Desde apps a IRL (in real life) eventos y ciclos que buscan darle una vuelta de tuerca a planes ya conocidos, pasando por las nuevas start-ups de Silicon Valley, resolver la crisis social y generacional de estos tiempos se convirtió en el nuevo santo grial de los negocios.
Si en países como EE.UU. la soledad es un problema del que ya hablan tanto las ciencias sociales como los medios tradicionales en los que se rotula a este como "el siglo anti-social", Latinoamérica no está mucho mucho mejor. A las tasas de natalidad que continúan descendiendo -y que producen debates cada vez más acalorados-, se le suma el hastío con las redes sociales que está llegando a un punto de quiebre (el 84% de la Generación Z y los Millennials han sido ghosteados y el 79% de la Gen Z dice sentirse mental y emocionalmente exhaustos con las dating apps).
Muchos estudios y evidencia testimonial indican que, tras los confinamientos por el COVID-19, resurgió el deseo de conectar en persona y, para muchos, eso significa ampliar sus círculos sociales en espacios donde las citas no son el objetivo principal, esto es, generar situaciones en las que las relaciones, románticas o de otro tipo, se desarrollen de forma más natural con el tiempo y en torno a hobbies e intereses compartidos. A la vieja usanza.
"No hay mejor prueba de que la mejor manera de conocer a alguien podría no ser a través de una pantalla, sino a través de la experiencia compartida de juego, esfuerzo y aventura", arriesgan desde la publicación Dazed, donde además declaran que la crisis actual, si bien se debe a los cambios en la cultura de las citas (la Generación Z abandonó las aplicaciones de citas, tiene menos sexo que las generaciones anteriores e incluso adoptaron el celibato), también es una crisis de los vínculos de amistad. Una investigación reciente descubrió que el 80% de la Generación Z dice que ha luchado contra la soledad en los últimos 12 meses, y la Organización Mundial de la Salud declaró la soledad como un "problema de salud pública mundial" en 2023.
En este contexto, surge una nueva industria dispuesta a proveer soluciones a un segmento joven y adulto que busca cada vez más conexiones sociales por fuera de las redes y la pantalla, pero cada vez con menos habilidades o motivación para relacionarse. Desde fiestas de lectura grupal a clubes deportivos (espacios donde hacer deporte "y" conocer gente), agencias que organizan viajes con amigos o apps de citas que buscan formas cada vez más creativas y efectivas para atraer a los usuarios, todo parece enfocado en resolver el gran dilema que presentan los vínculos modernos.
El nuevo pain point: la crisis de la sociabilidad
Pero, como suele ocurrir, un problema crea nuevas oportunidades, y en los últimos dos años, según reporta en un especial dedicado al tema de la New York Magazine, apareció una oleada de fundadores y emprendedores decididos a especializarse en el creciente mercado de la conexión entre personas. Uno de estos emprendimientos es el Belong Center, cuya CEO, Radha Agrawal, la entrepreneur social que estuvo detrás del fenómeno de las Daybreaker (las raves diurnas, sin sustancias, que ya van por su undécimo año con más de 500.000 asistentes en 33 ciudades), se dedica a organizar viajes y eventos para conocer gente y hacer amigos con foco en los vínculos platónicos.
"La aplicación de citas Bumble ahora cuenta con la aplicación Bumble for Friends y, a finales de 2023, añadió la función 'Planes' para ayudar a las personas a migrar a grupos de encuentro presenciales. Hinge invirtió US$ 1 millón para financiar organizaciones sin fines de lucro que crean oportunidades para que las personas se conecten en persona por motivos distintos a las citas. Muchas de estas empresas parecen abordar la soledad de la misma manera que abordaron las citas: como un problema de optimización de búsqueda", explican desde la publicación en relación al nuevo enfoque de negocios.
Otras apps que intentaron darle un nuevo giro a las citas o bien se enfocan en otros vínculos como pueden ser los amigos son Timeleft (empareja a cinco desconocidos para una cita para cenar), que incluso llegó a Argentina (se usa en Rosario, Córdoba y Buenos Aires). El sistema de conformación de grupos consiste en un algoritmo de compatibilidad que propone un test de personalidad en el que cada usuario especifica sus gustos, temas de conversación preferidos, religión y situación sentimental actual. Pero Timeleft no es la única, y de hecho llegó a un nicho bastante saturado: también está Breakfast (conectar a desconocidos durante el desayuno) y Saturday (conectar a desconocidos para quedar espontáneamente).
"En lugar de ofrecer una amistad improvisada, otras empresas tratan la soledad como una enfermedad crónica que requiere cambios de estilo de vida más radicales. Estas empresas volvieron a lo básico, enseñándoles a los usuarios a mejorar sus habilidades de conversación y a agudizar su capacidad para la intimidad", sigue la nota. ¿Qué otras start-ups de soluciones aparecieron? Peoplehood, una empresa de encuentros creada por las fundadoras de la famosa SoulCycle, Julie Rice y Elizabeth Cutler, que recibió US$ 7,2 millones en financiación de capital riesgo para ayudar a las personas a aprender habilidades de conversación consciente. Renate Nyborg, exdirectora ejecutiva de Tinder, fundó Meeno, una empresa de chatbots con inteligencia artificial que recaudó más de US$ 5 millones (US$ 3,9 millones de Sequoia Capital) y que permite practicar conversaciones difíciles antes de arriesgarse con personales reales. Por su lado, Closure acaba de desarrollar un chatbot para superar ese ghosteo que angustia. ¿Distópico? No exactamente, ya que para los inversores la nueva frontera de la IA es precisamente la salud mental y las relaciones.
Los eventos IRL (in real life) buscan revancha
Mientras tanto, crecen las iniciativas que buscan sacar las citas de la pantalla, e inclusive en lugares como San Francisco, cuna del desarrollo tecnológico, las nuevas aplicaciones de citas y plataformas de emparejamiento recurren a los eventos y encuentros en persona. En Silicon Valley son cada vez más comunes los clubes y eventos a los que se accede solo con invitación y con listas de invitados previamente seleccionadas para atraer a personas del ambiente tech, creativo y founders.
Love Club, fundado hace un año por Louise Ireland, cofundadora de la plataforma de ciberseguridad Metabase Q, comenzó como un grupo de WhatsApp solo por invitación, que ahora cuenta con cerca de 120 miembros. Celebra reuniones trimestrales en residencias privadas de San Francisco, donde los asistentes conversan sobre temas del corazón mientras disfrutan de aperitivos y bebidas. La plataforma online Paloma, que se describe a sí misma como "un club de miembros orientado a las citas" organiza eventos como la Semana de las Citas.
"Art of Mondays lanza un club de deportes para fundadores de empresas. Es una comunidad cerrada para fundadores de empresas donde los participantes encuentran soporte y compañía. El objetivo de esta nueva iniciativa es armar un entorno amigable para que los miembros puedan conocer gente sin sentir que están en un espacio de networking acartonado. El proyecto reconoce que hay una búsqueda de nuevas formas de vinculación que trasciendan, por un lado, la pantalla; y, por el otro, que conecten con temáticas tangenciales", cuenta la consultora en tendencias Gaba Najmanovich.
Los deportes también se volvieron el espacio ideal para socializar. En ciudades como Nueva York, Londres o Buenos Aires, el social running viene creciendo hace años como una nueva forma de conocer gente, hacer comunidad y quizás encontrar el amor sin tener que hacer swipe. Las variantes son muchas, clubes de running y algo más (café, vino o cualquier otra forma de tercer tiempo), ciclismo y hasta el resurgimiento de los club de wellness y spa como spot para socializar.
En Buenos Aires hay cada vez más social running, desde SQUAD y sus viralizados encuentros de Run & Wine, que planean llevar sus eventos a Mendoza, así como sumar encuentros en distintas zonas de Buenos Aires, con recorridos nuevos y propuestas gastronómicas diferentes; también está Social Running con sus after de café y la Unión de Corredores de Revolver, creada por Ana Tolomei (una de las fundadoras de la marca Revolver y dueña de RVR Café) con intereses en común como los deportes al aire libre, la gastronomía, la música, el arte y la ciudad. Una variante foodie más que curiosa es el Running Flan Club, que atrae a unas 150 personas a cada carrera en París y cuenta con más de 15.000 seguidores en Instagram bajo la premisa de correr usando como postas distintas panaderías. La idea es algo similar a lo que aquí fue la maratón Muzza 5K, quedar para correr y luego probar distintos tipos de flanes. Asimismo abundan los colectivos de ciclistas como Fatcake, que además se presenta como un espacio más inclusivo en la escena ciclista usualmente dominada por hombres, con un enfoque en la inclusión de género y queer.
Finalmente, crece la demanda y la búsqueda del llamado "tercer espacio" (lugares para la interacción social fuera del hogar o el trabajo), y lo que el mercado está empujando es la vuelta de los clubes para varones o mujeres, y los "clubes de bienestar". ¿En qué consisten estas propuestas? Son opciones para el relax, la sociabilidad y espacios de coworking, todo en uno. Clubes como Hume (US$ 395/mes) o Heimat (US$ 350) en California se venden como el "primer club de fitness conceptual del mundo", ofreciendo manicura, tratamientos faciales, masajes, restaurante Michelin y oficinas para el coworking con biblioteca. Love.Life, en cambio, por US$ 750 al mes promete ser tu gimnasio, spa, restaurante informal de comida rápida vegana, fisioterapeuta e incluso tu médico de cabecera. Una solución para el público hedonista y enfocada tanto en el fitness como el wellness.
En resumen, cuando de calmar la soledad se trata, hay variantes para distintos públicos y gustos (no todo pasa por los deportes, las citas o el relax, se suman las fiestas de lectura colectivas como Reading Rhythms, por ejemplo), que por un módico precio, o en algunos casos de forma gratuita, intentan resolver la nueva epidemia de sociabilidad contemporánea.