Durante décadas, la psicología describió a quienes toman riesgos con una imagen bastante conocida: paracaidistas, jugadores, motociclistas, fiesteros y fanáticos de la adrenalina. Pero en 2025, ese arquetipo parece haber quedado viejo. Las decisiones arriesgadas en la vida ya no se limitan a saltar de un avión.
El mundo cambió mucho más rápido que las teorías que intentan explicarlo. Hoy, el riesgo dejó de ser simplemente una señal de imprudencia o de búsqueda de emociones fuertes. Se manifiesta en LinkedIn, en el mercado de criptomonedas y hasta en las decisiones más rutinarias que organizan nuestro día a día.
Un estudio reciente, publicado en Psychological Science y basado en más de 4.000 casos, propone una imagen más clara y actual de lo que llaman la "ecología del riesgo" en la vida moderna. En lugar de presentar escenarios hipotéticos, los investigadores Renato Frey y Olivia Fischer les pidieron a los participantes que relataran una situación real en la que ellos mismos —o alguien de su entorno— se hubiera enfrentado a una decisión arriesgada.
Con ese enfoque exploratorio, Frey y Fischer armaron una lista con las 100 decisiones más arriesgadas y relevantes para las personas de hoy. Cuatro de ellas se repitieron con mucha más frecuencia que el resto. Juntas, pintan un panorama completamente distinto sobre lo que significa asumir riesgos en 2025.
1. Aceptar un nuevo trabajo
La decisión más mencionada fue algo que, a simple vista, podría parecer común: aceptar una nueva propuesta laboral. Pero en el contexto actual del mercado de trabajo, dar ese paso está lejos de ser algo simple o directo, como quizás lo fue en otro momento.
Aunque muchas veces pensamos que la carrera profesional es uno de los aspectos más aburridos de la vida, en realidad es clave para nuestro sustento. Por eso no sorprende que las decisiones laborales hayan dominado la lista de los riesgos más comunes. Como me explicó Frey en una entrevista: "Nos sorprendió bastante ver que, en general, la gente reportó las decisiones más arriesgadas en el ámbito laboral".
Según explicó Frey, el riesgo de esta elección está en la incertidumbre, sobre todo en aquella que, en teoría, podríamos reducir si tuviéramos más información: ¿Cómo serán mis nuevos compañeros? ¿La empresa será más o menos estable que la actual? ¿Voy a encajar bien en el grupo?
Claro que tratamos de reducir esa incertidumbre a través de entrevistas, averiguaciones y charlas, pero nunca se puede eliminar del todo. Aceptar un nuevo trabajo implica asumir que entramos en un futuro que no vamos a poder anticipar con precisión, ni siquiera con esfuerzo y cuidado.
2. Renunciar a un trabajo sin tener otro asegurado
Dentro de los riesgos laborales posibles, dejar un empleo sin tener otro confirmado es, quizás, el más extremo. Aun así, sorprende que sea la segunda decisión arriesgada más común en la vida actual. A diferencia de aceptar una nueva propuesta, renunciar tiene un impacto más inmediato y plantea una amenaza directa a la estabilidad económica: desempleo, presión social, miedo a haber tomado una mala decisión.
Frey y Fischer notaron algo llamativo: muchos de los riesgos más importantes que toma la gente no siempre responden a decisiones plenamente conscientes. Como explicó Fischer en la entrevista: "Resultó interesante observar que, si bien se podría asociar la toma de riesgos con la realización activa de una conducta específica, en varios casos, las personas reportaron elecciones en las que la opción arriesgada consistía en la inacción: no contratar un seguro, no realizarse pruebas prenatales durante el embarazo, permanecer en el extranjero en lugar de regresar a casa".

Renunciar sin tener un plan B es una de esas inacciones que también implican un alto riesgo. Pero, a diferencia de las conductas clásicas asociadas a la búsqueda de emociones intensas, este tipo de decisión está profundamente vinculada al recorrido personal de cada uno. Lo que la vuelve especialmente riesgosa es que pone en juego dos formas distintas de incertidumbre que los psicólogos suelen distinguir:
- Incertidumbre epistémica: surge de la falta de información. Al dejar un trabajo, aparecen preguntas inevitables: ¿Habrá algo mejor allá afuera? ¿Me equivoqué? ¿Voy a encontrar otra cosa con el tiempo?
- Incertidumbre aleatoria: tiene que ver con lo imprevisible. En este caso, aparece la falta de control sobre el futuro inmediato: ¿Cuánto me van a durar los ahorros? ¿Cuándo va a surgir una oportunidad concreta?
3. Invertir dinero
Tomar riesgos financieros no es algo nuevo, pero sus formas actuales son mucho más volátiles e impredecibles. En el estudio, muchos participantes contaron que tenían dinero invertido en acciones, criptomonedas y plataformas de trading.
Aunque invertir siempre existió, hoy puede ser más riesgoso que nunca. No solo por la inestabilidad de los mercados, sino también porque cambiaron los factores que influyen en nuestras decisiones. Hace una generación, las inversiones se guiaban por metas personales y asesoramiento profesional. Hoy, en cambio, intervienen los algoritmos, la publicidad de influencers, apps de trading muy intuitivas y mercados globales que funcionan las 24 horas. Todo eso hace que reaccionar —o incluso sobrerreaccionar— sea casi inevitable.
Además, la inversión actual tiene una dimensión psicológica más compleja: se parece peligrosamente a los juegos de azar.
De hecho, una investigación publicada en 2021 en Journal of Economic Psychology mostró que muchas personas, de forma implícita, asocian el juego y la inversión como dos versiones de una misma experiencia psicológica. Según ese estudio, solemos construir juicios a partir de la información más accesible y fácil de recordar. Y, culturalmente, escuchamos con mucha más frecuencia historias de gente que perdió plata en el juego y ganó invirtiendo que al revés.
Esa diferencia genera un patrón mental bastante claro: el juego se asocia con pérdidas, mientras que la inversión se vincula con ganancias.

Por eso, una misma jugada con dinero puede parecer mucho más riesgosa si se la llama "juego de azar" que si se presenta como una "inversión". Sin embargo, apretar "comprar" en una app de criptomonedas se parece más a tirar de la palanca de una máquina de casino que a una decisión financiera calculada. Con una diferencia clave: el casino digital nunca cierra, se actualiza en todo momento y hasta manda notificaciones a tu celular.
4. Manejar un auto en condiciones de riesgo
No todos los riesgos actuales son nuevos. Manejar, sobre todo cuando hay fatiga, distracción, mal tiempo o consumo de alcohol, sigue siendo una de las conductas más peligrosas. Lo que cambió es el contexto: traslados más largos, fenómenos climáticos extremos vinculados al cambio climático, distracciones digitales y sobrecarga laboral crónica.
Manejar en condiciones precarias es una de las decisiones más peligrosas que tomamos, pero también una de las más frecuentes. Como parte de la rutina, tendemos a minimizar sus consecuencias, aunque pueden ser trágicas.
Una nueva forma de entender el riesgo
Estas cuatro decisiones muestran que el riesgo, en 2025, se manifiesta de manera distinta a la que los viejos estereotipos indican. Hoy sabemos que asumir riesgos es:
- Mucho más sutil de lo que sugiere la imagen del fanático de la adrenalina
- Más frecuente en el ámbito laboral o profesional que en el tiempo libre
- Parte de las decisiones cotidianas que estructuran nuestra vida
- Impulsado por una incertidumbre que, por más que intentemos, no se puede eliminar del todo
Como lo resumió Frey: "Sabemos que las personas difieren en cuanto a sus preferencias generales de riesgo; es decir, si, en promedio, buscan o evitan los riesgos. Dicho esto, la mayoría de las decisiones dependen en gran medida del contexto y la situación actual".
En otras palabras, quien toma riesgos hoy no es alguien que busca peligro por diversión. Es, más probablemente, una persona que enfrenta decisiones de peso en un contexto donde la certeza escasea. Podría ser alguien cercano, lidiando con un cambio de trabajo, con problemas económicos, con mercados inestables o con presiones estructurales que generaciones anteriores no tuvieron que atravesar.
Y muchas veces, asumir riesgos en 2025 implica decisiones tan reflexivas como cotidianas: dejar un trabajo, iniciar un proyecto propio, invertir los ahorros o simplemente manejar en medio de una tormenta. En el fondo, eso muestra que nueve de cada diez riesgos nacen del impulso de avanzar, incluso sabiendo que nunca vamos a tener toda la información.
*Con información de Forbes US.