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Cómo la IA se convirtió en la nueva arma de China en la carrera por el dominio energético

Alexander Hill Wesley

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El gobierno de Xi Jinping acelera la incorporación de inteligencia artificial a sus sistemas de generación eléctrica, con metas concretas para 2027. La estrategia busca fortalecer la seguridad energética del país, reducir la dependencia de proveedores externos y ampliar su influencia en el mercado global de tecnologías limpias.

23 Octubre de 2025 21.30

A principios de octubre de 2025, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China, junto con la Administración Nacional de Energía, publicaron una declaración en la que anunciaron planes para acelerar la integración de la inteligencia artificial en el sector energético. Con el objetivo de lograr una adopción generalizada para 2027, la nueva estrategia busca posicionar a China como líder global en el uso de esta tecnología en el ámbito energético hacia 2030

Se trata de una pieza clave dentro de una apuesta más amplia por el desarrollo de inteligencia artificial aplicada a la energía. El país prioriza el impulso de tecnologías renovables avanzadas tanto para el consumo interno como para la exportación, con la intención de afianzar su rol central en la transición energética. Para el gobierno chino, el alto consumo energético que implica el uso de inteligencia artificial representa una oportunidad estratégica: busca controlar tanto la producción como el uso de esta tecnología a largo plazo.

La postura de China en materia de energía

Desde que asumió el poder en 2013, el presidente Xi Jinping mantuvo como prioridad la seguridad energética dentro de la estrategia de desarrollo nacional. Tras el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania en 2022, China intensificó su camino hacia la independencia energética. Con la Unión Europea fuera del mapa como principal cliente, Rusia recurrió a Pekín para mitigar la caída de sus ingresos por petróleo y gas. 

Este giro le permitió a China acceder a recursos energéticos con descuento, lo que fortaleció su seguridad en los sectores petrolero y gasífero. En agosto de 2025, China seguía siendo el mayor comprador global de combustibles fósiles rusos. Representaba el 40% de los ingresos por exportación energética del Kremlin. De esas compras, el 58% correspondía a petróleo crudo, el 15% a carbón, el 12% a gas por gasoducto y el 10% a productos petrolíferos.

China y la Inteligencia Artificial
China y la Inteligencia Artificial

A pesar de los beneficios a corto plazo que implican las importaciones de energía más barata desde Rusia, China mantiene una postura cautelosa frente a su dependencia de Moscú y busca, al mismo tiempo, limitar su margen de maniobra estratégica. La guerra entre Rusia y Ucrania, junto con la inestabilidad en Oriente Medio, expuso la vulnerabilidad de las rutas por las que China transporta petróleo y gas, sujetas a conflictos geopolíticos e interferencias externas. 

Ante ese escenario, Beijing puso a las energías renovables en el centro de su estrategia de seguridad energética a largo plazo. Las vinculó directamente con el crecimiento económico y con sus metas de reducción de emisiones.

Pekín se posiciona como uno de los principales referentes globales en innovación en tecnologías verdes y continúa acelerando su adopción. Entre 2024 y 2025, la generación de electricidad a partir de fuentes eólicas y solares creció un 25%. Sin embargo, ese avance todavía no alcanza para cubrir la creciente demanda energética del país. El enorme aparato manufacturero chino, junto con el aumento del consumo doméstico, indica que la demanda no se estabilizará en el corto plazo. Por eso, China sigue dependiendo en gran medida de energía importada, que obtiene de un abanico amplio de proveedores estatales.

¿Qué puede aportar la inteligencia artificial al sector energético chino?

En la declaración conjunta, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (NDRC) y la Administración Nacional de Energía (NEA) detallaron los objetivos de implementación para impulsar un desarrollo y uso de alta calidad de la inteligencia artificial en el sector energético. La IA con sello chino apunta a resolver desafíos vinculados con la carga base y a funcionar como un multiplicador de capacidad para la industria nacional. El documento oficial expresa la intención de integrar esta tecnología en los sectores hidroeléctrico, nuclear, térmico, petrolero, gasífero y del carbón.

En el sector hidroeléctrico, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma y la Administración Nacional de Energía priorizan la construcción de proyectos en regiones frías, de gran altitud y en cuencas hidrográficas complejas. Se espera que la inteligencia artificial contribuya a mejorar la precisión de los pronósticos meteorológicos e hidrológicos combinados, optimice la toma de decisiones y respalde las tareas de mantenimiento en las centrales. 

En el caso de la generación termoeléctrica, el uso de IA apunta a optimizar la gestión del combustible y el control operativo, facilitar el mantenimiento de los equipos y acelerar los tiempos de construcción de las centrales, con el objetivo de obtener operaciones más eficientes y confiables.

Xi Jinping
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En el sector nuclear, el uso de inteligencia artificial se orientará a reforzar los sistemas de apoyo a la seguridad. Esto abarca mecanismos de alerta temprana, trazabilidad y análisis operativos, además de procesos automatizados para el arranque y la detención de las centrales. También se proyecta que la IA funcione como asistente técnico, con aportes en el control predictivo del plasma y en el desarrollo de investigaciones sobre fusión nuclear controlada.

La carrera por la inteligencia artificial entre Estados Unidos y China

La innovación en inteligencia artificial se convirtió en uno de los terrenos más disputados por su peso en el desarrollo económico y la seguridad nacional. La decisión de China de aplicarla al sector de las energías renovables abrió un nuevo capítulo en esta competencia. Pekín ya avanzó con fuerza en la comercialización de su tecnología verde, como paneles solares y turbinas eólicas. 

Países como México, Bangladesh, Sudáfrica y Nigeria compraron con entusiasmo los excedentes de tecnología solar china. El plan chino de integrar la IA como potenciador de sus tecnologías energéticas —con metas de adopción masiva para 2027 y liderazgo global para 2030— amenaza con desplazar a Washington en un área estratégica. Al mismo tiempo, busca captar a una base creciente de países con alta demanda energética.

Estados Unidos mantiene el liderazgo mundial en el desarrollo de chips y modelos de inteligencia artificial, pero su implementación a gran escala todavía no alcanzó el mismo nivel, sobre todo en sectores como los servicios públicos y la infraestructura, donde China ya concentra buena parte de sus esfuerzos. Las energías renovables deben entenderse como un terreno clave dentro de esta competencia tecnológica global. 

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No se trata solo de prestigio o innovación científica, sino también de seguridad nacional. Hoy, la capacidad de generación renovable de Estados Unidos se ubica muy por debajo de la que ya alcanzó China. Esta diferencia resulta aún más preocupante si se tiene en cuenta la postura de la administración de Donald Trump, contraria al desarrollo de fuentes renovables, lo que debilita aún más la posición estadounidense frente a su principal competidor.

Una integración más profunda de la IA en el sector renovable estadounidense podría ayudar a cerrar esa brecha. Permitirá optimizar cronogramas de producción, mejorar el diseño de equipos, reducir costos y aumentar el rendimiento general. Algunas compañías, como Constellation Energy, Google y Duke Energy, ya iniciaron procesos en esa dirección. Si bien esas iniciativas muestran potencial, la mayoría sigue lejos de alcanzar un nivel de madurez tecnológica. Los costos iniciales elevados, la falta de experiencia técnica y estrategias de inversión poco coordinadas derivaron en programas piloto poco eficaces, lo que desincentiva su adopción masiva.

Un informe reciente del Boston Consulting Group señaló que muchos de estos tropiezos no se deben tanto a la tecnología, sino a inversiones insuficientes o mal direccionadas. Las empresas privadas seguirán siendo el motor en este momento clave, con un rol central como socias para integrar la inteligencia artificial en los sistemas de generación y en la red eléctrica. 

El desafío pasa por no tratar la IA como un experimento aislado ni como una solución mágica para problemas estructurales. Es necesario ajustar las expectativas. En el sector energético, la inteligencia artificial se perfila como una herramienta estratégica que potencia los ingresos, mejora la producción y fortalece el control sobre los recursos energéticos.

Paradójicamente, a Estados Unidos le convendría bajar sus expectativas sobre la inteligencia artificial antes de impulsarla a una escala más amplia. Su estrategia actual parte de la idea de que una inversión masiva puede aumentar la productividad y reducir costos laborales, desperdicios y otros gastos operativos. 

En cambio, la estrategia china se enfoca en reinvertir en los recursos energéticos que la IA consume de forma acelerada y en distribuir su uso entre sistemas donde los cambios disruptivos son menos probables. Mientras que el modelo estadounidense corre el riesgo de sobredimensionar el potencial de la IA y crear una burbuja en la que las mejoras de productividad no lleguen a justificar el volumen de inversión, el enfoque chino podría enfrentar obstáculos por la falta de monetización en el corto y mediano plazo, además de depender de avances tecnológicos que no están garantizados. 

Hoy no está claro quién lidera realmente en inteligencia artificial, y menos aún cuál de los dos modelos es más efectivo. Pero los actores estadounidenses deberían, al menos, evitar medir el éxito chino con sus propios criterios. Hacerlo podría llevarlos a una falsa confianza en su ventaja.

 

Nota publicada por Forbes US

 

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