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Negocios

Derechos de autor, crisis de la industria y apropiación cultural en Hollywood: la historia detrás del mejor contrato negociado durante la última décad

Laura Marajofsky

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Ryan Coogler, el director de Sinners y franquicias reconocidas como Black Panther, se convirtió en uno de los cineastas afroamericanos de mayor recaudación. Además de un porcentaje de la ganancia por la recaudación, el cineasta logró incorporar una cláusula pocas veces incluida en este tipo de contratos: cuál es.

6 Julio de 2025 09.00

El director Ryan Coogler debe estar celebrando uno de sus mayores triunfos este 2025: no solo su último film "Sinners" se convirtió en éxito de taquilla cuando nadie lo esperaba y en un contexto absoluto de crisis de la industria y caída en la venta de entradas de cine, sino que además acaba de negociar un contrato cuyas condiciones podrían significar un antes y un después en Hollywood. Coogler, conocido por una carrera corta pero lucrativa con éxitos como "Creed" y franquicias con resonancia cultural como "Black Panther" (que incluso estuvo nominada al Oscar), se convirtió en uno de los cineastas afroamericanos de mayor recaudación.

Así, la historia de dos hermanos gemelos y gangsters llamados Smoke y Stack (ambos interpretados por el actor fetiche de Coogler, Michael B Jordan), que tras servir en la 1° Guerra Mundial vuelven a su ciudad natal en Mississippi, viene batiendo récords desde su estreno. Hace un mes iba camino de recaudar al menos US$ 330 millones en ventas de entradas en todo el mundo para Warner Bros, y algunos analistas de taquilla estiman que al final de su temporada su recaudación la colocaría en el Salón de la Fama del terror de Hollywood.

"Las ventas de entradas a ese nivel, por ejemplo, estarían a la par con las de 'Get Out', de Jordan Peele, que recaudó US$ 256 millones a nivel mundial en 2017, o US$ 337 millones ajustados a la inflación. Entre las películas de terror originales, 'Sinners' sería la más taquillera desde 2018, cuando 'A Quiet Place', dirigida por John Krasinski, recaudó US$ 440 millones actuales", explicaban a modo comparativa con otros hits recientes de los últimos años desde el New York Times. En cuanto a películas de terror que dan inicio a una posible franquicia, "Sinners" superaría a la película original de John Carpenter, "Halloween", que recaudó US$ 241 millones, y estaría compitiéndole cabeza a cabeza con la primera película de Wes Craven, "Scream" (US$ 358 millones), pero muy por encima de "Saw" de James Wan (US$ 180 millones) y "Paranormal Activity" de Oren Peli (US$ 293 millones).

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Ryan Coogler, el director de Sinners, es reconocido por una corta pero lucrativa carrera, que incluye, entre otras, las sagas de Creed y Black Panther.

La sensación general es que el film va a valer una fortuna cuando llegue al streaming, más que relevante en los cálculos de los grandes estudios hoy en día, ya que basan sus inversiones (y cláusulas en sus contratos) en una serie de parámetros que incluyen sus catálogos cinematográficos, altamente valuados cuando las empresas se venden o se produce una adquisición, además de la negociación del tiempo que los estrenos están en salas antes de pasar a la pantalla chica. La relevancia de construir bibliotecas privadas de títulos se ve, por ejemplo, en que cuando MGM se vendió por US$ 8.000 millones fue, en gran parte, por su catálogo (que implica concesión de licencias y venta de películas que generan cientos y cientos de millones de dólares al año a nivel mundial).

El trato y su significancia cultural

Quizás es por esto que el contrato estipulado por Coogler por la producción de "Sinners" tiene tanta relevancia en términos de propiedad intelectual, sobre todo viniendo de un director afroamericano, además de lo que podría significar para la industria. Para obtener los derechos del film, varios estudios pujaron por el proyecto, pero Warner Bros. acordó darle a Coogler una parte de la venta bruta de entradas (antes de que el estudio deduzca los costos). Por su lado, los cines se quedan con aproximadamente el 50% de la recaudación. Pero no solo eso. En su afán por colaborar con Coogler, Warner Bros. también acordó ceder la propiedad de "Sinners" después de 25 años. Coogler, quien escribió, dirigió y produjo la película, pasaría a ser su propietario nuevamente entonces. Asimismo, conservaría el corte final -y aunque esto es una condición creativa reservada para la crème de la crème de la industria, es lo menos poco frecuente del contrato.

Mientras que muchos pusieron el grito en el cielo, especialmente las productoras rivales, con editoriales incendiarias como la que publicó Vulture al respecto, otros estudios han cerrado acuerdos similares ocasionalmente con otros cineastas, con ejemplores de directores como Quentin Tarantino, quien obtuvo la "reversión de propiedad" por primera vez en la década de 1990 mientras producía películas para Miramax (estudio para el que hizo mucho dinero). En 2017, el ganador del Oscar negoció un pacto con Sony según el cual los derechos de autor de su película Once Upon a Time in Hollywood volverían 30 años después de su estreno en cines. Otros miembros del llamado Club de los Derechos de Autor cuentan a Mel Gibson (que conservó los derechos de propiedad de La Pasión de Cristo al autofinanciar su presupuesto de producción cuando nadie más quiso tocar el proyecto), Richard Linklater (que negoció la propiedad parcial de los derechos de autor para su drama Boyhood filmado durante 11 años) y Peter Jackson (que, como productor, llegó a poseer los derechos subyacentes de Distrito 9 al financiar el thriller de ciencia ficción).

Parte de la significancia cultural está en que Coogler sea dueño de los derechos de un film que justamente habla de forma crítica sobre la propiedad de la comunidad negra en el sur de Estados Unidos. El arte de negociar y las consecuencias del poder y la ambición en Estados Unidos están también entre los temas subyacentes del film, que dirime cuestiones de religión y fe, esclavitud y vínculos familiares. En este sentido, los ciudadanos afroamericanos que vivían bajo el régimen de Jim Cow (sistema de leyes y costumbres segregacionistas que existieron en Estados Unidos desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX) no tenían ni la influencia ni el dinero para negociar buenos tratos, como refleja "Sinners". Muchos de ellos, además de estar segregados, trabajaban en plantaciones donde eran explotados, ya que ni siquiera se les pagaba con dinero real, sino con una moneda que solo servía dentro de las grandes plantaciones.

Asimismo, como el film lidia con la historia de la música negra y sus artistas, en esa época la privación de derechos legales era común para los músicos de blues negros, quienes a menudo desconocían cómo funcionaban las regalías, se les ocultaba intencionalmente cómo funcionaban o se les pagaba con alcohol. La exitosa cantante Bessie Smith que fue explotada por Columbia Records hasta su muerte, o del legendario músico de blues Robert Johnson, que inspiró el film con la leyenda de que vendió su alma al diablo a cambio del dominio de su guitarra, son ejemplos de este sistema desigual. Como frutilla de la torta, otros músicos blancos como Eric Clapton, Led Zeppelin y Bob Dylan siguen interpretando su obra gratuita y sin protección.

Ramificaciones para la industria

Más allá del artículo alarmista de Vulture ("Ejecutivos de Hollywood temen que el acuerdo de Ryan Coogler con 'Sinners' 'pueda acabar con el sistema de estudios"), es importante entender el contexto en el que se firma este contrato. Si bien quienes sellaron el acuerdo son dos veteranos de la industria como Michael De Luca y Pam Abdy, responsables entre otras cosas de haber descubierto a cineastas de la talla de Paul Thomas Anderson y David Fincher, se realiza en un contexto de cierta urgencia de Warner luego de varios films que fracasaron en cumplir las expectativas en taquilla. Desde entonces, Warner tomó una estrategia que la prensa especializada califica de "defensiva", como anunciar estrenos de ciertas películas directo en la plataformas de streaming sin pasar por salas como forma de amortiguar la caída en la venta de entradas y amoldarse a los nuevos hábitos de visionado. Varios directores, como Denis Villeneuve (Dune) o Christopher Nolan pusieron el grito en el cielo.

Lo que sucede con Warner, sedienta de éxitos de taquilla que logró apuntalar primero con "Minecraft, la película" y ahora "Sinners" luego de decepciones como Jocker 2 o Furiosa, y que apuesta a dos proyectos de prestigio próximos a estrenarse (One Battle After Another de Paul Thomas Anderson por US$ 160 millones y The Bride de Maggie Gyllenhaal por US$ 100 millones), sin embargo, no es nuevo ni exclusivo de este único estudio. Y es probable que, a medida que la competencia por la atención de las audiencias entre streaming y grandes estudios aumente, se vean más tácticas como estas.

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Quentin Tarantino es otro de los directores que logró negociar que los derechos de algunas de sus películas vuelvan su propiedad después de una determinada cantidad de tiempo.

En enero, Netflix anunció un plan de distribución sumamente inusual para la adaptación de Las Crónicas de Narnia de Greta Gerwig, que se estrenará en 1.000 cines en 90 países, así como en formato IMAX durante varias semanas antes de su lanzamiento en streaming. Este es el mayor impulso cinematográfico de la plataforma hasta la fecha, una medida que la industria entiende como una concesión especial de Netflix a una cineasta multimillonaria. Además, en su próximo proyecto, Matt Damon y Ben Affleck han estado presionando para un acuerdo de propiedad de derechos de autor a través de su productora, Artists Equity.

Cuando "Democracy Now!" le consultó a Coogler por su contrato, el director dijo: "Se habló mucho de mi acuerdo en particular, pero llevo suficiente tiempo en esta industria como para saber qué tipo de acuerdos son posibles y nada en este acuerdo es nuevo". Por su lado, De Luca tiene una explicación más simple, como le decía al Hollywood Reporter hace unas semanas: "La razón por la que la taquilla ha bajado es porque todavía no estamos haciendo suficientes películas y eso aplica a todos los estudios. Así que nuestra convicción —compartida por David el CEO de Warner— es hacer más películas y diferentes tipos de películas. Obviamente, cada película debe tener el precio adecuado".

¿Qué depara el futuro de la industria? Difícil saberlo cuando ya se habla de una recesión de realización. Lo que es seguro es que el acuerdo de Coogler está recalibrando las expectativas de los cineastas en torno a la propiedad de los derechos de autor y los derechos de distribución. Para algunos, alterando para mal el equilibrio de poder tradicional en la industria y poniendo en peligro el catálogo cinematográfico anterior (el activo principal detrás de toda valoración de los estudios cinematográficos). Para otros, es una nueva forma de pensar y hacer el cine, apostando a nuevos nombres y proyectos arriesgados que den el batacazo tanto con el público como la crítica, pero también cultivando el cine de autor, aún si eso implica dejarles más libertades creativas o devolverles sus derechos de propiedad a los cineastas. El tiempo dirá: el mismo que le devolverá a Coogler a sus 63 años la propiedad de su propia película.

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