A priori, la de Ignacio Muñoz parecería ser una voz atípica en el mundo de la dirección de organizaciones sociales. A punto de graduarse como ingeniero agrónomo con una tesis sobre medición de carbono, su perfil combina la rigurosidad técnica con una vocación de servicio que cultiva desde su adolescencia con tempranos trabajos de voluntariado. Desde hace un año está al frente de Techo Uruguay, una organización con más de dos décadas de historia en el país.
Techo es parte de una red presente en 18 países de Latinoamérica y el Caribe, y en Uruguay ha movilizado a más de 33.000 voluntarios y construido más de 3800 viviendas de emergencia a lo largo de su historia. Esto requiere de un trabajo intenso de búsqueda de apoyos, donaciones y voluntariado para llegar a su objetivo anual de construir 100 soluciones habitacionales con un presupuesto total que se estima en $35 millones. A continuación un resumen de la entrevista que Muñoz mantuvo con Forbes Uruguay.
¿Imagina cómo se podría fusionar su carrera como ingeniero agrónomo con su trabajo en Techo?
Cien por ciento. Yo creo en las huertas en las casas de los asentamientos como otra manera de alimentación para las familias, por ejemplo. Muchas veces no tienen dinero para comprar comida. Sería fundamental que cualquiera pueda salir y decir: "Tengo acá para cosechar tomates y agarrar un par de huevos para hacerme una tortilla".
Ya había llevado adelante un proyecto de huertas en la facultad y siempre recuerdo el testimonio de una señora con artritis que, en un día de mucho frío y dolor, no tenía qué comer y pudo cosechar acelga de su huerta para alimentarse. No tenía capacidad de moverse mucho fuera de la casa, pero en ese pequeño espacio podía resolverse. La huerta y la vivienda se pueden complementar, pero es cuestión de hacerlo bien, con un acompañamiento para enseñar a las familias.
¿Cómo evalúa su primer año de trabajo en la dirección y qué metas se trazaron?
Lo considero bueno. Crecimos mucho como equipo. Hacía más de 10 años que Techo no se ponía el objetivo de construir más de 100 viviendas en un año y esta vez la meta simbólica fue llegar a 101. Queríamos dar un pasito más, ser un poco rebeldes. Todo indica que para diciembre construiremos la vivienda 101. Además, reactivamos iniciativas como la colecta en las calles, que no se hacía hace más de cinco años.
¿Qué rol juegan las alianzas corporativas en su modelo?
Son un pilar fundamental. Tenemos una iniciativa de voluntariado corporativo que llamamos "Transforma", donde equipos de una empresa participan en la construcción de una vivienda. Esto fortalece mucho a los equipos, eso que las empresas valoran como team building.
Recuerdo una construcción donde estaba el gerente general y un operario de la fábrica. En un momento, el operario tomó el liderazgo del equipo y empezó a dirigir al gerente. Se invirtió la jerarquía y conocieron una faceta de su compañero que seguramente no habrían visto en el día a día de la empresa.
¿Qué perfil tiene el voluntariado de Techo y cómo se mantiene activa la convocatoria?
Principalmente son jóvenes, aunque tenemos voluntarios de 50 o 60 años. Creemos que a través de los jóvenes se logra un mayor trabajo. Si hace voluntariado y conoce la realidad de otros uruguayos, el día de mañana lo ayudará a empatizar mejor. La convocatoria es constante. Tenemos un voluntariado fijo de unas 100 personas que participan todas las semanas y uno recurrente que se suma a las construcciones puntuales. Este año estimamos movilizar a unos 2000 voluntarios en total.
¿Cómo procede Techo para identificar las comunidades donde actuar?
Hoy tenemos un trabajo mucho más articulado con intendencias y municipios. Nos acercamos, les preguntamos y ellos nos orientan hacia los barrios con mayores necesidades. Ahí nos ponemos en contacto con los referentes comunitarios para presentarnos y que nos cuenten su situación.
Después de un trabajo en conjunto, empezamos a construir, pero la idea es seguir trabajando a nivel de hábitat: luz, agua, calles. No lo hacemos nosotros directamente, sino que Techo acompaña a la comunidad para que lo realice. No somos un agente de asistencialismo que viene y hace todo, sino que apoyamos para que la comunidad, con su trabajo, logre los objetivos.
¿Qué costo real tiene cada una de estas viviendas de emergencia y cómo se compone?
Hoy en día, la vivienda tiene un costo de alrededor de US$ 3500. Esto incluye los materiales, que son principalmente madera, techo de isopanel y ventanas de aluminio; la prefabricación de los paneles, que la hacen carpinteros profesionales; y toda la logística de traslado y herramientas para el día de la construcción en sí. La mano de obra de la construcción es íntegramente de voluntarios, muchos de los cuales nunca antes han usado un martillo.
¿Cuál es exactamente la solución que ofrece la vivienda de Techo y por qué se define como "de emergencia"?
Es una vivienda transitoria. La emergencia radica en que permite, en uno o dos días, que una familia deje de vivir en un piso de tierra. Es un único módulo de 6 por 3 metros, construido sobre pilotes para aislarlo de la humedad. Si quisiéramos hacer una vivienda con más cuartos o un baño incluido, no podríamos responder a la emergencia, tardaríamos semanas.
El modelo permite que, por ejemplo, en un fin de semana, 15 familias dejen de vivir en condiciones precarias. Hay que entender que la gente vive en un piso de tierra, que cuando llueve entra el agua por abajo y el viento por las paredes. La vivienda de emergencia es una respuesta directa y rápida a esa situación crítica.