el modelo
Más allá del negocio, el proyecto intenta demostrar que es posible hacer inversión inmobiliaria con impacto positivo, el conocido triple impacto. El 5% de los gastos comunes se destina a un fondo solidario para apoyar a la comunidad de Aguas Blancas. En su primer año, los aportes se dirigieron a la escuela local, financiando materiales y proyectos propuestos por la directora. A su vez, la construcción y el mantenimiento del predio generan empleo en la zona, integrando proveedores y mano de obra local.
"Queremos que el desarrollo beneficie al entorno, no que lo expulse. La conservación no tiene que ser elitista", sostiene Beer.
Ahora, el equipo de Bomfin prepara el lanzamiento de un nuevo desarrollo en la misma región, previsto para el primer trimestre del próximo año. Será un proyecto de unas 400 hectáreas, con 50 lotes y un enfoque más orientado al bienestar integral, con centro de wellness, spa, gimnasio y espacios para actividades físicas y recreativas.
"No queremos repetir fórmulas. Cada proyecto tiene su ADN. Pero sí creemos que este modelo (propiedad limitada, naturaleza abundante y estructura de fideicomiso) puede replicarse en otros lugares del país", cierra.