Cada diciembre, el rugido de cientos de motores se apodera de la costa este de Uruguay. No es el sonido de cualquier motocicleta, sino el inconfundible latido de los motores V-Twin de Harley-Davidson. Desde el 4 y hasta el 7 de diciembre, Punta del Este será, una vez más, el punto de encuentro de uno de los eventos motociclistas más consolidados de Sudamérica: el Encuentro Harley Punta del Este, que celebra su décima edición bajo la premisa de que la continuidad y crecimiento han sido posibles a pesar del cierre del concesionario oficial de la marca en el país.
Sus orígenes se remontan a 2001, con un encuentro de carácter más informal y "motoquero", que llegó a congregar hasta 500 máquinas en San Rafael. Tras un paréntesis en 2013 y 2014, el evento fue relanzado en 2015 por iniciativa privada y a pedido expreso del entonces concesionario de Harley-Davidson Uruguay. Sin embargo, el cese de operaciones de este dealer en 2021 planteó un desafío. "El evento siguió como se hacía pero llevado adelante por entusiastas de la marca", explicó Javier Quiroga, uno de sus organizadores, en conversación con Forbes Uruguay.

Un modelo sostenido por la comunidad, no por la marca
Lejos de desaparecer, el encuentro se mantuvo y se afianzó. El modelo de negocio, según Quiroga, no es lucrativo. Se sostiene sobre tres pilares: la venta de tickets (asegura ser "uno de los más baratos de Sudamérica" con costos que comienzan en US$ 590 por persona), la gestión de patrocinios de bebidas y cervezas, y el apoyo logístico de hoteles locales que ofrecen tarifas especiales para la ocasión. Con una inversión estimada entre US$ 80.000 y US$ 90.000, los fondos se destinan a cubrir producción, personal, bandas musicales y excursiones.
"La verdad lo hacemos más por hobby, porque nos gusta, porque viajamos también, conocemos gente", admitió Quiroga. Este enfoque comunitario y casi amateur es, paradójicamente, una de sus mayores fortalezas. El evento logró crear un ecosistema autosuficiente que trasciende el soporte corporativo directo de la marca.

Perfil del asistente
El público es eminentemente internacional y tiene un perfil definido. El 90% son motociclistas, mientras que el 10% restante son acompañantes. La edad promedio ronda los 45 a 48 años. Lo más llamativo, señaló Quiroga, es el crecimiento en la participación de mujeres conductoras, especialmente provenientes de Brasil y Chile, superando en proporción a las argentinas y uruguayas. La procedencia de los asistentes refleja el alcance regional del evento, porque convoca a entusiastas de Uruguay pero también de Brasil, Argentina, Paraguay y Chile.
Muchos uruguayos optan por participar en actividades sueltas sin hospedarse, mientras que los extranjeros conforman el grueso de los aproximadamente 260 asistentes alojados en la red de hoteles asociados (liderada por el Jean Clevers). Para esta edición, se espera la llegada de unas 230 motos extranjeras, con un rango de valor que ilustra la pasión (y el poder adquisitivo) de este nicho, con modelos de entrada de US$ 22.000 hasta máquinas customizadas de fábrica que rondan los US$ 100.000.
La estructura del evento se despliega por varios puntos de Punta del Este. El Hotel Jean Clevers funciona como centro neurálgico, con zona de exhibición, lavado de motos y fraternización. A su vez, se utilizan al menos otros cuatro hoteles en un radio cercano.
La agenda combina rituales motociclistas con la oferta turística de la zona. Incluye bienvenidas, almuerzos y cenas grupales en restaurantes, excursiones a puntos icónicos como Casa Pueblo (con DJ y espectáculos de fuego), y shows en vivo de bandas de rock. El sábado se realiza un Bike Show, junto con juegos, sorteos y actividades organizadas por las distintas comunidades o clubes participantes.
Mientras en Brasil existen dos eventos grandes y varios menores, y en Argentina proliferan los encuentros provinciales, Uruguay concentra su oferta en este único evento internacional, tras la desaparición del que se realizaba en Punta del Diablo. Es, hoy por hoy, el único evento de estas características que se realiza en el país y uno de los de mayor reputación en la región, atrayendo a un público que valora la combinación de una organización "prolija" con el entorno de Punta del Este.


