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Sam Altman
Innovacion

Lo que predice el creador de ChatGPT sobre el futuro del trabajo, la economía y la inteligencia artificial

John Werner

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El CEO de OpenAI publicó un ensayo con proyecciones fuertes: habla de automatización masiva, inteligencia digital que se vuelve costumbre y nuevas tensiones sobre quién maneja el poder tecnológico. También alerta sobre riesgos si el control queda concentrado en pocas manos.

23 Junio de 2025 18.00

En OpenAI, el jefe, Sam Altman, publicó un ensayo el 10 de junio con nuevas predicciones para el futuro inmediato. Entre otras cosas, incluyó una estimación sobre los tiempos de desarrollo de la robótica con inteligencia artificial y los robots humanoides, un tema sobre el que vengo escribiendo seguido. Altman sostiene que esta tecnología estará disponible muy pronto.

Según él, ya pasamos el horizonte de sucesos: el despegue empezó. La humanidad está cerca de crear una superinteligencia digital, y al menos por ahora, resulta mucho menos extraña de lo que parece.

Al decir que gran parte del trabajo "menos probable" en torno a robots y agentes inteligentes ya se concretó, Altman menciona como ejemplo a su propio hijo.

"ChatGPT ya es más poderoso que cualquier ser humano en la historia", afirma. "Cientos de millones de personas dependen de él a diario para tareas cada vez más importantes. Una pequeña nueva capacidad puede generar un impacto enormemente positivo. Una mínima desalineación, multiplicada por cientos de millones de personas, puede provocar un gran daño". Al hablar de "bucles que se refuerzan a sí mismos", Altman plantea una rápida expansión de la automatización.

"La creación de valor económico impulsó el desarrollo de infraestructura para operar estos sistemas de IA cada vez más potentes", escribe. "Y robots capaces de construir otros robots (y, en cierto sentido, centros de datos capaces de construir otros centros de datos) no están tan lejos".

sam altman
 

Una panoplia de maravillas

 

¿Cuál es la probable respuesta humana ante esto?

Si leés la parte central del ensayo de Altman —y hay que admitir que este tipo está en primera fila de esta transformación—, vas a tener una idea de lo rápido que solemos acostumbrarnos a la inteligencia artificial, o al menos intentarlo. Habla de cómo, en un escenario de singularidad, "la curiosidad se vuelve rutina", y el asombro deja lugar al deseo de ir por más.

Este fragmento ilustra bien esa idea:

Ya convivimos con una inteligencia digital impresionante. Después de un impacto inicial, la mayoría nos adaptamos bastante. Pasamos enseguida de sorprendernos porque la IA puede escribir un párrafo impecable a preguntarnos cuándo va a poder escribir una novela; o de asombrarnos por su capacidad para hacer diagnósticos médicos que salvan vidas a esperar que desarrolle las curas; o de impactarnos porque crea un pequeño programa a pedirle que funde una empresa entera. Así opera la singularidad: lo que asombra se vuelve costumbre y, después, exigencia.

Y todo sigue igual...

 

¿Cuál es el costo humano de tener robots inteligentes?

En un ensayo anterior, publicado hace unos meses, Altman habló del desplazamiento laboral con el ejemplo del antiguo farolero, ese que encendía a mano las farolas antes de que existiera la electricidad en las calles.

Muchos de los trabajos actuales les habrían parecido una pérdida de tiempo a las personas de hace unos siglos. Pero nadie mira atrás deseando ser farolero. Si uno de ellos pudiera ver el mundo de hoy, probablemente pensaría que la prosperidad que nos rodea es inimaginable. Y si viajáramos cien años hacia adelante, esa misma sensación de asombro se repetiría con lo que hoy conocemos.

En su último ensayo, Altman propone otra mirada. Esta vez pone en escena a un agricultor de subsistencia que observa cómo las personas tienen empleos cada vez más livianos: menos esfuerzo físico, tareas menos tangibles, más creatividad y flexibilidad.

"Un agricultor de subsistencia de hace mil años vería lo que muchos de nosotros hacemos y diría que tenemos trabajos falsos, pensando que solo nos entretenemos, ya que tenemos comida en abundancia y lujos inimaginables", escribe Altman. "Espero que dentro de mil años veamos estos trabajos y pensemos que son trabajos muy falsos, y no me cabe duda de que quienes los realizan los sentirán increíblemente importantes y satisfactorios".

Bien dicho. Parece una de las marcas de esta nueva revolución industrial.

Robots humanoides para la planta de Mercedes
 

 

Las curas y la resolución de problemas son económicas

Al repasar los avances y las mejoras en eficiencia de los últimos años, Altman plantea que lo que consideramos importante como sociedades pronto podría estar al alcance.

Propone una idea clara: si el costo de la inteligencia equivale al de la electricidad, entonces estamos ante un cambio profundo.

"El ritmo del progreso tecnológico seguirá acelerándose, y las personas seguirán siendo capaces de adaptarse a casi cualquier cosa. Habrá aspectos muy difíciles, como la desaparición de clases enteras de empleos, pero, por otro lado, el mundo se enriquecerá tanto y tan rápidamente que podremos considerar seriamente nuevas ideas políticas que antes no podíamos. Probablemente, no adoptemos un nuevo contrato social de golpe, pero cuando miremos atrás dentro de unas décadas, los cambios graduales habrán tenido un gran impacto".

La frase sintetiza un punto clave: la transformación no va a ser inmediata, pero sí inevitable.

Sam Altman
Sam Altman

 

Desafíos y barreras

Altman señala dos obstáculos principales en el camino hacia el futuro, aunque más vinculados a cómo nos relacionamos entre personas que a cuestiones técnicas. Uno es lo que define como un "problema de alineación": la posibilidad de que la tecnología no haga lo que queremos, o no lo haga del modo en que queremos. Recupera las palabras de Stephen Wolfram, quien describe la inteligencia artificial como un sistema de atención que necesita direccionarse con las rutas de pensamiento adecuadas para poder coincidir con nuestras intenciones.

El otro punto que subraya tiene que ver con la distribución del poder: cómo evitar que esta tecnología quede en manos exclusivas de las grandes empresas tecnológicas y sus dueños multimillonarios.

En síntesis, lo que Altman plantea es que los principales desafíos tienen que ver con el acceso y el control humano de la inteligencia artificial.

Algunas reacciones

En uno de los podcasts más escuchados sobre el tema, AI Daily Brief, el conductor Nathaniel Whittemore compartió una crítica bastante dura de Jeffrey Miller, aparentemente vinculado a Primer.ai. Dijo:

"La democracia no significa absolutamente nada, y la gente no puede votar sobre si queremos la singularidad, lo que probablemente conduzca directamente a la extinción humana. ¿Apoyás la celebración de un referéndum global sobre si permitimos que persistan en intentar invocar a los demonios superinteligentes con la esperanza de que nos traten bien y destruyan nuestra civilización actual con suavidad?"

Una reacción extrema, sin duda, pero que da cuenta de la ansiedad que genera este debate.

Sam Altman, IA, OpenAI
 

Más expertos en tecnología se suman a la discusión

Al repasar las respuestas al ensayo de Altman, Whittemore también menciona algunas reflexiones de Ethan Mollick, a quien suele citar como una figura cercana al MIT con mucho para aportar sobre inteligencia artificial. Lo describe así:

"Algo que sin duda se puede decir de Sam y Darío es que están haciendo predicciones muy audaces y muy comprobables. Sabremos si aciertan o no en un tiempo sorprendentemente corto".

Ese "Darío" es Dario Amodei, fundador de Anthropic, que sostiene una mirada optimista sobre el futuro de la IA. También aparece Jensen Huang, de Nvidia, otro de los que anticipan la llegada inminente de robots con inteligencia artificial, como lo reflejan varios artículos sobre el tema.

Ya no se trata de una sola voz. Hay cierto consenso entre los especialistas: los robots con IA están a la vuelta de la esquina.

Cierro con este fragmento breve pero potente de Whittemore:

"Esta es básicamente la primera alarma, seguida de un botón de repetición para algunas de las conversaciones más importantes que tendremos como especie humana".

Si esa metáfora tiene algo de razón, lo que se viene en la próxima década no va a ser nada tranquilo.

La pregunta que queda es cómo será el día en que trabajen codo a codo con nosotros.

O si, directamente, los únicos que trabajarán serán ellos.

 

Nota publicada en Forbes US.

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