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Matías Perdomo con uno de sus Land Rover. Foto: Gentileza Matías Perdomo.
Innovacion

La aventura del empresario que creó Roverland en Minas: un "Disneylandia" de los Land Rover

Gabriela Malvasio

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El fundador de Cerro Místico, Matías Perdomo, convirtió su pasión por los Land Rover en un emprendimiento para los fanáticos de estos vehículos.

13 Septiembre de 2022 07.30

Desde hace un tiempo se ven cada vez más Land Rover por la ciudad de Minas, en Lavalleja. Todos tienen alguien en común: Matías Perdomo.

El cofundador del hotel y del bioparque residencial Cerro Místico logró convertir su enamoramiento por estos vehículos en un negocio. Y creó algo más: un espacio donde los fanáticos de la marca se sienten a sus anchas. Perdomo dice que es algo así como el “Disneylandia” para los apasionados de estas “obras de arte del diseño, la funcionalidad y la simpleza”.

Una restauración total de un Land Rover puede costar entre US$ 15.000 y US$ 20.000. La mano de obra viene exclusivamente de talleristas de la capital de Lavalleja. 

Perdomo está convencido que el cambio de vida que le trajo dejar Montevideo para vivir en las sierras de Minas fue lo que lo reconectó con su antigua pasión por los Land Rover. Y ahora le permite generar este nuevo emprendimiento. “No podría haber hecho esto en Montevideo”, asegura. Todo parece estar conectado con una búsqueda de la “belleza en lo simple”.

La historia de Perdomo con los Land Rover se remonta a unas tres décadas atrás. Cuando cumplió 18 años decidió comprar un vehículo con sus ahorros. No le alcanzaba para el Land Rover que quería, pero su padre puso el resto del dinero. Era un serie 2 A de 1968, con el que se sintió “el rey del mundo”. 

Como le pasa a quienes se “enamoran” de la marca, descubrió que no solo le brindaba la libertad de moverse, que era económico y “nunca lo dejaba tirado”, sino que era un vehículo para vivir aventuras. Le permitía “salirse de la carretera”, experimentar el campo o la playa. 

Se convirtió en el compañero de vivencias inolvidables que lo marcaron.  

Del sacrificio al entusiasmo

A los 21 años, Perdomo fundó Foco, una consultora especializada en análisis y monitoreo de medios. Para poner a andar la empresa necesitaba dinero. Con dolor, sacrificó su Land Rover.  Durante los siguientes años su obsesión fue hacer que la compañía creciera y fuera rentable.

Hace 10 años se animó a un cambio radical, junto a su esposa Ximena Guerrero (exgerenta de Marketing de Portones Shopping) y su familia. Compraron un cerro en las sierras de Minas y construyeron un hotel diferente, autosustentable y ecológico. Lo llamaron Cerro Místico. Esta movida hacia el campo fue una consecuencia de una búsqueda más espiritual, de acercamiento a lo natural y a otra forma de vivir. 

Matías Perdomo con uno de sus Land Rover. Foto: Gentileza Matías Perdomo.
Matías Perdomo con uno de sus Land Rover. Foto: Gentileza Matías Perdomo.

Perdomo viajaba seguido a Montevideo. Un día caminaba por las inmediaciones de su empresa, cuando un cartel le llamó la atención. Decía “se vende” y estaba colocado sobre un Land Rover. Era un modelo Defender 110. No lo dudó un instante. Llamó al número del cartel y encontró que el dueño era un francés que se iba de Uruguay. La compraventa se “conversó” en francés (Perdomo estudió en el Liceo Francés) y esa misma tarde llegó a Cerro Místico en el vehículo, para sorpresa de su familia.  

Ese “reencuentro” trajo la compra de otro Land Rover, y luego otro en un remate del ejército, y después otro más, y otro, y otro. 

“Formo parte de un club de entusiastas de Land Rover. Una vez el presidente del club tiró la frase “adopte un serie” -los modelos se llaman Serie 1, Serie 2, Serie 3-. Se ve que me lo tomé a pecho. Empecé a adoptar Series maltratados y abandonados, y a restaurarlos para dejarlos en óptimas condiciones”, recordó entre risas.

Esa especie de misión de rescate terminó en una colección de unos 15 vehículos. 

“Llegó un punto en que era demasiado, pero yo no me daba cuenta, porque estaba metido en algo que me apasiona. Por suerte siempre hay alguien —en este caso fue Ximena— que te hace ver que estás exagerando. Por eso busqué la forma de transformar mi pasión en algo  sustentable, así como somos sustentables en el hotel y en todo lo que consumimos”, explicó Perdomo.

Creó entonces un nuevo emprendimiento: Roverland. La idea es hacer para otros el trabajo de restauración de estas “obras de arte”, que puede demandar de seis a ocho meses. La idea fuerza del proyecto es la personalización absoluta. “Nadie tendrá un Land Rover como el tuyo”, puede leerse en su web https://rover-land.com/

Puesta a punto 

Para Perdomo, Roverland es como Disneylandia para apasionados de los Land Rover: “llegar a un lugar con muchas de estas maravillas es lo máximo. No existe en Uruguay, porque en general están desperdigados. Es raro ver muchos juntos”. 

El proyecto se ha convertido en un punto de encuentro para los apasionados de estos vehículos. Perdomo destaca que más allá de diferencias sociales, económicas o culturales —hay vehículos que pueden ir desde US$ 5.000 a US$ 200.000— a sus propietarios los une esa relación especial —casi íntima— con estas camionetas por lo que les fascina encontrarse con personas que entienden ese vínculo. 

Matías Perdomo con uno de sus Land Rover. Foto: Gentileza Matías Perdomo.
Matías Perdomo con uno de sus Land Rover. Foto: Gentileza Matías Perdomo.

La dedicación que Perdomo ponía para “rescatar” sus Land Rover, ahora la ofrece a quienes quieren dejarlos en condiciones de uso. 

“Los vehículos que restauramos son para usar, no para un museo. Son seguros, son para disfrutar, meterlos en el monte. Son utilizables en el día a día”, apuntó. 

Los mismos talleristas a los que confiaba la reparación de sus vehículos son los proveedores ahora de Roverland. Perdomo asegura que fue generando relaciones de confianza con especialistas como tapiceros, chapitas y freneros, sobre la base de seleccionar “gente de primera”, que son “buenas personas” y de por lo menos segunda generación en su oficio. 

Asegura que los tiempos del Interior van bien con los tiempos de la restauraciones.

“Se apasionan y lo hacen con una excelencia que no encontré en Montevideo. Es un arte. Hay muchas piezas que no existen y se tienen que reconstruir”, explica. 

No siempre lo que se necesita es una restauración completa del vehículo, sino una puesta a punto. Puede ser solo cambiar los vidrios o los tapizados rotos. Por ejemplo, uno de sus clientes más recientes es un argentino, que se trajo su camioneta al mudarse a Punta del Este. Lo que ese vehículo necesitaba era simplemente un service para estar en condiciones para volver a andar.

Lo central para Perdomo es justo eso: que cada vez hayan más “Land Rover divinos andando por ahí”

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