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El curioso caso de Hot Ones: cómo un show de pollo picante se convirtió en un negocio de US$ 82 millones

Martina P. Veneziani

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Una conversación con un famoso, diez niveles de picante y una audiencia que no deja de crecer. ¿La fórmula? Más simple de lo que parece, pero casi imposible de replicar.

15 Agosto de 2025 08.30

Diez años atrás, pocos habrían apostado a que un programa centrado en ver celebridades sudar frente a alitas de pollo cada vez más picantes podría convertirse en una franquicia multimillonaria. Sin embargo, Hot Ones, el show creado por Chris Schonberger y conducido por Sean Evans, ha demostrado que el entretenimiento del siglo XXI no obedece a las viejas lógicas de la televisión tradicional. En un contexto donde YouTube lidera el consumo de video en Estados Unidos y las nuevas generaciones demandan contenido auténtico, este formato sencillo, escalable y profundamente humano se convirtió en una plataforma cultural.

Desde su debut en 2015 como una sección dentro del canal de comida First We Feast, Hot Ones fue creciendo hasta convertirse en un fenómeno global. Más de 350 invitados han pasado por su mesa, enfrentando una entrevista que se intensifica con cada mordida de alitas más picantes. De Margot Robbie a Bad Bunny, de Kevin Hart a Billie Eilish, el formato demostró que la vulnerabilidad en cámara puede generar una conexión real con la audiencia. Cada episodio ofrece una estructura simple: diez preguntas, diez niveles de picante, y una celebridad al límite. Pero detrás de esa fórmula hay un riguroso trabajo editorial, de producción y de estrategia comercial que convirtió una idea excéntrica en un negocio de más de 80 millones de dólares.

La piedra angular del éxito fue la autenticidad. En una entrevista con Inc., Schonberger explicó: "Creamos un espacio donde las personas se muestran como realmente son, porque el picante no permite que nadie actúe". Esa verdad visceral —el rostro transpirado de una estrella de cine que ya no puede controlar sus respuestas— resultó ser más poderosa que cualquier campaña de marketing tradicional. El show construyó una narrativa donde el invitado, sin importar su fama, se encuentra en desventaja. Y en ese desbalance se genera un tipo distinto de entrevista: más honesta, más humana.

Durante años, Hot Ones se mantuvo como un producto independiente dentro del universo digital de BuzzFeed, que había adquirido Complex Networks (propietario de First We Feast) en 2021. Pero en diciembre de 2024, tras una serie de reestructuraciones, BuzzFeed vendió First We Feast por USD 82,5 millones. Entre los compradores se encuentran el Soros Fund Management y otros inversores de perfil alto. Según informó Forbes, la operación no solo consolidó el valor comercial del show, sino que también marcó un precedente para otros creadores digitales que buscan monetizar sus marcas sin depender de los grandes estudios tradicionales.

Sean Evans, además de ser el rostro del programa, ha sido su defensor más vehemente dentro de la industria publicitaria. En una entrevista con Business Insider publicada en marzo de 2025, criticó abiertamente a los anunciantes por seguir destinando presupuestos a la televisión por cable mientras ignoran los niveles de engagement y fidelidad que generan formatos como Hot Ones en YouTube: "Hay demasiadas marcas que todavía subestiman lo que pasa en YouTube. No pueden seguir pensando que la publicidad efectiva está en la televisión por cable cuando su audiencia no está allí".

Más allá del éxito editorial, Hot Ones se expandió en múltiples direcciones. Lanzó una línea de salsas picantes propias que se venden online y en tiendas especializadas, con ingresos que superan los ocho dígitos anuales. También concretó colaboraciones con cadenas de comida rápida como Shake Shack, desarrolló videojuegos temáticos, y exploró productos derivados como libros, ropa y formatos para streaming premium. Cada nuevo paso de la marca fue pensado como una extensión natural de su universo, sin forzar adaptaciones que pusieran en riesgo su identidad.

La comunidad detrás del programa fue clave para su expansión. Hot Ones logró reunir a espectadores de distintos rangos etarios, desde la Generación Z hasta adultos mayores, y se convirtió en un espacio de encuentro intergeneracional en torno a un tipo de humor universal: el del cuerpo humano frente al dolor picante. A diferencia de otros formatos virales que explotan rápido y desaparecen, Hot Ones cultivó una base leal, que mira cada episodio, consume sus productos, comparte clips, y recomienda el show en la timeline de sus redes sociales.

El programa también capitalizó la economía de los clips cortos. Fragmentos virales alcanzaron decenas de millones de reproducciones en TikTok e Instagram. Esta estrategia de contenido compartible permitió que Hot Ones se mantuviera presente en la conversación cultural incluso entre quienes no consumen el episodio completo. La edición cuidadosa, los gráficos sobrios (dos mesas y una tela negra de fondo permiten que el programa pueda grabarse en cualquier lado, acomodándose a las agendas apretadas de las mayores estrellas), y una estética coherente con su identidad urbana y gastronómica terminaron de consolidar una marca fuerte y reconocible.

Schonberger y Evans mantuvieron el control creativo del show a lo largo de su crecimiento. Ambos comprendieron que, en la economía digital, la coherencia a largo plazo es más rentable que la viralidad instantánea. No hubo intentos de convertir Hot Ones en una sitcom o en un reality; tampoco hubo concesiones para atraer invitados exclusivamente por su potencial de escándalo. La estrategia fue clara: consolidar el formato, expandir la marca y preservar la autenticidad.

Los nuevos dueños de First We Feast han señalado que mantendrán esa línea. Su plan es ampliar el alcance internacional del programa, traduciendo episodios, sumando subtítulos en múltiples idiomas y explorando versiones locales para América Latina, Europa y Asia. También se espera un impulso mayor a la línea de productos y posibles acuerdos con plataformas de streaming para contenidos exclusivos.

El modelo Hot Ones ofrece una lección valiosa para emprendedores y creadores de contenido: en un entorno de sobreoferta, lo que marca la diferencia no es la espectacularidad, sino la constancia, la honestidad y el entendimiento profundo de la audiencia. En un momento donde la industria del entretenimiento atraviesa transformaciones radicales, el caso de Hot Ones demuestra que todavía hay espacio para ideas simples ejecutadas con visión estratégica. Lo hizo armándose con un buen formato, un host con cuestionarios de primera y salsa picante. Ah, y con una visión que hoy vale más de 80 millones de dólares.

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