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La decisión de la calificadora de riesgo podría acelerar la salida de capitales, debilitar al dólar y provocar una fuerte corrección en acciones, bonos y valuaciones empresariales.

19 Mayo de 2025 22.00

La deuda de Washington se volvió mucho más cara. El mercado de bonos atraviesa un momento complicado y los intereses a 30 años treparon al 5%. El anuncio ya es oficial. Moody's le bajó la calificación a la deuda soberana de Estados Unidos. La calificadora argumentó que lo hizo por el aumento de los déficits fiscales, el desorden político y el crecimiento insostenible del endeudamiento.

Estados Unidos debe refinanciar billones de dólares en deuda que vencerá en los próximos años. Esa deuda pasará a pagar tasas mucho más altas. Si la historia sirve de referencia, las consecuencias podrían sentirse de manera rápida y extendida.

Una rebaja en la calificación, sumada a la desconfianza que despiertan las medidas económicas imprevisibles del gobierno de Donald Trump, podría reducir el apetito por los bonos del Tesoro, que dejaron de ser vistos como los más seguros. Se estima que, solo en las dos semanas que terminaron el 16 de abril, fondos extranjeros retiraron US$ 14.200 millones de bonos del Tesoro y deuda corporativa estadounidense.

El riesgo no se limita a los bonos del Estado. Todo el mercado está expuesto mientras los rendimientos de los bonos siguen escalando.

No va a pasar de un día para el otro, pero con el tiempo la caída podría borrar billones de dólares en capitalización bursátil. El panel "¿Cuánto pueden bajar las acciones durante un desplome del mercado?" muestra cómo reaccionaron las acciones más importantes durante y después de los últimos siete derrumbes bursátiles. Compañías gigantes como Nvidia podrían sufrir pérdidas todavía mayores.

Así es como el S&P 500 podría enfrentar una caída brusca.

Los bonos le disputan el capital a las acciones.

Es cierto que los inversores extranjeros pueden ver a los bonos del Tesoro como más riesgosos. Pero quienes apuestan por la renta variable ya asumen un riesgo mucho mayor. Para ese grupo, cuando suben los rendimientos, los bonos ganan atractivo y eso empuja el capital fuera del mercado accionario. Ese corrimiento puede disparar ventas masivas y desatar un desplome. La historia lo muestra con claridad:

A comienzos de los años 80, los rendimientos de los bonos del Tesoro superaron el 15% cuando la Reserva Federal subió las tasas para frenar una inflación que ya estaba en dos dígitos. ¿Qué pasó? Las acciones perdieron terreno y los bonos pasaron a ser mucho más atractivos.

En el año 2000, durante la burbuja puntocom, los rendimientos de los bonos se mantuvieron en niveles razonablemente altos, pero recién captaron el interés de los inversores cuando explotó la burbuja. Los bonos del Tesoro repuntaron, mientras que el Nasdaq se hundió con una de las peores caídas de las últimas décadas.

Los rendimientos altos generan una combinación peligrosa para las acciones.

Los efectos secundarios de ese escenario golpean fuerte:

  • Compresión en las valuaciones: financiar empresas cuesta más caro. Eso hace que suba la tasa de descuento sobre las ganancias futuras y caigan las valuaciones actuales, algo que golpea especialmente a las tecnológicas de alto crecimiento que dominan el S&P 500.
  • Achique en los márgenes empresariales: las compañías endeudadas se topan con un salto en el costo de los intereses. Eso achica el flujo de caja y reduce las ganancias. El golpe se siente más en sectores como el inmobiliario, donde el apalancamiento es fuerte.
  • Movimiento de capitales: con rendimientos en alza, muchos inversores se corren de las acciones y prefieren activos de renta fija, que ahora pagan bien en relación con el riesgo. Esa rotación, por sí sola, tira para abajo los precios accionarios.

Riesgo de fuga de capitales

Una rebaja en la calificación también pone en duda la etiqueta de "libre de riesgo" que tienen los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Si los inversores globales —en especial los bancos centrales extranjeros— empiezan a desconfiar de la solvencia de los activos estadounidenses, podrían darse varios efectos:

  • Salida de capital de los bonos del Tesoro, lo que empuja aún más hacia arriba los rendimientos.
  • Caída del dólar, porque los fondos buscan destinos más seguros o estables.
  • Venta masiva de acciones estadounidenses, alimentada por un cambio de ánimo y la necesidad de reequilibrar carteras.
Inversiones en la Bolsa de Valores
Inversiones en Una rebaja en la calificación también pone en duda la etiqueta de "libre de riesgo" que tienen los bonos del Tesoro de Estados Unidos.la Bolsa de Valores.

Esa fuga de capital puede agravar la volatilidad, más todavía en un contexto macroeconómico ya débil. Si la caída del dólar se combina con una suba en las expectativas de inflación, por el aumento en el precio de las importaciones, el problema se puede intensificar.

El dilema de la Reserva Federal: ¿emitir o ajustar?

Si los rendimientos se van por encima de lo que el mercado puede tolerar, la Reserva Federal podría quedar forzada a intervenir. En ese caso, tendría que comprar bonos del Tesoro para calmar la situación. Eso implicaría:

  • Monetización de la deuda: al emitir dinero para financiar la compra de deuda, la Fed inyectaría liquidez y empujaría la inflación.
  • Pérdida de credibilidad: una maniobra así podría alimentar la percepción de que el banco central financia directamente al gobierno, lo que afectaría su independencia.
  • Impacto en el dólar: más emisión y más inflación podrían hacer caer todavía más la moneda frente a otras divisas fuertes.

Eso implicaría:

  • Inyectar liquidez en un contexto donde la inflación todavía no está completamente controlada.
  • Reavivar el miedo a una inflación persistente, lo que socava la estabilidad tanto del mercado de bonos como del accionario.
  • Perder independencia monetaria, porque la Reserva Federal quedaría atada a las necesidades del Tesoro, aceptando más endeudamiento aunque eso suponga riesgos inflacionarios.

¿Qué pasaría si Estados Unidos no pagara su deuda?

Un impago técnico —como el que podría surgir si el Congreso no aprueba una suba del techo de deuda— sería devastador. Incluso si el incumplimiento fuera puntual y breve, las consecuencias serían graves:

  • El mercado monetario podría congelarse y los swaps de incumplimiento crediticio dispararse.
  • Se daría una liquidación masiva de bonos del Tesoro, lo que llevaría los rendimientos a niveles imposibles de sostener.
  • El S&P 500 podría desplomarse entre un 30% y un 50%, porque el riesgo sistémico volvería a estar sobre la mesa.

Los antecedentes lo muestran: cuando hubo crisis profundas, el índice cayó con fuerza.

Un escenario macroeconómico preocupante

La economía estadounidense está hoy más frágil que hace más de diez años.

La deuda nacional asciende a US$ 36,2 billones, lo que equivale al 124% del PBI. En 2011, ese monto era de US$ 14,8 billones, cerca del 95% del producto.

  • La tasa de interés de referencia de la Reserva Federal está en 4,3%, con el objetivo de lograr un aterrizaje suave tras el pico inflacionario de más del 9% que se registró a mediados de 2022. Aunque esta tasa es menor que la que se mantuvo por encima del 5% durante gran parte de 2023 y 2024, todavía está muy lejos del nivel cercano a cero que regía en 2011, tras la recesión de 2008.
  • El problema es que ahora hay más deuda y las tasas son más altas. Eso hace que el país gaste mucho más para pagar los intereses. En 2011 destinó US$ 230.000 millones a ese rubro; en 2025 serán US$ 952.000 millones. Casi cuatro veces más.
Wall Street, acciones, S&P 500
Una rebaja en la calificación también pone en duda la etiqueta de "libre de riesgo" que tienen los bonos del Tesoro de Estados Unidos. 

En síntesis: Estados Unidos carga hoy con mucha más deuda que en 2011 y pagarla cuesta mucho más caro. Ese escenario podría contagiar también al sector privado. Mirá esta bomba de deuda de US$ 1,8 billones que puede cambiar por completo las estrategias de las empresas estadounidenses.

Una reacción en cadena que ya empezó a moverse

La rebaja de Moody's no desató la crisis. Refleja desequilibrios estructurales más profundos. Pero puede ser el chispazo que inicie una cadena de eventos delicados:

Billones por refinanciar → Rendimientos que suben → Intervención de la Reserva Federal → Miedo a la inflación → Fuga de capitales → Revalorización de las acciones.

A los inversores no les gusta la incertidumbre. Mucho menos cuando el riesgo se dispara como ahora.

Contrapunto: por qué el derrumbe podría no concretarse

Aunque los riesgos son reales, eso no implica que el colapso sea inevitable. Estados Unidos todavía cuenta con ventajas clave: emite la moneda de reserva global, posee un mercado de capitales profundo y líquido, y una economía adaptable, impulsada por la innovación. La Reserva Federal ya demostró que puede actuar con decisión en momentos críticos. Las tensiones comerciales por los aranceles empezaron a aflojarse, algo que el mercado comenzó a reflejar.

Además, las alternativas globales siguen siendo limitadas. Por eso, incluso con tasas más altas, los activos estadounidenses mantienen su atractivo. Si la inflación no se dispara y el crecimiento se sostiene, los mercados podrían absorber los nuevos niveles de rendimiento sin desmoronarse. En ese escenario más moderado, la rebaja de Moody's funcionaría como una advertencia, no como el inicio de una crisis.

*Con información de Forbes US.

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