Recientemente, en una entrevista online con el Foro Económico de Catar, Elon Musk anunció que planea bajar sus donaciones políticas. "Voy a contribuir mucho menos en el futuro. Creo que ya contribuí lo suficiente", dijo el multimillonario, quien fue el mayor donante individual durante el ciclo electoral de 2024, con un desembolso de US$ 290 millones en apoyo a Donald Trump. "Si veo una razón para invertir en política en el futuro, la haré. Actualmente no la veo", agregó.
No sorprende. En apenas cuatro meses, la administración Trump ya le devolvió con creces su inversión. En materia regulatoria, sus empresas enfrentan menos controles. Algunas investigaciones del gobierno se cerraron, frenaron o desarmaron, en parte gracias a los propios movimientos de Musk con DOGE para recortar fondos y desmantelar varias agencias federales.
Sus compañías, en especial SpaceX, están en condiciones de acceder a miles de millones de dólares en nuevos contratos del Estado. Y a nivel internacional, Musk está cerrando acuerdos y consigue aprobaciones para operar en otros países, muchas veces con el apoyo tácito o directo del gobierno de Trump.
También están los beneficios personales. Musk es mucho más rico ahora que antes de respaldar a Trump. Su patrimonio neto alcanza los US$ 419.000 millones, unos US$ 170.000 millones más que el 15 de julio, apenas dos días después del intento de asesinato contra Trump en Pensilvania, hecho tras el cual Musk expresó su apoyo.
Y aunque el precio de las acciones de Tesla cayó un 20% desde el regreso de Trump a la Casa Blanca a fines de enero, sigue siendo un 35% más alto que a mediados de julio de 2024. SpaceX ahora está valuada en US$ 350.000 millones, casi el doble de su valor al momento del respaldo de Musk. Y su tercera empresa más grande, xAI Holdings —que integra su red social X y la startup de inteligencia artificial xAI— fue valuada en US$ 113.000 millones tras su reciente fusión. Esa cifra es más del triple del valor conjunto que tenían ambas compañías un año atrás.
Los críticos de Trump y Musk aseguran que la participación de Musk en DOGE y su vínculo con el presidente lo benefician económicamente. "La naturaleza de los negocios del Sr. Musk, así como sus sustanciales ingresos provenientes de contratos gubernamentales, implican que está profundamente involucrado en las funciones regulatorias del gobierno que ahora está facultado para moldear", señala un informe publicado en abril por legisladores demócratas de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. "El presidente Trump no podría haber elegido a una persona más propensa a conflictos de intereses".
Pero Trump lo niega. "Si hay un conflicto, no le permitiremos acercarse", dijo el presidente en la Oficina Oval en febrero. "La sugerencia de que las empresas de Elon Musk se beneficiaron de alguna manera de su tiempo en la Casa Blanca es infundada y carece de integridad periodística", señaló Harrison Fields, subsecretario de prensa principal de Trump, en un correo enviado a Forbes.
"Las empresas de Elon se vienen enfrentando a incendios provocados, vandalismo, tiroteos, ciberataques, boicots y ataques personales sin precedentes para cualquier empresario o empresa estadounidense. Y por otro lado, como se dijo en numerosas ocasiones, el presidente no tolerará ningún conflicto de intereses, y Elon Musk continúa adhiriéndose a las pautas éticas aplicables en su misión de eliminar el despilfarro, el fraude y el abuso".
De hecho, no todo fue favorable para Musk bajo el gobierno de Trump. El esquema arancelario que impuso la administración, con tasas del 30% a las importaciones desde China, probablemente encarecerá los costos de la cadena de producción de Tesla, SpaceX y xAI.

Las ventas de vehículos Tesla vienen cayendo en los principales mercados, en gran medida por el rechazo creciente de consumidores frente a las acciones de Musk con el Departamento de Eficiencia Gubernamental. Una encuesta de Reuters/Ipsos realizada este mes en Estados Unidos mostró que el 58% de los consultados tiene una imagen negativa de Musk, frente al 39 % que lo ve de forma favorable.
"El trabajo del Sr. Musk en torno a DOGE causó un daño considerable a la marca Tesla, tanto a nivel nacional como internacional, y por lo tanto le ha costado caro", afirmó Gil Luria, analista de tecnología de DA Davidson. "Esta mancha en la marca... es prácticamente inédita en la industria automotriz".
Trump le dio a Musk varios motivos para estar conforme
A pesar de eso, Trump le dio a Musk varios motivos para estar conforme. En enero, firmó una orden ejecutiva que bloqueó el trabajo de la Oficina de Programas de Cumplimiento de Contratos Federales del Departamento de Trabajo, que venía investigando denuncias por discriminación laboral en fábricas de Tesla. Como resultado, esa investigación quedó paralizada, según publicó el San Francisco Standard.
En marzo, el presidente instó públicamente a los estadounidenses a comprar autos Tesla durante un acto en el jardín de la Casa Blanca.
La pregunta clave para el futuro crecimiento de Tesla es qué hará la administración Trump con los vehículos parcialmente y totalmente autónomos.
El año pasado, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) abrió dos investigaciones: una sobre las funciones de conducción autónoma total de Tesla y otra sobre las funciones de conducción remota. Ambas siguen abiertas, según el panel de investigaciones de la NHTSA y un vocero de la agencia.
El mes pasado, el Departamento de Transporte eliminó la obligación de que los fabricantes de autos con funciones de conducción parcial o total informaran ciertos tipos de choques no mortales. Este cambio favorece a Tesla y perjudica a Waymo, la firma de vehículos completamente autónomos que pertenece a Alphabet, ya activa en varias ciudades y competidora directa de Tesla, según Dan Ives, analista de Wedbush Securities.
Un vocero del Departamento de Transporte niega que la modificación favorezca a Tesla y dijo que la agencia la aplicó para poder "centrarse en los tipos de accidentes que contribuyen de forma más significativa a su labor de seguridad".
Musk busca competir con Waymo desplegando los vehículos totalmente autónomos de Tesla a gran escala. A principios de esta semana, en una entrevista con CNBC, dijo que espera ver cientos de miles de Teslas totalmente autónomos en Estados Unidos para el año que viene.
Eso parece poco probable. Waymo lleva varios años poniendo sus autos en las calles y ya tiene 1.500 en circulación en cuatro ciudades estadounidenses. De hecho, planea sumar 2.000 más el año próximo. Tesla, en cambio, arrastra plazos incumplidos y problemas de seguridad con sus vehículos autónomos, como reportó Forbes a comienzos de este mes.
Sin embargo, la administración Trump parece respaldar los planes de Musk. El secretario de Transporte, Sean Duffy, visitó esta semana la gigafábrica de Tesla cerca de Austin para reunirse con él y, en sus palabras, "ver de primera mano el futuro de los vehículos autónomos".
"Estimamos que la oportunidad de la IA y la autonomía vale al menos un billón de dólares solo para Tesla", dijo Ives, de Wedbush, cuya firma subió el precio objetivo de la compañía US$ 500 (el viernes cerró en US$ 339). "Esperamos que, con la presidencia de Trump, estas iniciativas clave se agilicen, ya que la maraña regulatoria federal que Musk y compañía encontraron en los últimos años en torno a la conducción autónoma completa se despeje significativamente con Trump".
SpaceX también empieza a ver beneficios con el nuevo gobierno
La Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB), que en enero de 2024 había demandado a SpaceX por el presunto despido injustificado de ocho empleados que habían escrito una carta abierta criticando a Musk, decidió dejar sin efecto su propia demanda. Lo hizo el mes pasado, en una presentación conjunta con SpaceX en la que ambas partes cuestionaron la jurisdicción de la agencia para impulsar las denuncias originales.
Un expresidente de la NLRB no está de acuerdo con la decisión. "Este cambio abrupto de rumbo es sumamente inusual y un gran revés para los trabajadores de SpaceX, ya que representa otro intento exitoso de SpaceX de retrasar y obstruir los esfuerzos de sus trabajadores por tener voz en el trabajo", dijo Lauren McFerran, ahora investigadora principal de la Century Foundation, un centro de investigación.
SpaceX ya era un contratista importante del Estado antes del regreso de Trump a la Casa Blanca, y ahora está en condiciones de recibir aún más fondos federales. Actualmente tiene cerca de US$ 16.000 millones en contratos activos con el gobierno, entre ellos US$ 6.000 millones que le otorgó el Departamento de Defensa el mes pasado, según un informe de abril elaborado por legisladores demócratas de la Cámara de Representantes.
La empresa de cohetes de Musk es, según trascendió, uno de los principales candidatos para participar en la construcción del sistema de defensa "Cúpula Dorada" de Trump, en lo que podría ser un contrato millonario con el Pentágono. El proyecto está valuado en US$ 175.000 millones y se proyecta ejecutarlo en tres años.
"En este momento, el Departamento no ha anunciado nada sobre futuros contratos relacionados con la iniciativa Cúpula Dorada", dijo un alto funcionario de defensa en un comunicado enviado a Forbes.
Starlink, que generó cerca de dos tercios de los ingresos estimados de SpaceX por US$ 13.100 millones el año pasado, recibe apoyo directo de funcionarios del gobierno de Trump. El Departamento de Estado y las embajadas de EE.UU. "presionaron a los países para que eliminen los obstáculos para las compañías satelitales estadounidenses, mencionando a Starlink con frecuencia", según publicó el Washington Post a principios de este mes.
Además, el secretario de Estado, Marco Rubio, "instruyó cada vez más a los funcionarios para que impulsen las aprobaciones regulatorias para [Starlink]". En algunos países africanos más pequeños, diplomáticos estadounidenses "presionaron a los gobiernos para que agilicen las licencias para Starlink y organizaron conversaciones entre empleados de la compañía y líderes extranjeros", según publicó ProPublica la semana pasada.
Más cerca de casa, Starlink podría sumar un nuevo contrato con la Administración Federal de Aviación (FAA). La agencia arrancó una prueba con Starlink dentro de un "periodo inicial de pruebas", con la posibilidad de que contribuya a "una modernización a largo plazo de la infraestructura para la seguridad aérea", según declaró SpaceX en marzo. Un vocero del Departamento de Transporte confirmó que la FAA prueba Starlink en instalaciones de Alaska, Oklahoma City y Atlantic City.
"Para actualizar nuestro sistema de telecomunicaciones, la agencia trabajará con diversas empresas y tecnologías; no existe una única solución tecnológica. Por eso, estamos probando no solo satélites, sino también fibra óptica e inalámbricas para garantizar la seguridad", dijo el vocero en un comunicado enviado por mail.
Al mismo tiempo, xAI, la startup de inteligencia artificial de Musk —que desarrolla el modelo lingüístico Grok— busca cerrar contratos con el gobierno mientras arma un negocio enfocado en el sector público, con datos que recibe de distintas agencias gubernamentales, según publicó esta semana The Information. DOGE, de Musk, ya usa GROK en tareas vinculadas al gobierno y promueve que el personal del Departamento de Seguridad Nacional lo utilice, informó Reuters el viernes. (El DHS negó a Reuters que DOGE impulsara a su personal a usar herramientas o productos específicos; xAI no respondió a la consulta).
La empresa de inteligencia artificial de Musk, que construye una supercomputadora gigante en Memphis, también podría sacar ventaja del debilitamiento de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), que lanzó lo que llama "la mayor medida desregulatoria en la historia de Estados Unidos". El otoño pasado, la EPA abrió una investigación sobre xAI por el uso de turbinas de gas temporales. Se la acusa de operarlas sin los permisos necesarios, en violación de la Ley de Aire Limpio. Un vocero de la EPA le dijo a Forbes por mail que todavía revisan el caso.
Incluso las empresas más chicas de Musk parecen beneficiarse. En enero, como parte de una purga más amplia de inspectores generales en agencias federales, Trump despidió a Phyllis Fong, la inspectora general del Departamento de Agricultura. Su oficina investigaba a Neuralink, la startup de implantes cerebrales de Musk, por presunto maltrato animal, según Reuters, que informó que la investigación seguía en curso en enero. (El USDA no respondió a la consulta).
The Boring Company, la startup de túneles de Musk, no completó ningún proyecto importante desde su creación en 2017, salvo un túnel en Las Vegas. Sin embargo, mantiene conversaciones con la Administración Federal de Ferrocarriles (FBA) para participar en un proyecto de Amtrak valuado en US$ 8.500 millones, según publicó el New York Times. Un vocero del Departamento de Transporte dijo que todavía no tomaron ninguna decisión sobre las licitaciones y que "Amtrak, en coordinación con el DOT, seguirá los procedimientos estándar para la licitación de contratos y subcontrataciones".
Durante la visita de Trump a Medio Oriente la semana pasada, Musk se sumó a la comitiva y se cerraron acuerdos comerciales. Arabia Saudita aceptó incorporar Starlink en sus sectores marítimo y aeronáutico, mientras que Abu Dabi —que en febrero anunció un proyecto de túneles con The Boring Company— confirmó que llevará adelante un ensayo clínico con Neuralink.
Ya de vuelta en la Casa Blanca, el miércoles, Musk participó junto a Trump en una reunión transmitida en vivo con el presidente sudafricano Cyril Ramaphosa. En ese encuentro, Trump reprendió a su par por no frenar el presunto genocidio de afrikáneres blancos, una afirmación sin pruebas que es uno de los temas recurrentes para Musk. "No quiero involucrar a Elon. Eso es todo lo que tengo que hacer, meterlo en otra cosa", dijo Trump durante su presentación en el Despacho Oval, entre las risas de los presentes. "Esto es lo que Elon quería".
Nota publicada en Forbes US.