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Neuroplasticidad en la era del GPS y la IA: el riesgo de delegar ante la pereza metacognitiva de ChatGPT

Pablo Wahnon Editor de Innovación

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La especialista en neuropisología Vero Marcos explica cómo el cerebro humano debe adaptarse al mundo de la Inteligencia Artificial mediante hábitos cognitivos saludables.

13 Agosto de 2025 22.00

Son tiempos en los cuales un asistente de voz puede indicarnos cada giro y un algoritmo decide qué leeremos a continuación. Eso que es una gran ayuda tiene también su lado oscuro. En este escenario, la capacidad del cerebro humano para adaptarse, reorganizarse y aprender —la neuroplasticidad— se vuelve un recurso estratégico, no solo para la vida personal, sino también para la competitividad empresarial.

Vero Marcos, neuropsicóloga con formación en Artes y Psicología,  sostiene que el desafío de nuestra época no es la irrupción tecnológica en sí, sino el riesgo de que deleguemos demasiado en ella. "Avanzar con la ciencia está bien, pero sin dejar de ejercitar el cerebro", afirma con convicción. Su mirada conecta la neurociencia con la gestión de personas y el bienestar organizacional.

Su recorrido profesional es tan singular como inspirador. Estudió Artes y se especializó en restauración de obras en Florencia, pero su vocación por ayudar la llevó a la Psicología y luego a la Neuropsicología en Madrid, donde recibió una mención honorífica. Como docente, cautivaba a sus alumnos narrando la Historia del Arte de forma inmersiva: disfrazada de María Antonieta, repartía macarones y hacía que las fechas se grabaran sin esfuerzo. Esa conexión, que traspasaba el aula, derivó en consultas emocionales y en la certeza de que podía contribuir a mejorar vidas.

En la actualidad, con más de 100 mil seguidores orgánicos en redes,  Vero Marcos insiste en que su objetivo no es retener pacientes indefinidamente, sino dotarlos de herramientas para que sean independientes. Para ello propone un método que forma parte de un proceso terapéutico que se lleva a cabo en menos de 24 sesiones, con foco en ejercicios y estrategias concretas para activar el cerebro.

Uno de los conceptos clave que enfatiza es el papel del hipocampo, una estructura del lóbulo temporal encargada de la formación de memorias y la orientación espacial. Antes del GPS, explica, recordábamos teléfonos, calles y rutas. Los taxistas, por ejemplo, tenían una memoria espacial privilegiada; hoy, esa función está tercerizada. Algo similar ocurre con la Inteligencia Artificial: si dejamos que busque, seleccione y sintetice todo por nosotros, reducimos el esfuerzo cognitivo y debilitamos capacidades esenciales.

Vero Marcos
Vero Marcos resalta la importancia de seguir usando el cerebro y no caer en la pereza metacognitiva de la IA

Un estudio del MIT analizó el uso de ChatGPT en la escritura de ensayos comparado con el trabajo sin asistencia o con buscador tradicional. Los participantes que escribieron sin ayuda mostraron la mayor actividad cerebral, contenido más original y mejor satisfacción con sus textos. En contraste, quienes usaron ChatGPT presentaron menor actividad en zonas vinculadas a la memoria, el aprendizaje y la creatividad, y esta brecha se amplificó con el uso repetido. El fenómeno fue bautizado como "pereza metacognitiva".

Marcos no demoniza la tecnología. Reconoce que la IA puede ser una gran aliada como co-creadora o fuente de inspiración, pero advierte que el uso pasivo provoca dependencia y atrofia mental. El equilibrio, asegura, es la clave: "Podemos usar la tecnología, pero tenemos que seguir ejercitando el cerebro como músculo".

Su propuesta para mantener y potenciar la neuroplasticidad es tan concreta que se adapta fácilmente a entornos corporativos. Plantea dedicar cada día de la semana a una actividad distinta que active circuitos neuronales diferentes: lunes de lectura variada, martes de aprendizaje musical, miércoles de un deporte nuevo, jueves un idioma desconocido, viernes de actividad creativa, sábado de cuidado personal y domingo de práctica espiritual. La clave es la variedad y la novedad, ya que repetir siempre lo mismo no estimula nuevas conexiones.

Esta rutina, llevada a una organización, podría traducirse en programas internos que ofrezcan microespacios de entrenamiento cognitivo: clubes de lectura, talleres creativos, clases de idiomas o sesiones breves de mindfulness. "Incluso media hora diaria puede marcar la diferencia en el bienestar, la motivación y la capacidad de adaptación de los equipos. Un empleado feliz y mentalmente activo rinde más, innova mejor y se enferma menos", sostiene Vero Marcos

Vero Marcos
Vero Marcos se especializó en neuropsicología para ayudar a generar nuevos hábitos saludables

La experta también destaca la importancia del ejercicio físico y la socialización, dos aspectos que en entornos laborales pueden integrarse a través de pausas activas, dinámicas grupales o espacios de interacción que vayan más allá del trabajo. Cita el caso del neurólogo José Manuel Navarro Castañeda, que mejora síntomas de Parkinson con ejercicios de coordinación en bicicleta fija: "El movimiento, el aprendizaje y la interacción social son combustibles para el cerebro".

En paralelo, advierte sobre el impacto de lo que llama "algoritmo dopamínico" de las redes sociales: la gratificación inmediata de un "me gusta" o un nuevo contenido desplaza la serotonina —relacionada con la felicidad duradera— y fomenta la búsqueda constante de estímulos breves. En un contexto corporativo, esto puede traducirse en empleados más dispersos, con menor capacidad de concentración y mayor estrés. "Confundimos placer con felicidad. El primero es abrir un paquete de Amazon; la segunda, compartir un asado con amigos o una charla significativa con colegas. Esos instantes de felicidad que se consiguen por socializacion es el nuevo norte que debemos hacer más presente en nuestras vidas", enfatiza Vero Marcos. .

Para Marcos, el desafío de esta década es doble: aprovechar el potencial de las nuevas tecnologías y, al mismo tiempo, entrenar nuestras capacidades cognitivas y emocionales para no volvernos usuarios pasivos. Las empresas, afirma, tienen un rol clave como espacios que pueden fomentar hábitos saludables de pensamiento y aprendizaje.

"Podemos avanzar con la ciencia, pero sin dejar de ejercitar el cerebro todos los días. Ese es el verdadero seguro para el futuro, tanto para las personas como para las organizaciones", concluye Vero Marcos.

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