Sho Dewan Colaborador
El trabajo remoto permite mayor flexibilidad, autonomía y evita los traslados largos. Pero no todo es ideal. Uno de los problemas más comunes entre quienes trabajan desde casa es la sensación de aislamiento. Aunque al principio suene tentador, con el tiempo la rutina puede volverse solitaria y desconectada.
Si te pasa, no estás solo. A muchos les ocurre lo mismo. Una encuesta de Gallup mostró que el 25% de quienes hacen teletrabajo dijeron sentirse solos, frente al 16% de los que van a una oficina. ¿Lo bueno? Hay formas concretas de sentirse más acompañado, respaldado y satisfecho con la vida laboral remota.
Acá te contamos cuatro motivos por los que el teletrabajo puede resultar solitario y qué hacer para darlo vuelta.
Falta de conexión cara a cara con los compañeros
Uno de los cambios más claros al pasar al teletrabajo es la ausencia de interacciones sociales espontáneas. Esas charlas de pasillo, los cortes para el café o los almuerzos compartidos pueden parecer detalles menores, pero construyen lazos y generan pertenencia. Sin esos encuentros casuales, es fácil sentirse aislado, incluso con videollamadas constantes.
Para compensarlo, tomá la iniciativa. Si vivís cerca de tus compañeros, proponé juntarse de vez en cuando. Un café puede cambiar mucho. Y si el equipo está repartido en distintas ciudades, podés proponer encuentros online sin agenda laboral: un café por Zoom los viernes a la mañana, almuerzos temáticos o una hora de trivia. Reservar un rato para charlas informales en medio del trabajo ayuda a recuperar la conexión humana y a mantener vivo el espíritu del equipo.
La frontera borrosa entre el trabajo y la vida personal
El trabajo remoto suele borrar las barreras físicas y mentales que separan lo laboral de lo personal. Cuando la mesa del comedor se transforma en escritorio, desconectarse se vuelve más difícil. Con el tiempo, eso puede generar agotamiento emocional y una sensación de desconexión.
Por eso es clave marcar límites claros. Reservá un espacio exclusivo para trabajar, aunque sea un rincón, y tratá ese lugar como tu oficina. Empezá y cerrá la jornada con una rutina que simule el trayecto al trabajo: salí a caminar, hacé un poco de estiramiento o escuchá un podcast. Poné un horario fijo y avisales a tus compañeros. Eso ayuda a ordenar el día y proteger tu tiempo personal.
Tan importante como tener una zona fija para trabajar es contar con espacios personales donde puedas desconectar de verdad. Ya sea un rincón cómodo para leer, la mesa de la cocina para comer con tu familia o un rato al aire libre, esos momentos propios refuerzan una idea clave: el descanso y el tiempo personal no son un lujo, son una necesidad. Estos límites ayudan a cuidar tu tiempo fuera del trabajo y le dan una estructura más sana a tu día. Así, bajás el riesgo de agotarte o sentirte emocionalmente drenado.
Sin la energía de una oficina con gente
Estar en una sala con colegas motivados, compartiendo ideas en el momento, transmite una energía difícil de igualar. Esa sensación de formar parte de algo más grande puede desaparecer cuando se trabaja desde casa. El teletrabajo, sin ese ida y vuelta, puede volverse estático o incluso aburrido.
Para recuperar algo de esa dinámica, una opción es sumarte a un espacio de coworking, como WeWork o algún centro local. No solo cambiás de ambiente, también te rodeás de otras personas que están concentradas en sus propios proyectos. Si el costo te preocupa, hablalo con tu empresa. Muchas cubren este tipo de membresías como parte del apoyo al trabajo remoto. También podés proponer más colaboración en tiempo real con tu equipo: sesiones compartidas de trabajo o reuniones para tirar ideas en conjunto. Cuesta un poco más recrear esa energía a la distancia, pero vale el esfuerzo.
Interacción social limitada fuera del trabajo en sí
Con el teletrabajo, muchas charlas se convierten en una lista de tareas. Las reuniones se hacen hipereficientes, los mails van al grano y la charla informal, esa que antes llenaba los huecos, desaparece. Con el tiempo, este tipo de comunicación tan funcional puede agotarte, aunque hables con gente todo el día.
Una forma de recuperar algo de la interacción social es organizar videollamadas breves donde trabajes en silencio con otros compañeros. Estas "reuniones de trabajo" imitan el ambiente de oficina compartida, donde la sola presencia del otro ya suma. También dan lugar a charlas espontáneas y ayudan a no sentirse tan solo.
También podés reservar los primeros minutos de cada reunión para hablar un poco más allá del trabajo, o armar canales ocasionales en Slack para compartir música, contar planes del fin de semana o simplemente ponerse al día. Estos gestos simples ayudan a construir comunidad más allá de la lista de pendientes.
Sentirse solo mientras trabajás desde casa no quiere decir que haya algo mal con vos. Quiere decir que sos humano. Necesitamos conectar. Y aunque el teletrabajo a veces complique esa conexión, no tiene por qué hacerla desaparecer. Con algunos cambios, podés volver a sentir calidez, compañía y sentido en tu día a día laboral.
El trabajo remoto está en tus manos. No se trata de replicar una oficina, sino de armar un ritmo propio que te sirva para rendir y estar bien. La soledad puede aparecer, pero tenés herramientas para que no se quede. Arrancá de a poco, mantené el hábito y no te apures. Vas a poder.
*Con información de Forbes US.