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El precio emocional de no saber decir "no" en el trabajo y cómo revertirlo antes del agotamiento total

Bryan Robinson

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La culpa, el miedo a quedar afuera y el mandato de complacer siguen pesando fuerte en la oficina. Mientras tanto, crece el negocio de renunciar por encargo y aparecen estrategias concretas para poner límites sin romper relaciones.

24 Septiembre de 2025 12.56

Hay una palabra en inglés que a muchos trabajadores todavía les cuesta pronunciar en el trabajo: "no". No poder decirla puede complicarte todos los aspectos de la vida. Para muchas personas —más mujeres que hombres— esto siempre fue un desafío. Pero el miedo se intensificó con la caída del empleo, los despidos silenciosos y las reestructuraciones que se negocian sin dar la cara. A pesar de eso, algunos especialistas proponen una serie de pasos simples y sin culpa para ayudarte a superar ese temor y avanzar en tu carrera.

Una de cada cuatro personas reconoce que su mayor debilidad —y también su principal fuente de sufrimiento en el trabajo— es no saber decir "no". Así lo revela un estudio de Headway. En este contexto, marcado por despidos masivos y un desempleo en alza, ¿cómo puede alguien sentirse seguro para rechazar una tarea o cuestionar lo que pide su jefe? Con miedo a quedarse afuera, muchos trabajadores aceptan todo por temor a que un "no" les cueste el puesto. Incluso quienes quieren irse se quedan, atrapados en roles insatisfactorios.

Ese miedo también alimenta una práctica cada vez más común: la ocultación silenciosa. Es una de las tantas crisis que atraviesa hoy el mundo del trabajo. Frente al temor de ser juzgados o etiquetados, muchos empleados deciden esconder aspectos personales para encajar. Prefieren no decir lo que piensan políticamente o cuál es su orientación sexual. Callan un diagnóstico de TDAH, ocultan su edad o evitan admitir que no se vacunaron contra la COVID-19. Temen que esa información los deje fuera de carrera, los haga perder el trabajo o les cierre la puerta a un ascenso.

Macaire Montini, vicepresidente de personas y cultura en HiBob, explicó que, históricamente, los empleados suelen tener miedo de decir "no" porque temen parecer poco confiables o dar la impresión de que no saben trabajar en equipo. Pero, según aclaró, eso no debería ser así.

Malte Shiebelmann, vicepresidente sénior de producto en SmallPDF, coincide. Contó que muchas personas evitan rechazar tareas porque están programadas para complacer, aunque esa actitud puede llevar al agotamiento. "Decir 'no' puede parecer un sabotaje profesional", reconoció. "Pero, en realidad, suele ser la mejor decisión para la productividad y la capacidad mental".

Falta de atención y distracciones en la oficina
 

Pero el trabajo en 2025 no se vive como antes. Hoy, muchos empleados temen cómo van a reaccionar sus jefes si deciden renunciar, y hacen todo lo posible para no decir "no". En algunos casos, incluso pagan para que otro lo haga por ellos.

Sí, leíste bien. La renuncia por poder es una práctica que crece: por miedo a enfrentar a la gerencia o a decepcionarla, algunos trabajadores contratan servicios externos que se encargan de renunciar en su lugar. En general, pagan unos US$ 147 para evitar esa conversación incómoda.

Jackie Dube, directora de recursos humanos en The Predictive Index, considera que esta tendencia revela problemas más profundos en el mundo laboral. En especial, entre los trabajadores más jóvenes, que muchas veces chocan con jerarquías rígidas y no encuentran un ambiente de seguridad psicológica. Según explicó, el crecimiento de las agencias de renuncia debería ser una señal de alarma para los equipos de recursos humanos.

  • Las agencias de renuncia son servicios pagos que los empleados contratan para que presenten la renuncia en su nombre. Estas agencias se ocupan de comunicarse con el empleador —por lo general por teléfono, correo electrónico o incluso en persona— y gestionar todo el proceso de salida, desde la notificación formal hasta, en algunos casos, la entrega del uniforme o materiales de trabajo.

Según Dube, cuando una persona está dispuesta a pagar para que otro renuncie en su lugar, eso refleja que las empresas están fallando en algo básico: generar un espacio donde exista una comunicación honesta y segura. Señaló que, aunque la tendencia avanza con fuerza en Japón, ya se empiezan a ver señales similares en Estados Unidos. Entre ellas, mencionó casos de empleados que ignoran a sus jefes, extienden el plazo de preaviso o aceptan contraofertas que en realidad no desean, solo para evitar una conversación incómoda. Para ella, todas estas situaciones demuestran la falta de seguridad psicológica en el ámbito laboral.

Cómo enfrentar el miedo a decir "no" sin culpa

Cindy Cavoto, coach certificada en productividad de la app de resúmenes de libros Headway, explicó que decir "no" resulta difícil porque el trabajo suele valorarse según la actividad constante. "Si no trabajás hasta tarde o te apurás para cumplir con una fecha límite, pareciera que no sos productivo", señala.

Según Cavoto, cada "sí" al que no se le puede dedicar tiempo ni energía termina siendo más costoso. Aumenta la presión de manera gradual y puede llevar al agotamiento. Para evitarlo, propone cuatro estrategias prácticas que ayudan a poner límites sin miedo ni culpa:

Cavoto advierte que muchas veces los límites se fijan recién cuando aparece la presión. Recomienda no esperar a estar agotado para hacerlo. Sostiene que es mucho más sencillo mantenerlos cuando uno está tranquilo que en medio de una crisis. Además, fijarlos de antemano ayuda a sostenerlos con firmeza. "Podés programar horarios específicos en el calendario o configurar respuestas automáticas por mail, y también hacer aclaraciones como: 'Rindo mejor por la mañana'", sugiere.

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Construir microlímites

"Empezá a practicar límites sin esperar a que aparezca un conflicto importante", sugiere Cavoto. Aconseja dar pasos pequeños: responder mensajes después de un tiempo y salir con amabilidad de eventos sociales. Quienes entrenan la capacidad de rechazar pedidos menores fortalecen, con cada práctica, la seguridad para decir que no. Así, cuando se presenten situaciones más exigentes, vas a estar preparado y ni la culpa ni el miedo van a controlar tu decisión.

Presentar los límites como una invitación

En lugar de pensar en los límites como barreras, Cavoto propone verlos como herramientas que les muestran a los demás cuál es la mejor manera de trabajar con vos. En vez de decir "No puedo", sugiere probar con: "Esto es lo que mejor funciona". Ese cambio de tono, explica, facilita que los demás acepten tus decisiones. También asegura que genera mayor respeto y que, al presentar tus límites como una guía, desaparecen el miedo y la culpa.

Aplicar la "prueba del mañana"

Cavoto recomienda no responder de inmediato cuando alguien te pide tiempo. En lugar de decidir según lo que sentís en ese momento, propone imaginar cómo manejarías ese compromiso mañana o la semana siguiente. "¿Cómo te vas a sentir después de un día largo, con poca energía y todavía con ese compromiso pendiente?", plantea. Si la sola idea te genera estrés o cansancio, lo más probable es que tu instinto te pida rechazarlo. Esta práctica, dice, ayuda a dejar de lado la culpa porque estás cuidando a tu yo futuro, que va a tener que cumplir con lo prometido.

Superar el miedo a decir no

Decir no de manera profesional no tiene nada de malo. Es muy poco probable que la mayoría de los empleadores penalicen a alguien por poner límites. De hecho, Montini sostiene que negarse a una tarea también demuestra responsabilidad y conocimiento de los propios límites.

Si tenés que decirle no a un jefe o compañero, Montini recomienda explicar el motivo, ya sea porque tenés demasiado trabajo o porque necesitás enfocarte en otras prioridades. También podés intentar una negociación con frases como: "No puedo hacer eso ahora, pero podría encargarme mañana".

Shiebelmann propone empezar a fortalecer el "músculo del no" con un sí, pero con límites. Lo compara con ofrecer un plazo realista o derivar la tarea a otra más adecuada. Coincide en que esa actitud mantiene una colaboración sin exigirse de más. "Un guion sencillo como 'Me encantaría ayudar, pero estoy al límite de mi capacidad' mantiene la profesionalidad y establece un límite claro sin sonar negativo", afirma.

Montini añade que reorganizar la carga de trabajo o buscar el apoyo de un compañero también es una forma válida de evitar el miedo a decir no. Eso muestra disposición para ayudar sin dejar de respetar los propios límites. Más allá de la decisión que tomes, la prioridad debe ser tu salud mental y no permitir que el miedo a decir no afecte tu carrera ni tu bienestar.

 

Nota publicada en Forbes US.

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